Actualmente, el estrés está considerado como la fatiga mental causada por un rendimiento y unas exigencias superiores a las que podemos soportar.
Suele provocar diversas patologías, tanto físicas como psíquicas. Desde Psicología y Mente queremos abordar los diferentes tipos de estrés y los agentes causales que la provocan.
Tipos de estrés, sus características y efectos
El estrés es una reacción que puede causar problemas de salud graves si no se gestiona bien, aunque en sí mismo no es un problema ni de salud física ni de salud mental.
Hay que tener en cuenta que aunque genere siempre un cierto grado de malestar, el hecho de poder estresarnos forma parte de un mecanismo de supervivencia muy útil; tan útil que está presente en prácticamente todos los animales con un sistema nervioso relativamente complejo. Y es que este tipo de adaptaciones nos permiten estar más preparados ante los peligros del entorno; a ser más sensibles a los estímulos, a tener los músculos más tensos y listos para realizar esfuerzos rápidamente, etc. Ahora bien, no siempre nos ayuda, y a veces se involucra en el desarrollo de ciertos trastornos, caracterizados normalmente por una predisposición a estar demasiado "activados" ante peligros que no son reales, o que han sido exagerados por nuestra percepción de las cosas.
Se ha demostrado que diversas afecciones crónicas, trastornos psicosomáticos y de salud mental (problemas cardíacos, ansiedad, depresión, etc.) están estrechamente relacionados con el estrés. A pesar de que el término estrés parece muy moderno, el origen etimológico de la palabra es muy antiguo.
Historia del concepto
En la Edad Media ya se utilizaba para describir un sin fin de experiencias negativas. Pero es en en el siglo XVIII cuando el concepto se extiende entre ingenieros y físicos con el objetivo de describir ciertas características de los cuerpos sólidos. Dicho característica hace referencia a la fuerza interna presente en un área concreta sobre la que actúa una fuerza externa que puede alterar ese estado sólido, una definición que a priori no tiene nada que ver con el actual concepto de estrés.
En la década de 1920, el reconocido doctor Hans Seyle introdujo el término en las ciencias de la salud para referirse a una respuesta global de nuestro cuerpo hacia una situación que nos genera angustia.
Pero no siempre el estrés tiene que ser algo nocivo, pues existe el estrés positivo que es aquel que nos ayuda a enfrentar un cometido con todas nuestras fuerzas (un estrés adaptativo, muy presente en los animales incluido el ser humano). No obstante, cuando esa emoción nos agota, aparte de tener consecuencias psíquicas y físicas notables, no nos ayuda a enfrentarnos a esa tarea estresante.
Las etapas del estrés
En 1956, Seyle teoriza que la respuesta de estrés consta de tres fases distintas:
1. Alarma de reacción: Empieza justo después de ser detectada la amenaza. En esta fase aparecen algunos síntomas como baja temperatura corporal o un incremento de la frecuencia cardíaca.
2. Resistencia: El organismo se adapta a la situación pero continúa la activación aunque en menor medida respecto la etapa anterior. Si la situación estresante se mantiene en el tiempo, la activación acaba por sucumbir porque se consumen recursos a una velocidad mayor de la que se generan.
3. Agotamiento: El cuerpo acaba por agotar recursos y pierde gradualmente la capacidad adaptativa de la anterior fase.
Tipos de estrés
Hay clasificados diferentes tipos de estrés en base a determinados criterios. Vamos a explicar los tipos de estrés en función de la utilidad que tienen, su mantenimiento y duración.
1. Tipos de estrés en base a su signo
1.1. Estrés positivo
Al contrario de lo que la gente cree, el estrés no siempre hace daño a la persona que lo padece. Este tipo de estrés surge cuando la persona está bajo presión, pero inconscientemente interpreta que los efectos de la situación le pueden otorgar algún beneficio.
Este estrés hace que la persona afectada esté motivada y con mucha más energía, un buen ejemplo sería una competición deportiva donde los participantes deben tener un punto de vitalidad para poder salir victoriosos. Este estrés está asociado con emociones positivas, como la felicidad.
1.2. Distrés o estrés negativo
Cuando padecemos distrés anticipamos una situación negativa creyendo que algo nos va a salir mal, lo cual genera una ansiedad que nos paraliza por completo.
El estrés negativo nos desequilibra y neutraliza los recursos que en situaciones normales tendríamos a nuestra disposición, lo cual acaba por generar tristeza, ira, etc.
2. Tipos de estrés en base a su duración
2.1. Estrés agudo
Es el estrés que más personas experimentan y es causa de las exigencias que nos imponemos nosotros mismos o los demás. Estas exigencias son alimentadas respecto un pasado reciente, o en anticipaciones de un futuro próximo. En pequeñas dosis puede ser positivo pero en dosis más elevadas puede acaba por agotarnos, con severas consecuencias en nuestra salud mental y física.
Por suerte este tipo de estrés no dura mucho por lo que no deja secuelas, aparte de ser de fácil curación. Los principales señales del estrés agudo son:
1. Dolores musculares: Suelen aparecer dolores de cabeza, espalda y contracturas entre otras afecciones.
2. Emociones negativas: Depresión, ansiedad, miedo, frustración, etc.
3. Problemas gástricos: El estrés puede causar una gran oscilación en los síntomas estomacales; estreñimiento, acidez, diarrea, dolor abdominal, etc.
4. Sobreexcitación del sistema nervioso: causa síntomas como aumento de la presión sanguínea, taquicardia, palpitaciones, náuseas, sudoración excesiva y ataques de migraña.
2.2. Estrés agudo episódico
Es también uno de los tipos de estrés más tratado en las consultas psicológicas. Aparece en personas con exigencias irreales, tanto propias como provenientes de la sociedad.
Son personas que se muestran irritadas y beligerantes, aparte de tener una angustia permanentes a causa de que no pueden controlar todas las variables que les exigidas. Otro síntoma de las personas que sufren estrés agudo episódico es que siempre están preocupados por el porvenir. Al mostrarse hostiles son difíciles de tratar a no ser que acudan a un especialista y reciban tratamiento.
2.3. Estrés crónico
Es el estrés que aparece en prisiones, guerras o en situaciones de pobreza extrema, situaciones en lo que se debe estar continuamente en alerta. Esta clase de estrés también puede venir de un trauma vivido en la niñez. Al causar una gran desesperanza, puede modificar las creencias y la escala de valores del individuo que lo padece.
Sin lugar a dudas es el tipo de estrés es el más grave, con unos resultados destructivos severos para la salud psicológica de la persona que lo padece. Las personas que lo sufren diariamente presentan un desgaste mental y físico que puede dejar secuelas durante toda la vida. La persona no puede cambiar la situación estresante, pero tampoco puede huir, sencillamente no puede hacer nada.
La persona que tiene este tipo de estrés muchas veces no es consciente de ello, pues lleva tanto tiempo con ese sufrimiento que ya se ha acostumbrado. Incluso les puede que les guste ya que es lo único que han conocido y no saben o no pueden hacer frente a la situación de otra forma, a causa de esto es normal que rechacen la posibilidad de tratamiento pues se sienten tan identificados con el estrés que creen que ya forma parte de ellos.
- Hay estudios que demuestran la relación entre el estrés con enfermedades del aparato digestivo, cáncer, enfermedades cutáneas y problemas cardíacos.
- Con el estrés aparece a menudo la inseguridad y el sentimiento de indefensión (siempre tiran la toalla puesto que creen, o realmente no puede, hacer nada).
- El estrés puede producir ansiedad y depresión.
- Padecer ansiedad aumenta el riesgo de suicidio.
Factores de riesgo del estrés
Se clasifican en causas psicológicas o causas ambientales. Aunque, en realidad, el estrés suele surgir por ambos factores a la vez, combinados en mayor o menor grado.
Agentes psicológicos o internos
- Locus de control interno y externo: Los locus de control se refieren a la firme opinión de que los sucesos que nos ocurren son controlados por lo que hacemos (es el locus de control interno) o por causas exteriores que el individuo no puede modificar (locus de control externo). Si una persona sufre de locus de control externo probablemente sufrirá estrés pues cree que no puede hacer absolutamente nada ante una situación peligrosa.
- Timidez: Algunos estudios indican que las personas introvertidas son más sensibles ante una situación estresante y sufren más presión que las personas altamente sociables al encerrarse en sí mismas y no hacer frente a una situación determinada.
- Autoinfluencia: Cuando creemos que una situación es amenazante interiorizamos ese mismo patrón en nuestra forma de pensar. Por eso mismo, ante un mismo contexto una persona puede reaccionar con serenidad y otra con estrés.
- Predisposición a la ansiedad: Son personas expuestas a sentirse inquietas ante la incertidumbre. A causa de ello tienen inclinación a padecer estrés.
Agentes ambientales o externos
- La suspensión de la costumbre: Cuando de repente algo acaba es complicado volver a adaptarse a una nueva rutina (que es lo que nos da cierta estabilidad en nuestras vidas) pues la psique despliega todos los recursos para volver adaptarse al nuevo contexto. Por ejemplo, acabar unas vacaciones.
- La eventualidad de lo inesperado: La alteración de algún aspecto de nuestra vida siempre genera nos desestabiliza en menor o mayor medida (aunque el cambio sea para mejor) ergo nos causa estrés. Por ejemplo, ser contratado en un nuevo trabajo.
- La contradicción del conflicto: Es una confusión mental que produce que nuestro equilibrio interno se vaya al traste, produciendo un caos en nuestra mente. Volver a establecer el orden que había antes del caos requiere que la persona utilice todas las herramientas de las que dispone, produciendo de este modo una notable fatiga mental. Por ejemplo, sufrir una grave enfermedad.
- El desamparo ante lo inamovible: En este contexto la persona no puede hacer nada ya que las circunstancias superan los recursos de los que dispone la persona.. Por ejemplo, la muerte de un familiar.
En conclusión…
La aparición del estrés puede suponer graves problemas en el futuro si no se combate adecuadamente, por tanto es necesario buscar tratamiento y aprender herramientas prácticas para afrontarlo. Acudir a un psicólogo clínico puede ser clave para aprender a gestionar las emociones y sensaciones negativas asociadas al estrés.
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