Cleptofobia (miedo a los robos): síntomas, causas y tratamiento

Una fobia específica relacionada con el miedo a verse involucrado en robos.

Cleptofobia
Una fobia específica a los robos.

La idea de ser víctima de un robo o un atraco no es agradable para nadie, y de hecho se encuentra entre uno de los miedos más frecuentes.

Se trata de un miedo adaptativo, dado que al fin y al cabo supone un riesgo para la integridad física y como mínimo supone la sustracción de algo que nos pertenece. Ahora bien, pese a que se trata de un riesgo real la mayor parte de las personas vive su vida sin que este posible miedo limite su funcionalidad.

Sin embargo, para algunas personas la idea o el miedo de poder sufrir un robo puede llegar a ser una barrera que les impide vivir tranquilos e incluso llevar un día a día normativo. Es lo que les ocurre a quienes sufren cleptofobia, algo de lo que vamos a hablar a lo largo de estas líneas.

¿Qué es la cleptofobia?

Se conoce con el nombre de cleptofobia a la fobia o miedo irracional al hecho de sufrir un robo, robar o ser acusado de tal acción. Se trata de una fobia específica de tipo situacional, lo que implica que el hecho o incluso la idea de experimentar o estar cerca del tipo de estímulo o situación temida (en este caso el robo) nos genera un nivel de pánico extremo e incluso irracional en relación al riesgo real que supone el estímulo o de la probabilidad que suceda.

Síntomas

La idea de exponerse al robo genera altos niveles de ansiedad que pueden llegar a desencadenar síntomas físicos como hiperventilación, temblores, taquicardia, sudoración, hormigueos o incluso llegar a desencadenar una crisis de ansiedad. Con tal de no sentirla, la persona con fobia va a escapar o evitar cualquier situación que le ponga en riesgo de afrontar la situación temida.

En el caso de la cleptofobia, el miedo en cuestión es como hemos visto a sufrir la experiencia de un robo. Sin embargo, aunque el miedo fundamental suele ser al de hacerlo como víctima (condición también conocida como harpaxofobia cuando se trata específicamente del miedo a ser víctima de robo o a los ladrones), la cleptofobia también incluye el miedo a acoger el rol inverso: robar/convertirse en ladrón. E incluso también incluye el miedo a ser acusado de robo.

Afectación en la vida diaria

La cleptofobia es una condición que puede generar una gran afectación en el día a día de las persona que la padecen, especialmente en casos severos.

Y es que alguien con esta fobia puede llegar a evitar realizar acciones como salir por la noche (sea en contexto de ocio, laboral o personal), no acudir a lugares donde haya unas mínimas posibilidades de ser víctima de un atraco o un robo (bancos o transportes públicos, por ejemplo) o podría llegar a transformarse en un ladrón.

También puede tener dificultades para acudir a tiendas, dado que alguien podría interpretar que está intentando robar algo.

Esta fobia también puede provocar dificultades a nivel social, hasta el punto de que algunas personas pueden llegara evitar el contacto físico o mantenerse alejadas de los demás (especialmente si hay grupos grandes) con el fin de evitar posibles riesgos de robo.

Es incluso posible que este miedo genere afectación en el propio hogar, y que la persona tenga dificultades para quedarse en casa sola, especialmente por la noche y para dormir. Y es que la cleptofobia tiene la peculiaridad de que incluso si no hay ningún tipo de estímulo que lleve a pensar en robar o ser robado, puede persistir y generar gran ansiedad.

Además, también a nivel laboral puede aparecer la necesidad de justificar cada acto que tenga que ver con el trato con el dinero o con objetos con el fin de no poder ser acusado de querer robar.

En definitiva, son muchas las posibles facetas que una fobia como la cleptofobia puede llegar a limitar.

Posibles causas

Al igual que ocurre con el resto de las fobias las causas de la cleptofobia no son por completo conocidas, aunque existen hipótesis al respecto. Resulta relevante tener en cuenta que no existe una única causa, sino que el origen de esta fobia depende de la interacción de múltiples factores.

Para empezar hay que tener en cuenta que la cleptofobia parte de un miedo con una base real: que te roben es peligroso. Un atraco y un robo podrían terminar en lesiones, violación o incluso en homicidio en algunos casos. E incluso la idea de robar o ser acusado de hacerlo tiene sus implicaciones: el ladrón es juzgado y despreciado a nivel social e incluso condenado a penas de cárcel, con lo que tampoco es algo positivo.

Ahora bien, no es tan habitual ser víctima de un robo o cometerlo (y mucho menos de uno violento) además de que la mayor parte de los que existen son hurtos que en ocasiones ni son percibidos por las víctimas hasta mucho después.

Este miedo tiene cierta explicación a nivel evolutivo, a nivel filogenético: para todos los animales, el hecho de sufrir un hurto puede significar en la naturaleza perder recursos que necesitamos para sobrevivir, como comida. De este modo aquellas personas que tuvieran miedo al hurto tenderían a mantener más vigiladas las cosas y podrían llegar a tener más fácil la supervivencia. Este hecho podría hacer que hayamos heredado la predisposición a temer la pérdida de nuestras posesiones, a terminar quitándoselos a otros o a que nos acusen de hacerlo.

Pero una de las principales hipótesis respecto al porqué de la cleptofobia se basa en el condicionamiento, la adquisición de una reacción aprendida a determinados estímulos tras asociarlos a consecuencias o estímulos aversivos.

Este aprendizaje puede hacerse a través de la cultura o de la vivencia de situaciones aversivas o traumáticas que hayan hecho aparecer el miedo. Por ejemplo haber vivido un atraco o un robo (o ser acusado de uno), especialmente si ha llevado consigo consecuencias severas o ha mediado algún tipo de agresión o violencia. También es posible que no nos haya pasado a nosotros pero sí a alguien cercano, o que nos hayamos condicionado de manera vicaria a partir de las reacciones de los demás a ello.

Asimismo, también pueden mediar diferentes aspectos a nivel de personalidad. El temor a robar puede estar indicando también la existencia de un elevado nivel de inseguridad en uno mismo, su capacidad de autocontrol o sus valores morales.

Además, en el caso del temor a ser acusado podemos ver la existencia de una sensibilidad al castigo y preocupación por el juicio o consideración que nos tengan los demás.

En lo que respecta al miedo a ser víctima, también puede existir una baja sensación de control sobre lo que nos rodea, además de la citada inseguridad.

Tratamiento del miedo a los robos

Por norma general, las fobias son algunos de los trastornos cuyo tratamiento psicológico resulta más eficaz y relativamente sencillo de realizar, existiendo diversas técnicas que permiten combatirlas.

Una de las técnicas más utilizadas para tratar fobias es la terapia de exposición, en la que el sujeto debe afrontar una jerarquía de situaciones temidas elaboradas junto al terapeuta con el fin de que consiga reducir la ansiedad y miedo que le generan.

Evidentemente, la exposición en sí no será a que nos roben en la vida real, pero sí a situaciones en las que podría producirse un robo. Entre ellas podría encontrarse ir a sacar dinero a un cajero, sacar un coche de un parking, acudir a un concierto o salir por la noche.

Eso sí, la exposición debe ser gradual y tener en cuenta que al fin y al cabo si existe un riesgo de que ocurra un robo. Es posible también realizar exposiciones en imaginación o en realidad virtual para recrear y trabajar sobre el miedo a determinadas situaciones.

Uno de los elementos fundamentales a trabajar es el aspecto cognitivo, en el que deben trabajarse aspectos como cuál es el miedo que tiene el sujeto, a qué lo atribuye y qué creencias tiene al respecto de sí mismo, los demás y el mundo en el que vivimos.

Puede trabajarse para modificar las creencias existentes al respecto hacia otras más adaptativas y que permitan a la persona vivir con normalidad. Si existe algún evento traumático previo debería ser trabajado y reelaborado de tal modo que pueda procesarse de manera adaptativa.

Dado que parte del miedo se debe a la inseguridad sentida, podría ser necesario trabajar la seguridad personal y la capacidad de gestión del estrés y la incertidumbre. En algunos casos podría ayudar realizar actividades como entrenamientos en defensa personal, dado que contribuirían a mejorar la sensación de competencia en caso de confrontación física.

Referencias bibliográficas:

  • Hamm, A.O. (2009). "Specific phobias". The Psychiatric Clinics of North America. 32 (3): 577 - 591.
  • Rogers, K. "Fight-or-flight response". Britannica.com.

Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica

Barcelona

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.

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