Históricamente, todo lo relacionado con la psicología ha sido asociado a un concepto tan utilizado como complejo: lo espiritual. El hecho de que cada individuo tenga su propia consciencia y subjetividad ha sido la base de muchos debates filosóficos y también científicos en el ámbito de la psicología, las neurociencias y otras disciplinas similares.
¿Pero cuál es exactamente ese nexo entre la mente y lo que conocemos como "espíritu"? Está claro que no existe una respuesta definitiva y consensuada acerca de esto, pero sí puntos de vista interesantes e informados sobre ello. En esta entrevista conoceremos el punto de vista de la experta en Zen Coaching Lidia González Alija.
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Entrevista a Lidia González Alija: la dimensión espiritual en terapia
Lidia González Alija es coach especializada en Zen Coaching y, desde un enfoque humanista, ofrece sus servicios sobre todo a través del formato online a través de su plataforma Exploración Interior. En esta entrevista nos habla acerca del modo en el que las terapias orientadas hacia los problemas emocionales se vinculan con el concepto de lo espiritual.
¿Se tiende a asumir incluso hoy en día que el cuerpo y el espíritu son dos sustancias radicalmente separadas?
Nuestro cuerpo es nuestro vehículo físico a través del cual podemos interactuar en este mundo. Normalmente tendemos a sobre-identificarnos con él y con nuestra mente, ya que en esta ilusión de realidad física ellos son lo que percibimos que somos y, por tanto, lo que percibimos que nos define, de manera superficial. Esta es, de hecho, la fuente de la mayoría de nuestros sufrimientos.
Pero la buena noticia es que somos mucho más que un cuerpo y un sistema de personalidad anclado a él. Somos una entidad absolutamente ilimitada y con un potencial infinito.
En tu opinión, cuando se habla de que en los procesos terapéuticos hay que mirar más allá de lo material y tener en cuenta lo espiritual, ¿a qué aspectos de la vida se hace referencia?
A nuestro Ser esencial, a esa entidad ilimitada. Nuestro ego o personalidad está construida en base a nuestras experiencias pasadas y las de nuestro linaje familiar. Llevamos una carga muy grande de estrategias de defensa, adaptación y evasión que se han creado a lo largo de nuestra historia para ayudarnos a sobrevivir en un mundo que percibimos como hostil.
Todo esto son capas, máscaras, armaduras que toman la forma de patrones de comportamiento, pensamientos limitantes y reacciones automáticas. En un principio las creamos para protegernos y, a largo plazo, bloquean nuestro potencial y naturaleza ilimitada y esconden nuestra verdad última, ese Ser esencial.
¿En qué consiste la propuesta del Zen Coaching, y cómo se adapta a cada persona y a su subjetividad?
Consiste, esencialmente, en crear el espacio idóneo para poder atravesar todas esas capas de personalidad o ego que están apartándonos de nuestra verdadera naturaleza y potencial.
Esto lo hacemos en las sesiones incorporando la actitud meditativa, es decir, posicionándonos como observadoras conscientes de nuestra experiencia interior y como lugar de acogida amable de todas nuestras experiencias internas, tal y como son.
En ese proceso, yo incorporo además técnicas de terapia humanista, terapia sistémica, arte terapia, somatic experiencing, visualizaciones... que nos ayudan a traer cualquier experiencia emocional al momento presente, para desde ahí poder acogerla y procesarla.
Hay un tremendo poder de sanación en procesar nuestras experiencias emocionales a través de sentir las sensaciones físicas que se manifiestan en nuestro cuerpo. Esto hace que la energía estancada que nos bloquea tenga el permiso para ser movilizada y fluir de nuevo, y también es un sendero que nos lleva hacia nuestro Ser verdadero, atravesando a nuestro ritmo esas capas de personalidad que nos apartan de él.
¿Cómo se relaciona la meditación con el concepto de la espiritualidad?
La meditación consiste en observar todas las experiencias que ocurren en el momento presente, haciéndonos conscientes de ellas y aceptándolas tal y como son. Es decir, consiste en posicionarnos en un constante sí a la vida tal y como viene, y tal y como la sentimos.
Cuando meditamos podemos observar nuestra mente, nuestras sensaciones corporales, nuestras percepciones y emociones. Si el cuerpo y la mente son el objeto de nuestra observación, ¿cuál es el sujeto? Ahí está la clave. El sujeto es ese Ser verdadero, eres tú y yo, somos todos, más allá de lo visible y palpable. Esta es la dimensión espiritual.
A través de la meditación conectamos con nuestra naturaleza inmaterial e ilimitada porque nos da la oportunidad de tomar la distancia suficiente de la realidad física con la que normalmente nos identificamos.
¿Y qué papel juega lo espiritual en el desarrollo personal en general?
Para mí es difícil concebir el desarrollo personal sin una dimensión espiritual. Lo que solemos buscar en el desarrollo personal es satisfacer nuestras necesidades esenciales para sentirnos más plenos. Y esas necesidades esenciales son nuestra esencia, lo que ya somos en el fondo (bajo todas nuestras capas de ego/personalidad). Así que parece que lo que realmente estamos buscando es conectar con esa esencia, con ese yo profundo del que nos sentimos apartados.
El desarrollo personal es, en mi opinión, la expresión para nombrar el camino que nos lleva a conectar de nuevo con nuestro Ser verdadero y con el potencial único que hay en él, y a traerlo con integridad a esta realidad material en la que operamos. Y esa es exactamente mi intención cuando acompaño a personas a través de mis sesiones.