“Por pensar tanto en que lo quería hacer bien, termine haciéndolo mal.” En el mundo del fútbol profesional, los pequeños detalles pueden marcar grandes diferencias. Pero a veces, un solo comentario puede tener un impacto mental mucho mayor del que se espera. Eso fue exactamente lo que le ocurrió a un arquero profesional con el que trabajé recientemente.
Días antes de un partido importante, su entrenador le hizo una observación técnica: “Tienes que mejorar la salida”. Un comentario breve, aparentemente inocente, pero que quedó tatuado en su mente. Durante nuestra sesión, este futbolista lo expresó con claridad: “Por pensar tanto en que lo quería hacer bien, terminé haciéndolo mal”.
Cuando el control bloquea el rendimiento
A partir de ese comentario, algo cambió. Su necesidad de hacerlo bien se transformó en una obsesión por controlar cada movimiento. Su mente se volcó al detalle técnico: el paso, el impulso, la postura, el tiempo... Todo se volvió consciente. Dejó de fluir.
La saturación de pensamientos llevó a una dispersión del foco. Su estado mental pasó de la confianza a la tensión, y su cuerpo lo reflejaba: músculos rígidos, respiración irregular y un alto nivel de exigencia que lo desconectaba de su intuición y del momento presente.
Este es un fenómeno común en el deporte de alto rendimiento. Cuanto más se intenta controlar un movimiento que debería ser automático, más probable es que falle. Y lo más peligroso es que este patrón mental puede instalarse sin que el atleta lo note.
La curva de aprendizaje: volver para avanzar
Desde el modelo de la curva de aprendizaje de Albert Bandura, este futbolista se encontraba en una regresión. Había pasado de un estado de competencia inconsciente, donde ejecutaba sin esfuerzo consciente, a una fase anterior: la competencia consciente.
En esta etapa, el deportista sabe que no lo está haciendo bien y necesita prestar atención a cada paso para mejorar. Es una fase válida y parte del proceso de evolución, pero si no se aborda correctamente, puede generar frustración, dudas y un descenso del rendimiento.
Mi primer trabajo con él fue justamente ese: ayudarlo a reconocer en qué fase se encontraba y entender que no era un retroceso, sino una señal de que algo estaba ajustándose en su sistema. La clave era no quedarse estancado ahí, sino avanzar nuevamente hacia la competencia inconsciente, donde el cuerpo vuelve a ejecutar de forma natural.
Del juicio a la conciencia
Trabajamos en soltar el juicio interno y en observar sus pensamientos desde la curiosidad. ¿Qué me estoy diciendo antes de actuar? ¿Desde dónde quiero ejecutar esta acción: desde el miedo o desde la confianza? ¿Estoy reaccionando a un comentario o respondiendo desde mi experiencia?
Estas preguntas permitieron que recuperara una mirada más amable sobre sí mismo. Porque el problema no fue el comentario del entrenador, sino el valor que él mismo le dio. Al ver esa exigencia interna con distancia, pudo empezar a soltar el control y a recuperar el foco. Con base en su toma de conciencia, diseñamos un plan de acción mental y físico. Incluía:
- Ejercicios de respiración para recuperar el ritmo natural antes de cada partido.
- Visualizaciones previas centradas en la sensación de fluidez y automatismo.
- Anclajes corporales para reconectarse con momentos en los que su salida fue efectiva.
- Trabajo de foco atencional: aprender a distinguir entre lo que puede controlar y lo que debe dejar que suceda.
Todo esto con el objetivo de desactivar la hiperconsciencia técnica y volver a confiar en el cuerpo. Porque el cuerpo ya sabe.
El flow no se fuerza
Este proceso me recordó algo que suelo decir a los deportistas con los que trabajo: el flow no se fuerza, se permite. Cuando confiamos en nuestra preparación, cuando nos permitimos jugar sin miedo al error, es cuando realmente accedemos a nuestro máximo potencial.
Si eres deportista profesional y sientes que estás en una etapa donde el control te está alejando de tu mejor versión, recuerda esto: tu valor no está en ejecutar perfecto, sino en aprender a navegar los momentos en los que no todo fluye.
La conciencia de tus procesos mentales es la llave para desbloquear tu rendimiento. Y como le dije a este arquero antes de su siguiente partido: "No pienses tanto en hacerlo bien. Solo recuerda cuánto has entrenado para esto. Y suelta".


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