Abundancia o escasez. ¿En qué paradigma vives? Y ¿desde cuál acompañas a los clientes?
Vivir desde una mentalidad de escasez genera miedo, y el miedo dispara conductas de protección aprendidas inconscientemente y no siempre beneficiosas para el individuo...
Por ejemplo, pensar "no soy suficiente" va a desatar un miedo a la soledad y un comportamiento que nos lleve a conformarnos con cualquier calidad de relación con tal de no estar solos, acarreando esto posiblemente muchas situaciones de sufrimiento, innecesarias.
Este tipo de mentalidad también se nutre de unas creencias donde "el otro" es el enemigo, debido a que el pensamiento de base de la escasez es "no hay suficiente para todos".
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Dos maneras de posicionarse en la mentalidad de abundancia o escasez
Se pueden dar diferentes casos. En primer lugar, el de quien piensa que lo merece todo, que actúa desde la mentalidad de "si tengo he de defenderlo para no quedarme sin ello" y de "si no tengo, he de pelear por tener". En esta manera de pensar, el individuo al menos se está ocupando del problema, viviendo en una tensión innecesaria, pero ocupando.
Surge un problema mayor cuando el individuo se siente incapaz de tener o conseguir con este tipo de reflexiones:
- No merezco
- No puedo
- No es para mí
Por mucho que haga la persona para salir de esa situación, eso solo cambiará los resultados momentáneamente.
Este tipo de mentalidad de escasez se genera en un paradigma de individualización, en el que la perspectiva es más bien lineal, de "principio y fin"; o eres el primero o eres el último o del montón. Sitúa a la persona en la normalidad; en este estado sentimos que estamos a salvo, y eso facilita que nos apalanquemos en lo que denominamos zona de confort.
Así, una perspectiva facilita el "yo gano, tu pierdes" o "yo pierdo y tú ganas". Es una manera de ver las cosas en la que "el ego" campa a sus anchas y toma decisiones sustentadas en el miedo inconsciente que produce la escasez. En esta manera de pensar, el individuo está bastante dormido porque toda su inquietud es al menos no quedarse el último o solo.
Todo esto acarrea mucha inadaptación a las circunstancias, prostitución emocional y desequilibrio, pensando solo en bienestar individual. Y lo peor de todo es que el sufrimiento que el individuo padece es real, vivido como tal e insostenible, porque no se puede bajar la guardia: o gano o pierdo.
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La capacidad de adaptación
Por el contrario, vivir una mentalidad de abundancia, propicia el equilibrio, la sostenibilidad, la conexión y toma de conciencia, la responsabilidad, la motivación intrínseca, y la disponibilidad de búsqueda de alternativas.
Vivir con abundancia, pensar con abundancia, está relacionado con una perspectiva sistémica, una conciencia de pertenencia a algo más grande que lo generado por una misma.
Es una perspectiva “circular” donde todos podemos contribuir y podemos tomar; es un fondo común, cada una aporta lo que tiene mejorando el todo y toma del todo lo que necesita para mejorarlo. Abre espacio a la generosidad, al agradecimiento, a la bondad, abre un espacio al otro desde el respeto.
Desde esta manera de ver las cosas tenemos nuestro propio espacio, contribuimos, y por tanto, no tenemos que pelear por "si soy capaz, si puedo o si merezco". En ella, la persona no se pierde en esas cuestiones de supervivencia, porque ya están cubiertas, y el miedo, cuando existe, surge desde un nivel de conciencia superior, con una mirada ecuánime para poder actuar contemplando todos los recursos que existen en el todo.
Cuando los profesionales del acompañamiento miramos desde ahí, les abrimos otros canales a nuestros clientes, desde la conexión consigo mismos. Desde la posibilidad de amarse tal como son y sobre todo desde la posibilidad de dejar de tener miedo de si mismos.
La abundancia fortalece la felicidad y el bienestar. Porque conecta con la esencia del ser humano y el ego se convierte en un aliado que me avisa cuando me despisto. La escasez la debilita porque conecta con el ego destructor.
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¿Cómo saber desde qué perspectiva hablan las personas?
Aquí te dejo unas claves para saber desde dónde está hablando tu cliente, o incluso desde donde estás pensando tú.
Pensamientos desde la escasez
- Se definen inocentes.
- Se justifican.
- Relatan.
- Se quejan.
- Hablan de manera impersonal, se ha caído.
- Suponen.
- Les gusta que les dirijan para no asumir responsabilidades ¿Qué tengo que hacer?
- Viven en el antes.
- Se apegan a sus expectativas.
- Reaccionan.
- Hablan sin sujeto.
- Quieren tener razón para reafirmarse.
Pensamientos desde la abundancia
- Informan no suponen.
- Hablan desde la responsabilidad, es decir se incluyen en los resultados.
- Explican, no justifican.
- Hablan en 1ª persona.
- Narran los hechos.
- Eligen son productivos.
- Aprenden de los errores.
- Actúan.
- Están en presente.
- Definen objetivos.
- Toman decisiones.
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Concluyendo
El cambio de lenguaje y de cómo nos dirijamos a nuestros clientes va a suponer darles un lugar distinto y mostrarles un camino desde el que pueden encontrar soluciones distintas a sus situaciones y problemas.
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Solo es una reflexión, a mí me funciona. La escasez y la abundancia generan mundos distintos, y a la hora del bienestar personal es fundamental por donde estamos mirando.
Lo que hay es lo que hay, más lo que yo haga con lo que hay va a depender de cómo me posiciono en esta vida.