Roberto Hagemann Muñoz

Psicólogo clínico con formación en psicoanálisis. Titulado de la Universidad Diego Portales, donde también cursé un postítulo práctico en Clínica Psicoanalítica. He complementado mi formación con estudios en género y diversidad (diploma de honor, UDP), en psicopatología psicoanalítica (diplomado, Instituto Chileno de Psicoanálisis, ICHPA) y en terapia cognitivo conductual para el insomnio (CBT-I), formación realizada en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Medical University of South Carolina (MUSC). He trabajado en hospital, consultorios y centros privados, acompañando a jóvenes y adultos en diversos niveles de complejidad. Ofrezco un espacio clínico que respeta la singularidad de cada persona mediante una escucha ética y sin juicios, orientado a explorar el malestar y promover una forma de estar en el mundo más vital y conectada con los deseos y relaciones significativas.

Atiendo trastornos, incluyendo los del ánimo, de ansiedad, de la personalidad, disociativos, alimentarios, del sueño y estrés postraumático, así como duelos, crisis existenciales, diversas experiencias de abuso, manejo de la ira y dificultades en vínculos interpersonales, familiares o de pareja, entre otros.

Tengo la habilidad de generar un espacio terapéutico sólido y cálido, donde el dolor y el trauma pueden ser alojados sin presiones externas ni exigencias ajenas a lo que cada consultante necesita. Trabajo desde una escucha situada, sosteniendo procesos que requieren tiempos distintos, permitiendo apretar y soltar según lo que se va desplegando en cada encuentro. Guío el trabajo clínico desde el sufrimiento experienciado, entendiendo que, si bien es parte de la existencia, muchas veces se cargan historias, mandatos o heridas que no son propias, y que es necesario poder diferenciar y soltar. Tengo la posibilidad de abrir preguntas que habilitan un movimiento subjetivo: decir lo no dicho, elaborar lo que aún no encuentra forma, y así ir construyendo un modo más propio de habitar la vida. Mi práctica se ajusta a lo que el paciente trae, respetando su singularidad y sus tiempos, sin urgencias ni adaptaciones forzadas, desde un compromiso clínico y ético sostenido.