Muchas personas creen que la mente humana es aquello que da identidad a cada uno de nosotros, algo que constituye, en definitiva, la esencia de cada persona. Pero si bien es cierto que cada individuo es un mundo y que es relativamente fácil distinguir entre la manera de ser de diferentes personas, eso no significa que la mente no cambie. De hecho, en el mundo de la psicología el cambio es la norma, no la excepción.
Dado que lo queramos o no tanto nosotros como el mundo en el que vivimos vamos a parar por un proceso de cambio, lo que debemos hacer no es intentar que todo permanezca igual, congelado en el tiempo, sino desarrollar las habilidades necesarias para adaptarnos lo mejor posible a las experiencias por las que pasamos, incluso aquellas que resulten totalmente nuevas. En este sentido, el concepto de consciencia emocional nos ayuda a comprender una de las vertientes más importantes y a la vez más olvidadas de los procesos de cambio: el mundo de las emociones y de los sentimientos.
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¿Qué es la consciencia emocional?
El concepto de conciencia emocional no es fácil de explicar en una sola línea, ya que hace referencia al componente más complejo de la mente humana: las emociones. Sin embargo, resumiendo, puede ser entendido como el estado en el que se llega a comprender los patrones de activación emocional de modo que en vez de asistir pasivamente a su experimentación en primera persona, podemos hacer que trabajen en nuestro favor, dependiendo de los objetivos de desarrollo personal que nos hayamos propuesto.
Así, la consciencia emocional tiene que ver con un conjunto de habilidades que pueden ser aplicadas en el día a día, tanto para uno mismo como individuo como en los fenómenos grupales a través del liderazgo. A su vez, llegar a progresar en el dominio de estas competencias no tiene que ver exactamente con aprender conocimientos teóricos, sino con aplicar nuevas dinámicas y nuevos planteamientos a nuestras maneras de relacionarnos con el entorno y con nuestros propios procesos mentales.
En definitiva, la consciencia emocional surge como consecuencia de un aprendizaje vivencial.
Ejemplos sobre cómo desarrollarla
A continuación encontrarás varias pautas generales que dan una idea del tipo de actividades y hábitos relacionados con el desarrollo de la consciencia emocional.
1. El cuestionamiento de los propios motivos
Mucho de lo que hacemos o pensamos no se fundamenta en los motivos y las finalidades que solemos tener en mente cuando nos toca justificar lo que hacemos. Esta idea, que popularizó Sigmund Freud pero que ya había sido comentada por otros antes que él y que en las últimas décadas ha sido validada por numerosos estudios de la línea de investigación de la racionalidad limitada, tiene implicaciones a la hora de relacionarnos con nuestras emociones. Porque muchas veces creamos coartadas morales que ocultan lo que de verdad nos hace sentir mal o bien por algo.
Así pues, detenerse a analizar qué mecanismos psicológicos están realmente detrás de muchas de nuestras actitudes resulta liberador, porque nos permite actual sobre la raíz de algunas predisposiciones que nos crean problemas en el día a día.
2. Aprovechar el entorno para regular las emociones
Las personas no son islas; lo que hacen y piensan depende de lo que ocurre a su alrededor. Por eso, podemos modificar el entorno para entrar en estados emocionales que nos ayuden a alcanzar nuestros objetivos.
3. Distanciarse de la propia perspectiva
Aunque resulte paradójico, adoptar una perspectiva distanciada puede ayudarnos a comprender mejor lo que sentimos. El hecho de estar totalmente involucrados en una emoción no tiene por qué llevarnos a conocer mejor lo que ocurre; de hecho, nos puede llegar a cegar.
4. Acudir a cursos
Es posible entrenar la consciencia emocional apoyándonos en cursos que contienen los contenidos dirigidos específicamente a entrenar las competencias vinculadas a esta faceta psicológica.
La Escuela Europea de Coaching, por ejemplo, ofrece un programa formativo especializado, dirigido especialmente a psicólogos y coaches. Entre sus objetivos figuran la tarea de reconocer y gestionar las emociones involucradas en la cotidianidad del día a día, comprender los procesos biológicos tras ellos, y utilizar el potencial de nuestra capacidad para modular estados emocionales en nosotros o en otras personas que necesiten ayuda en este aspecto. Encontrarás más información sobre este programa accediendo a los datos de contacto de la EEC, haciendo clic aquí.
5. Aprender a controlar los tiempos
Hay momentos en los que es mejor aplazar ciertas decisiones, dependiendo de cómo nos sintamos. Saber hacer esto sin que se convierta en procrastinación es algo que puede ser muy útil para llegar al mejor de los resultados posibles en aquellos proyectos que nos fijamos.