¿Pasarse el día en Internet afecta a nuestra salud mental?

Cómo el uso intensivo de Internet influye en tu bienestar emocional y tu atención.

Pasarse el día en Internet afecta a nuestra salud mental

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A veces te descubres repasando notificaciones como si tuvieran un secreto importante para ti. Parece una costumbre inocente, pero el teléfono termina ocupando un espacio enorme en la cabeza. Y, no es porque seas una persona sin autocontrol, sino porque estas plataformas se diseñan para que vuelvas sin pensarlo.

Hay estudios que muestran que reducir el uso de pantallas mejora el estado de ánimo incluso en pocas semanas, algo que sorprende a quienes sienten que “no es para tanto”.

Por eso vale la pena mirar este tema con más calma y entender qué relación puede haber entre el tiempo que pasamos en internet y nuestra salud mental.

El contexto digital que respiramos

Vivimos entre notificaciones, pantallas y mensajes que piden atención constante. Esa mezcla de inmediatez y presión por “estar al día” crea una sensación de vigilancia continua, casi como si un silencio digital fuese una señal de que te estás perdiendo algo.

Investigaciones recientes hablan del uso problemático de internet, un concepto que no se centra en cuántas horas permaneces conectado, sino en el efecto que tiene en tu vida diaria. Ese impacto puede ser emocional, social o escolar, sobre todo en personas jóvenes, ya que sus rutinas aún se están formando y cualquier distracción se intensifica.

Esta realidad también alcanza a personas adultas que equilibran trabajo, ocio, familia y descanso a través de pantallas. Los dispositivos funcionan como herramientas útiles, pero también como pequeñas interrupciones que se acumulan y afectan la atención y la capacidad para estar presentes en lo que se hace. Ese desgaste mental aparece poco a poco, porque el cerebro responde a recompensas rápidas, y las redes sociales están llenas de ellas.

Los efectos emocionales de un consumo sin pausa

Distintas investigaciones muestran que el uso intensivo de redes se relaciona con más síntomas de ansiedad y depresión, sobre todo en adolescentes. La comparación constante con vidas filtradas, perfeccionadas y editadas aumenta la sensación de insuficiencia.

Esa insatisfacción se mezcla con la presión del FOMO, ese impulso de revisar el teléfono para no “quedarse fuera” de algo. Y, claro, esto no depende solo de voluntad; está muy ligado a cómo funcionan las plataformas.

También aparecen riesgos más serios, como el ciberacoso o la exposición repetida a contenido dañino. En personas con dificultades previas, como TDAH o TEA, el uso intensivo suele incsíntomas que ya son difíciles de gestionar.

La atención se fragmenta con mayor facilidad, y las tareas cotidianas requieren un esfuerzo extra. El consumo de contenido muy visual puede influir en la percepción corporal y favorecer conductas extremas relacionadas con la imagen, algo que varias investigaciones ya señalan como preocupante.

Cómo se desgasta la atención en un mundo de interrupciones

La atención funciona como un músculo que se fatiga si se le exige cambios constantes. Las pantallas multiplican esos saltos, porque cada aplicación compite por tu tiempo.

Metaanálisis recientes encuentran una correlación entre más horas de uso y más dificultades atencionales, especialmente en infancia. De hecho, un estudio canadiense incluso registró que las pantallas tempranas se vinculan con más riesgo de síntomas compatibles con TDAH más adelante. Esto no significa que la tecnología “cause” el problema por sí sola, pero sí puede acentuarlo en personas vulnerables.

Además, la alternancia entre contenido rápido y estímulos visuales intensos reduce la tolerancia a tareas que requieren concentración sostenida. Por eso cada vez cuesta más leer sin revisar el teléfono o terminar una tarea sin interrupciones, ya que el cerebro se adapta a lo que recibe de manera repetida.

Recomendaciones para usar Internet de un modo más amable con tu mente

Vale la pena revisar tu relación con las pantallas, no desde la culpa, sino desde la curiosidad por entender qué te sienta bien y qué no. Las siguientes ideas pueden ayudarte, sobre todo si notas que tu estado de ánimo varía demasiado según lo que ocurre en tus redes.

Ajusta el tiempo de conexión

Reducir el uso no implica “desaparecer”, sino identificar momentos del día donde puedes descansar de la pantalla. Desactivar notificaciones y dejar el teléfono fuera de la habitación al dormir es una forma sencilla de empezar.

Cambia la forma de interactuar

La experiencia mejora si participas activamente en lugar de pasar el dedo sin pensar. Interactuar de verdad, comentar con criterio o elegir cuentas que aporten bienestar cambia cómo te afecta la plataforma. Revisar qué te incomoda y evitarlo también ayuda.

Dale prioridad al contacto directo

El cuerpo reacciona de forma distinta cuando hablas con alguien en persona. La conversación presencial favorece hormonas que estabilizan el estado de ánimo, mientras que la interacción digital no alcanza ese nivel. Reservar tiempo semanal para encuentros reales nutre vínculos que reducen soledad y estrés.

Activa intereses fuera de la pantalla

Si el aburrimiento te lleva a las redes, busca alternativas que aporten movimiento o creatividad. Por ejemplo, actividades artísticas, ejercicio o pasatiempos manuales funcionan como válvula de escape y permiten que tu atención respire.

Revisa tu diálogo interno

La comparación social en redes puede distorsionar la percepción de tu vida. Practicar gratitud, escribir lo que valoras del día o dedicar tiempo a acciones solidarias ofrece una perspectiva más equilibrada. En casos de adolescentes, acompañarles y conversar sobre lo que ven en línea sirve para modular esa mirada.

Una convivencia digital más consciente

Pasamos muchas horas en pantallas, y eso influye en cómo pensamos, sentimos y nos relacionamos. El reto no consiste en eliminar la tecnología, porque también aporta herramientas útiles, contacto con amistades y apoyo emocional en algunos momentos.

El desafío real es aprender a usarla con intención, sin dejar que marque el ritmo de tu bienestar ni la forma en que valoras tu vida. Entonces, una convivencia más equilibrada abre espacio para conectar con otras personas, contigo y con actividades que regulan la mente de manera natural.

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Lefa S. Eddy Ives, Abigail Huertas Patón, María Azul Forti Buratti, Julio Álvarez Pitti, María Angustias Salmerón-Ruiz, Pedro Javier Rodríguez Hernández, Matias Real-López, Impact of screen and social media use on mental health. Anales de Pediatría (English Edition), Volume 103, Issue 2, 2025, 503909, ISSN 2341-2879.

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Ester Fernández. (2025, noviembre 24). ¿Pasarse el día en Internet afecta a nuestra salud mental?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/pasarse-dia-en-internet-afecta-nuestra-salud-mental

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