Benedicto XIV: biografía del “Papa ilustrado”

Si existe un papa acorde a su tiempo, ese es Benedicto XIV (n. 1675- m. 1758). Fiel al espíritu de su época, el pontífice impulsó los estudios científicos en las universidades católicas y quitó para siempre el veto a la teoría heliocéntrica propugnada por Copérnico. Fue, además, un papa cercano y amable, que solía pasear por Roma y mezclarse con la gente. En el artículo de hoy hablamos de Benedicto XIV, el “papa ilustrado”.

Breve biografía de Benedicto XIV, el “papa ilustrado”

En los albores del siglo XVIII, la Ilustración estaba en su apogeo. Heredero directo de la Revolución Científica del XVII, el recién estrenado Siglo de las Luces impulsaba de forma nunca vista las ciencias y la educación, así como la libertad de pensamiento, que tan gran papel tendría posteriormente en la creación de los estados democráticos modernos.

En este contexto fue elegido Sumo Pontífice Prospero Lambertini, que eligió para su pontificado el nombre de Benedicto XIV y comenzó pronto un programa impulsor de los estudios científicos y las humanidades.

La creación de numerosas cátedras en las universidades católicas (entre ellas, una de obstetricia en la Universidad de Bolonia), unido a su gran cultura y su gusto por el saber, hicieron de este papa un impulsor de las ciencias y un auténtico abanderado de la Ilustración.

Una fulgurante carrera eclesiástica

Prospero Lorenzo Lambertini había venido al mundo en una familia noble de Bolonia, ciudad a la que siempre se sintió ligado, especialmente a su universidad, una de las más famosas y la más antigua de toda Europa. Sus padres, Marcello Lambertini y Lucrezia Bulgarini, pertenecían a la aristocracia; de esta forma, pudieron asegurar a su hijo una exquisita educación.

El joven Prospero estudió en el Collegio Clementino de Roma, donde se graduó en teología, retórica y filosofía. Más tarde completó su educación con el derecho canónico y civil, materias a las que siempre se sintió especialmente inclinado, en la insigne universidad pontificia de La Sapienza.

El extraordinario bagaje cultural del joven Lambertini casaba a la perfección con la época que le había tocado en suerte. Eran las primeras décadas del siglo XVIII, y Europa bullía de intelectualidad y progreso.

En Francia daban sus primeros pasos los enciclopedistas, y las diferentes monarquías europeas daban un giro a su política y la encaminaban al conocido despotismo ilustrado con que pretendían impulsar el progreso de sus respectivos países. Todavía era pronto para las revoluciones sociales, pero, sin embargo, la semilla estaba ya echada.

Tras una fulgurante carrera eclesiástica, Prospero Lambertini había accedido, en 1731, al arzobispado de su querida Bolonia. Pocos años más tarde, tras el dilatado cónclave que debía elegir al sucesor de Clemente XII (que duró nada menos que seis meses), Lambertini fue elegido papa y adquirió el nombre de Benedicto XIV. Empezaba un pontificado basado en la ilustración y el progreso.

Gran promotor de las ciencias y las humanidades

El nuevo pontífice hizo gala de su amplia cultura, pues pronto tomó bajo su protección a numerosos intelectuales e impulsó las ciencias y las humanidades en todas las universidades pontificias. Benedicto XIV llegó incluso a proponer una cátedra en la Universidad de Bolonia a la matemática Maria Gaetana Agnesi (1718-1799), en un tiempo en que las mujeres tenían absolutamente vetado el acceso a la enseñanza superior.

Agnesi era considerada una niña prodigio; a los trece años hablaba diversas lenguas (entre ellas, el hebreo, el latín y el griego) y, cuando cumplió los veinte años, se retiró completamente del mundo para dedicarse al estudio de las matemáticas.

Pero Agnesi no fue la única intelectual con la que el papa Benedicto XIV se relacionó. De hecho, era conocida su correspondencia con diversos pensadores del momento, entre ellos, el mismo Voltaire (1694-1778), con los que intercambiaba impresiones y discutía amigablemente sobre diferentes cuestiones de ciencia y religión.

En cualquier caso, una de las acciones por la que es más conocido este papa es su aprobación sin reservas de las teorías de Copérnico y Galileo. A partir de Benedicto XIV, la teoría heliocéntrica penetra en las universidades católicas para no irse ya jamás. Todo se imbuía en el proyecto papal de situar a la Iglesia católica en la vanguardia del progreso y la modernidad.

El papa admirado por los protestantes

La fama de ilustrado de Benedicto XIV trascendió el mundo católico y alcanzó a los países protestantes, que veían en él un modelo a seguir, si bien no en cuestión de fe, sí en el ámbito intelectual. Horace Walpole (1717-1797) (el escritor inglés famoso por ser el autor de una de las primeras novelas románticas, El castillo de Otranto), le dedicó un soneto en el que decía que Benedicto XIV era “el mejor de los papas”.

En realidad, la oda de Walpole no era exagerada. Interesado absolutamente por cualquier ámbito intelectual, Benedicto XIV impulsó nuevas cátedras en la Universidad de Bolonia y en la Universidad de La Sapienza; entre ellas, las de física, química y matemáticas.

Ya hemos comentado cómo había creado también una cátedra de obstetricia, una ciencia bastante olvidada en una época en que la mujer veía como su estatus decaía a pasos agigantados, a pesar del supuesto “progreso” del eminente Siglo de las Luces.

Y es que Benedicto XIV se interesó también por la medicina y la mejora de la salud de la sociedad. De hecho, simpatizó en seguida con la recién descubierta vacuna de la viruela e impulsó su implantación en todo el territorio de sus estados.

En otro orden de cosas, creó la Pontificia Accademia Archeologica, a través de la que dinamizó la arqueología (tomó bajo su protección a arqueólogos afamados como Johan Joachim Winckelmann) y espoleó los trabajos de restauración del Coliseo de Roma.

¿Una parte “oscura”?

Benedicto XIV fue el papa ilustrado por excelencia, el más intelectual, abierto y cercano a su pueblo. Cuentan que el pontífice gustaba de pasearse por Roma y mezclarse con la gente corriente; una de las anécdotas más suculentas en este sentido es la audiencia que dio al entonces rey de Nápoles y futuro rey de España Carlos III, que tuvo lugar en un café de la ciudad eterna. Como si de un encuentro entre amigos se tratara, realmente.

¿Podemos encontrar en este pontífice singular alguna parte “oscura”? De hecho, su posición sobre las misiones de Oriente es mucho más polémica. En sus bulas Ex quo singulari y Omnium solicitudinum cuestiona negativamente las prácticas de los misioneros cristianos en Oriente, que intentaban adaptar su lenguaje cristiano a las culturas nativas.

Esta asimilación fue rotundamente criticada por Benedicto XIV, y, para algunos historiadores, retrasó considerablemente la expansión del cristianismo en Oriente. Por otro lado, sin embargo, el papa se mostró siempre contrario al trato inhumano que recibían los nativos, así como a la esclavitud.

Benedicto XIV falleció el 3 de mayo de 1758, tras un pontificado de casi dos décadas. Ha pasado a la historia como el papa más moderno de su época y, sin duda, como el pontífice más ilustrado.