Aimee Ortega, 43 años
"Mi camino hacia la sanación: el poder de una terapia transformadora"
Durante años sentí que algo no encajaba en mí. Buscaba equilibrio, sentido, un motivo real para seguir viviendo. Lo sabía internamente, pero no encontraba cómo llegar a eso. La pandemia fue el punto de quiebre: caí en la depresión más profunda de mi vida. Arrastraba heridas de una historia personal que no sabía cómo ordenar, una relación de tres años marcada por el abandono, y vínculos posteriores que parecían empezar con adoración pero terminaban en el mismo lugar: el dolor.
No quería medicarme. Deseaba salir adelante por mí misma. Pero mi cuerpo y mi mente empezaron a colapsar. Tuve cuatro ataques de ansiedad tan fuertes que no podía estar sola. Terminé en urgencias, y ahí me dijeron lo que yo ya intuía: necesitaba ayuda urgente y multidisciplinaria. Médicos, psicólogo, psiquiatra. Me hice todos los estudios necesarios; físicamente estaba bien, pero mi tiroides había sido afectada por años de desgaste emocional. Sabía que necesitaba apoyo psicológico, pero las primeras opciones que encontré en redes sociales no lograban conectar conmigo.
Hasta que conocí a Elisa Urbina, psicóloga clínica. Su acompañamiento ha sido, sin exagerar, un antes y un después en mi vida.
Desde hace un año y medio, con ella he aprendido a vivir de otra forma. Dejé de tener ataques de ansiedad. Aprendí a enfrentarlos. Logré entrar a la carrera de Psicología —hoy curso el quinto cuatrimestre— y, a mis 43 años, he descubierto una nueva confianza en mis capacidades. Elisa me ha dado herramientas reales para reconocer mis emociones, entender mis procesos y no perderme en ellos. Cuando algo se desborda, ella me ayuda a volver al centro.
Una de las decisiones más valientes que tomé fue dejar atrás relaciones afectivas que me dañaban. Con su orientación, pasé un año enfocada en mí, sin pareja, reconstruyéndome desde el amor propio. Hoy, estoy en una relación distinta. Me respetan y me respeto. Me siento libre.
También han cambiado mis vínculos con las y los demás. Antes buscaba encajar, ahora simplemente soy. Eso ha transformado mi entorno en algo más real, más sano. Con mi familia ya no huyo, estoy presente. Disfruto. Me permito vivir.
Este testimonio es un agradecimiento profundo a quienes, como Elisa Urbina, ejercen la psicología con vocación, ética y calidez humana. Gracias a su trabajo, hoy estoy logrando lo que pensé que era imposible: vivir en paz, sana y feliz, y cuando llego a tener recaidas ella me ayuda a encontrar la mejor salida.