Nacho Coller es una de las voces más interesantes de España en la divulgación de la Psicología.
Su estilo desenfadado y próximo de explicar sus experiencias y opiniones en lo relativo a su vida y su profesión como psicólogo le han llevado, además de a la Psicología Clínica y a la Deportiva, a colaborar en numerosos medios de comunicación tanto en prensa como en radio, así como a desarrollar una faceta de conferenciante y formador. Actualmente colabora semanalmente en la sección sobre psicología del programa À Punt Directe en el canal de televisión valenciano À Punt, con Carolina Ferre.
Recientemente, Coller ha publicado el libro Una tortuga, una liebre y un mosquito, en el que habla sobre diferentes aspectos de la filosofía vital necesaria para que nos lleva a ser meros espectadores de nuestras vidas. En él se muestran principios básicos de la psicología explicados a través de un formato, en ocasiones autobiográfico y en ocasiones imaginado, lleno de sentido del humor y de reflexiones oportunas.
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Entrevistamos a Nacho Coller, psicólogo y divulgador
En esta entrevista, Nacho Coller nos habla sobre diferentes aspectos relacionados con la salud mental, explicando también cómo fue su experiencia en primera persona de la depresión.
Psicología y Mente: Tu libro se caracteriza entre otras cosas por hacer gala de un sentido del humor muy personal. ¿Crees que entre los psicólogos se echa en falta este trato más de tú a tú en su manera de divulgar más allá de la terapia?
Nacho Coller: Pues creo que sí. Una de las cosas que más refuerza la figura del psicólogo y que el personal más agradece es la autenticidad, la coherencia y mostrar cierta vulnerabilidad, es decir, mostrarnos humanos. Creo que el hecho de divulgar psicología con un lenguaje asequible y fresco sin perder de vista la rigurosidad, normaliza la psicología y la acerca al gran público. tenemos que apostar por una psicología al alcance de todos.
En el libro explicas varias claves para pasar página y dejar de obsesionarse con los problemas del pasado. Por ejemplo, aprender a vivir sin rencor o asumir que nadie es perfecto. De todas ellas, ¿cuál dirías que es la más importante?
Me quedo con dos. Asumir que alcanzar la perfección es un engaño que lleva a frustrarnos y a vivir bajo el paraguas de la ansiedad; y saber pasar página y cortar con aquellas situaciones o personas que nos generan malestar. De esto último, la palabra perdón tiene un papel determinante, tanto a la hora de perdonarnos a nosotros mismos como al aprender a disculpar a los otros. Sin un perdón sincero no hay satisfacción vital.
También hablas sobre la resiliencia, nuestra capacidad para sobreponernos ante la adversidad. ¿Crees que esta es una habilidad que normalmente aparece de manera espontánea y casi sin darse cuenta en muchas personas, o es necesario haber realizado un aprendizaje consciente acerca de cómo gestionar las propias emociones?
Yo creo que hay muchas personas que no necesitan trabajarse conscientemente la gestión de las emociones. Por ejemplo, sin ir más lejos, la cantidad de personas que luchan por su supervivencia y que son capaces de cruzar un mar lleno de peligros y mil fronteras, que conviven o han convivido con la muerte, con el dolor, con violaciones y con lo peor de la especie humana, y aún así, son capaces de mantener una sonrisa, de mostrar generosidad ayudando al que tienen a su lado; son capaces de vivir.
No creo que alguna de estas personas haya hecho un trabajo consciente o se haya apuntado a un curso de gestión de emociones, simplemente han seguido luchando, han peleado por un sueño, han huido de un infierno, han apostado por vivir una vida un poco mejor y el hecho de ponerse en marcha y afrontar las vicisitudes de la vida les ha hecho sacar lo mejor de sí mismos. Yo apostaría por el lema, más vida y menos mente y evidentemente más vida con un sentido.
Alguna vez has contado que sufriste depresión. ¿Cómo se siente un psicólogo que ha pasado por una etapa de su vida tan delicada?
Pues pasé por diferentes etapas. La primera, en la que empezaron los primeros síntomas por un exceso de estrés que desbarró en un insomnio de campeonato (dormía dos, tres o cuatro horas cada día), de incredulidad con un "no puede ser lo que me está pasando, que esto es pasajero". Creí que controlaría mi depresión, que para eso era psicólogo. Qué error.
La segunda etapa fue la del silencio con tintes de vergüenza y con mucha culpa (¿qué pensarán de mí? ¡Menudo profesional estás hecho! ¡Eres un fracasado!).
La tristeza, la inseguridad, una autoestima subterránea, algunos problemas en el trabajo, llorar en silencio (algunos hombres somos así de idiotas), bloqueos e irritabilidad entre otros síntomas negativos, me llevaron a pedir ayuda profesional. En la tercera etapa de este proceso, al final de la depresión, acepté que no era superman, tomé medicación, trasladé mi malestar a la gente que tenía alrededor, mis amigos y mi familia, me puse en marcha y me enganché de nuevo con la vida.
Lo pasé fatal en aquella época, pero te digo una cosa, de las mejores cosas que me han pasado en mi vida profesional y personal (en mi caso las dos andan muy unidas) vinieron después de esa depresión. El día que publiqué un artículo en el que narraba mi experiencia creo que cerré una etapa y alguna cuenta pendiente conmigo mismo. ¿Sabes una cosa? Cuando muestras tu vulnerabilidad te haces más fuerte, y yo creo que hoy soy mejor persona de lo que era antes.
En los problemas relacionados con los síntomas de la depresión, ¿crees que se sigue culpando mucho a la persona que sufre por ello, como si no se estuviese esforzando lo suficiente para superarlo?
Así es, esto es un clásico en muchos familiares o amigos de personas que están con una depresión y nuestra obligación como profesionales de la psicología es divulgar justo lo contrario, que no es que no quiera o no se esfuerza, es que no puede. Lo de la cultura del esfuerzo está bien para el mundo de la empresa y de la vida, pero me gusta más la cultura de la gratificación y del refuerzo.
Normalmente se habla de los problemas como la depresión de un modo que parece que lo que falla está de manera aislada en el interior de la persona, como si el contexto en el que vive no importase. ¿Qué aspectos de nuestra sociedad crees que tienen más poder para promover la aparición de síntomas depresivos?
Pero si el contexto es importantísimo. No tener un sueldo digno, no poder llegar a final de mes, vivir en un entorno laboral en el que el jefe o compañeros le hagan la vida imposible a uno, el acelerado ritmo de vida que llevamos, la presión desmedida desde determinados ámbitos neoliberales en el que venden el individualismo como fórmula para ser feliz, la negación del sufrimiento y los cientos de lemas de todo a cien de que hay que ser feliz a cualquier precio y si no lo consigues eres un fracasado.
Por cierto, hay otro factor que favorece la sintomatología depresiva; escuchar electrolatino o reguetón, esto no es bueno para la salud mental. Su música reseca mis meninges y sus letras dan vergüenza ajena...
¿Qué opinión tienes de los fármacos antidepresivos y de su eficacia a la hora de tratar la depresión?
Nunca me ha gustado entrar en la dinámica de fármacos sí o no, como tampoco me ha gustado caer en la demonización de los antidepresivos. Mi opinión coincide con lo que indica la OMS; ante la depresión leve practicar deporte y ponerte en manos de un profesional de la psicología, ni más ni menos. Ante la depresión leve-moderada sin repercusión funcional, psicología; y cuando la depresión es moderada - grave con repercusión funcional, combinación de fármacos y terapia. Respecto al modelo de Terapia a utilizar yo recomiendo la Terapia de Aceptación y Compromiso ACT, tiene excelentes resultados.
En tu libro, también hablas acerca de las “personas tiñosas”. ¿Crees que la mayoría de nosotros somos capaces de reconocerlas, o tendemos a actuar como si no lo fuesen e incluso premiando sus actitudes negativas?
Pues fíjate, yo creo que sí las reconocemos en gran medida, lo que pasa es que convivir con ellas es harto complicado y te pueden joder la vida. Piensa en tu lugar de trabajo, que te toque un compañero, o varios así, o un jefe; te pueden abrasar o aniquilar emocional y psicológicamente.
Los tiñosos son personas mezquinas, que viven con la queja, negativas, rencorosas, que tienen una vida gris y hueca, que siempre van con la escopeta cargada esperando el fallo ajeno, que les encanta hablar mal de los demás a las espaldas, que tienen como lema yo estoy mal si tú estás bien, y yo estoy bien si tú estás mal; estos tipos o tipas son una bomba de relojería que es bueno detectar a tiempo y aprender a tomar distancia de ellos. Y no es fácil escaparte de ellas.
Tienes algo de razón en la pregunta porque en muchas ocasiones, especialmente en los inicios de una relación, le reímos las gracias al tiñoso, sea por cortesía social, porque nos pillan con la guardia baja o porque todos tenemos un puntito tiñosillo.
Utilizar el humor positivo es una buena herramienta para te atasquen lo menos posible, y si puedes poner pies en polvorosa y tomar distancia, mejor que mejor.
Finalmente, y poniendo el foco en la sociedad española ¿qué idea crees que merece la pena reivindicar en lo que respecta a nuestra manera de gestionar nuestras propias emociones?
Aceptar las imperfecciones propias y ajenas, apostar por el humor positivo y por ser generoso con los que tienes a tu alrededor, gratificar y reconocer los avances de las personas que quieres, mostrar gratitud, ser amable y condescendiente con uno mismo y con los demás, aceptar que no somos supermanes y que el sufrimiento forma parte de la vida y por último, vivir la vida con pasión y con intensidad; que la vida es muy chula y está repleta de personas fantásticas aunque a veces nos gaste verdaderas putadas.