Desde que Sigmund Freud desarrolló sus teorías sobre el inconsciente, se ha escrito mucho acerca de los procesos psicológicos que operan en la trastienda de nuestra mente y que, sin que reparemos en ello, influyen en nuestra manera de pensar y sentir.
Pero si bien el padre del psicoanálisis creía que la función de lo inconsciente es protegernos de ideas que pueden destruirnos por si no son bien gestionadas, recientemente el psicólogo Benjamin P. Hardy ha propuesto la idea de que prestando atención a esa parte oculta de nuestra mente podemos aprovechar al máximo nuestro potencial creativo.
¿Y cómo podríamos llegar a “comunicarnos” adecuadamente con nuestro inconsciente para beneficiarnos de esa fuente de creatividad? Para ello, Hardy propone dedicar 10 minutos diarios a contactar con los procesos ocultos de nuestro cerebro. No se trata de una actividad que tenga que ver con el esoterismo, aunque al hablar acerca de maneras de influir con la parte invisible de la mente humana a veces nos obligue a hacer referencia a aspectos misteriosos de nosotros mismos. En realidad, la idea de este psicólogo se basa en una rutina muy concreta y cuya eficacia puede ser puesta a prueba científicamente.
Empezar el día con un lienzo en blanco
La idea en la que se fundamenta la estrategia de Benjamin P. Hardy es, en realidad, muy sencilla. Este psicólogo parte del supuesto de que la mayor parte de los procesos mentales se producen de manera inconsciente. Y no se refiere solo a aquellos que tienen que ver con la regulación del estado de ánimo, la realización de movimientos rápidos ante posibles peligros o el mantenimiento de nuestras constantes vitales, todas las cuales dependen de estructuras evolutivamente antiguas de nuestro sistema nervioso, como por ejemplo el tronco del encéfalo.
No, se refiere a todas aquellas tareas que no requieren demasiada concentración: avanzar por la ruta que nos lleva a nuestro lugar de trabajo, realizar los movimientos necesarios para pronunciar una palabra que conocemos bien, tomar una decisión sencilla cuyas consecuencias son poco importantes… Nuestra consciencia solo se materializa en aquellos procesos que realmente requieren de nuestro interés, concentración o improvisación. Para todo lo demás, las estructuras cerebrales encargadas de realizar tareas repetitivas y automáticas pueden servir y actuar con eficiencia, sin perder tiempo en reflexiones aparentemente inútiles.
Nuestra mente consciente es, según esta idea, la cima de una pirámide de decisiones que procesos inconscientes ya han tomado por nosotros.. la idea es “reiniciar el sistema”, hacernos con el control de esas decisiones que lo inconsciente suele realizar y replantearnos esquemas de pensamiento rutinarios.
10 minutos al día para romper esquemas
Para hacerse con el poder de la capacidad de elegir entre muchas más opciones de las que nos son dadas en una situación normal, lo que debemos hacer, según Hardy, es aprovecharnos del poder del descanso: cuando dormimos, nuestra mente queda aislada de los estímulos ambientales que acostumbra a recibir y puede reorganizar las ideas de maneras nuevas e innovadoras, “oxigenando” nuestras vías de pensamiento habituales.
¿Cuáles son los pasos a seguir?
En primer lugar, justo antes de irnos a dormir, dedicamos unos pocos minutos a pensar en las problemáticas (cotidianas o no) que nos gustaría solucionar, y después apuntamos estos temas en una hoja de papel. De este modo, estas serán las ideas que tendremos en la cabeza justo antes de dormir y que serán trabajadas de manera automática mientras durmamos. Si entramos en la etapa de sueños habiendo reflexionado acerca de una serie de ideas, estas conexiones neuronales estarán frescas en el momento en el que durmamos, y tenderán a volver a activarse. Esto hará que sea más probable que sean modificadas mientras nuestra conciencia deja de actuar.
Al día siguiente, justo después de despertar, lo primero que haremos será recoger la hoja en la que teníamos apuntados los problemas y escribir allí todo lo que se nos ocurra sobre el tema, sin pararnos a pensar en si es apropiado o no. En esos primeros 10 minutos del día estaremos en la cima de nuestro potencial creativo y podremos abordar esos temas con la mente limpia tras haber dejado que nuestra vertiente inconsciente reformule nuestros esquemas de pensamiento.
Ámbitos de aplicación
Esta estrategia, que recuerda poderosamente a la rutina que seguía Dalí para dar con las ideas con las que crear sus cuadros, puede resultar muy interesante para todas aquellas personas cuyo trabajo tenga una conexión evidente con la creatividad: escritores, diseñadores, creativos publicitarios, etc. Pero también puede resultar útil para toda aquella gente que simplemente tenga ganas de hacer de su mentalidad algo más abierto y propenso al cambio.
Si hacemos de esta rutina un hábito constante, colocamos un papel y un bolígrafo al lado de la cama y preservamos una buena higiene del sueño, las ideas de Hardy pueden transformar el modo en el que construimos nuestra realidad. Y ni siquiera tenemos que concentrarnos para buscar soluciones combinando ideas extrañas: nuestra mente inconsciente lo hace por nosotros.
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