Dar espacio al presente.
Dar espacio a estar mal, derrumbada, sufriendo.
Saber que la vida es cíclica y tras el momento de dolor también habrá luz, también se abrirá una puerta, un canal.
Saber respirar el silencio y abrazar la incertidumbre es vital en tiempos de crisis. Además, nuestra sociedad nos dicta que no podemos parar, que debemos ser fructíferos y eficaces todo el tiempo.
Desde pequeños se nos transmiten unos programas de productividad y tiempos rápidos que culturalmente son los aceptados y reforzados. Posteriormente, llegamos a la adultez con problemas debido a este estrés y ritmo de vida trepidante que nos desconecta de nuestra esencia.
Pero no sólo esto, sino que no nos permitimos descansar, vinculamos el descanso con defraudarnos a nosotros mismos y también a los demás, nuestro entorno familiar y socio-cultural.
Qué pena, sabiendo que el descanso y el conectar con Uno/a es la única forma de llegar a un estado de plenitud y que gracias a este estado de paz y serenidad seremos capaces de aportar nuestros dones y habilidades al resto de una forma armónica y plena.
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Conectando con uno mismo
Uno de los momentos trascendentes en los que el descanso, el estar presente y el conectar con uno mismo priorizándose resulta imprescindible es cuando se trabaja con la propia sombra o se está atravesando el periodo denominado “la noche oscura del alma”.
Todos tenemos un lado oscuro de la personalidad, según la teoría junguiana corresponde con el arquetipo de la sombra. Y hasta que ésta no se hace consciente y se trae a la luz puede llegar a dominar tu vida desde la oscuridad llevándote a situaciones indeseables (aunque no lo percibas claramente en ése momento), inconscientemente.
La sombra es este lado “malo” que todos encerramos y que corresponde con esos aspectos de nuestra personalidad que no están autorizados, no nos gustan, o que no encajan con los dictámenes de nuestra sociedad o educación. Esta parte de nosotros mismos la dejamos arrinconada y guardada en nuestra psique más olvidada e inconsciente porque la rechazamos y no la deseamos en nuestras vidas.
Esta condición nos lleva a proyectar esa sombra inconsciente en otras personas o circunstancias como un espejo, sin asumir la responsabilidad de dicha proyección. Esto sucede cuándo atraes repetidamente determinadas personas o escenas que son tóxicas, desgraciadas o perjudiciales en algún sentido para ti. Encontrarse inmerso en estos contextos no significa literalmente que dicha situación describa cómo eres tú o que tengas esa negatividad dentro de ti, sino que puede que todo ello te esté empujando a aprender determinadas temáticas escondidas tras tu sombra cómo pueden ser: poner límites a una persona, a una realidad o figura de autoridad; aprender a priorizarte y quererte sin condiciones; creer en ti en primer lugar; aumentar tu seguridad personal, etc.
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¿Qué hacer?
El trabajo con la sombra es un tema apasionante. Cuando finalmente la afrontas y la trasciendes un nuevo “Yo” aparece, con una autoconsciencia expandida y una capacidad de ser el Maestro de tus propios demonios y sombras para aportar tu granito de arena para aquellas personas que puedan estar pasando por períodos similares.
Cuando estás inmerso en tu propia sombra en su forma más pronunciada, estás atravesando la “noche oscura del alma”.
Yo misma he experimentado este enfrentamiento con mis propias tinieblas, y puedo asegurar que hay salida hacia la luz, transmutando la oscuridad e integrando esas partes de tu Ser de forma íntegra y consciente. Ello implicará cambios y valentía para evolucionar y salir de áreas seguras y conocidas, apostando más por ti, por tus proyectos, por tu Ser y tu Vida.
Así que, si sientes un vacío del alma en tu vida diaria, revisa si lo que falta en ella es un trabajo con esta parte escondida de ti. Sin el íntegro trabajo con la sombra; el alma y la vida se percibe insustancial y vacía, y ni tan siquiera se puede comprender el por qué… ¿Y tú, conoces tus sombras? ¿Has indagado o trabajado en ellas en alguna ocasión? Las sesiones psicoterapéuticas son espacios ideales para ello.