La Gran Renuncia, o gran dimisión, es un fenómeno sorprendente que se inicia en Estados Unidos a mediados del 2020, en plena pandemia del COVID-19.
Súbitamente millones de trabajadores norteamericanos comenzaron a abandonar sus trabajos. Esta tendencia comenzó a extenderse rápidamente por todo el mundo, replicándose de manera casi mimética en casi todos los países occidentales industrializados.
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¿Qué hay detrás de la Gran Renuncia?
Las razones de esta profunda revolución silenciosa están aún por definir, dado lo reciente del fenómeno y de la ausencia de estudios al respecto. Pero los datos hablan por sí solos. En España, un estudio de Infojobs muestra que el 27% de los trabajadores de nuestro país tiene la intención de abandonar su trabajo durante el próximo año.
Muchos expertos consideran esta renuncia como una consecuencia más de la pandemia que ha asolado el planeta recientemente, mientras otros, la mayoría, entre los que se incluye mi persona, creemos que el COVID-19 no hizo sino dar el último empujón a una tendencia que se venía larvando con mucha anterioridad.
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La deriva de la percepción del contexto laboral
Efectivamente, desde hace mucho tiempo, sobre todo entre los más jóvenes y profesionales cualificados de mediana edad, se observaba un descontento y una desazón manifiesta con respecto a su puesto de trabajo y a su devenir profesional.
El estudio antes citado avala unas cifras que cuantifican las causas de esta desafección laboral. Del 27% de los trabajadores que planean dejar su puesto de trabajo, nada menos que un 32% lo haría por razones de salud mental. Un 27% fundamenta su decisión en razones económicas, un 26% aduce que quiere dedicarse a una actividad diferente y finalmente, un 24% necesita una mejor conciliación entre la vida laboral y personal.
En lo que nos toca, no podemos obviar el impacto que la salud mental tiene en este fenómeno. La pregunta es ¿será el deterioro mental, ya constatado, secundario a la pandemia, la causa de esta renuncia? ¿O serán las condiciones laborales en sí mismas, agudizadas por la pandemia, las que han disparado la tendencia?
Si consideramos las otras tres causas; razones económicas, cambio de actividad o necesidades de conciliación, tenemos que concluir que la pandemia es sólo la punta del iceberg y que de fondo hay una absoluta desilusión en las personas con respeto a su puesto de trabajo y el papel que este juega en su vida.
Sea antes el huevo o la gallina, el hecho es que tenemos otro argumento a la hora de explicar el incremento del deterioro de la salud mental a raíz de la pandemia y no es otro que la relación desesperanzada de muchos de nuestros ciudadanos con respecto a su presente y futuro laboral.
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La Renuncia Silenciosa
A este término, la Gran Renuncia (Great Resignation) o Gran Dimisión (Big Quit), se le ha añadido recientemente el de Renuncia o Dimisión Silenciosa (Quiet Quitting). Es decir, no es ya sólo el hecho de renunciar al puesto de trabajo, sino que, manteniéndose en el mismo, el trabajador se ajusta exclusivamente a su horario de trabajo y a las funciones predeterminadas, sin realizar ni una hora, ni un esfuerzo más de lo previsto en su contrato.
Un conocido tuitero, Zaidleppelin lo explica con meridiana claridad: “Tú no estás renunciando a tu trabajo, renuncias a la idea de crecer e ir más allá. Sigues haciendo tus tareas, pero no te suscribes a la cultura del esfuerzo (…) El trabajo no es tu vida”.
Esta reflexión puede ir ligada perfectamente a la del deterioro de la salud mental. En mi opinión, el mercado laboral se mueve en unos parámetros de exigencia e incertidumbre tan brutales que, unido a la cada ver menor retribución y menor valoración de los méritos del trabajador, han terminado por hacer mella en la motivación del mismo. Unos porque se quiebran anímicamente y otros porque no quieren poner en juego su salud mental, el caso es que el fenómeno resulta imparable.
Un ejemplo
No hace tanto tiempo recibí en mi consulta a un comercial de una empresa digital que venía a ofrecernos un servicio innovador. Era un gran comercial que, de hecho, consiguió que aceptara su oferta.
Sin embargo, en la conversación lo vi tan ansioso y desnortado que indagué un poco es su labor profesional. Era el trabajador 1865 de una enorme multinacional. Tal cual, dentro de la compañía tenía un número, era un número. Los complementos por objetivos de venta cumplidos aumentaban cada año, por lo que casi era mejor no vender tanto, dado que, al año siguiente, para conseguir la misma remuneración tenía que vender más y más, y así hasta el infinito.
Nuestra reunión acabó, con el contrato de su oferta firmado, él sentado en mi sofá haciendo terapia y finalmente renunciado a su puesto dentro de la flamante multinacional. Y no fui yo quién le empujó a renunciar, era algo que, en la línea de este artículo, él venía elaborando en su cabeza. Bastó un momento de calma, un sofá y un amigo para abandonar su locura laboral.
A modo de conclusión
Creo que estos fenómenos y tendencias, como casi todo, tienen un origen multifactorial, multicausal, pero en el fondo subyace el sentido de vida y la salud mental. Nuestro modelo productivo, laboral, nuestro modelo social e incluso, nuestro modelo de salud, están haciendo aguas, y esta vez no parece estar produciendo una revolución política o agitación callejera.
La respuesta está siendo silenciosa, una especie de desafección, de dimisión del tipo de vida y de trabajo en el que estamos inmersos y que ha empezado a perder sentido. Creo que los profesionales de la salud tenemos mucho que decir al respecto, so pena de que el deterioro de la salud mental, siga incrementándose de manera exponencial y acabe por desbordar el sistema.
Vitaliza Psicología De La Salud
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Centro de Psicología
Autor: Javier Elcarte. Fundador y director de Vitaliza. Experto en trauma.