Un concepto tabú se refiere a las prohibiciones implícitas sobre los comportamientos o pensamientos humanos que son considerados inaceptables o inmorales dentro de una cultura. Inicialmente surgieron como forma de proteger a los individuos de enfrentar deseos conflictivos. En otras palabras, son una forma encubierta de legitimar conductas sociales, pero la condición del tabú está dada por aquello de lo que no se habla y se elude. Los mismos se encuentran relacionados con aspectos fundamentales de la identidad y la moralidad personal.
Es decir, podría interpretarse como una deformación de una instancia de ley social en donde no es necesaria la supervisión externa, ya que el mismo penetra la esencia humana guiando el comportamiento sin ser dicho de manera manifiesta y donde no se expresan las razones lógicas del mismo. Las violaciones del tabú conllevan sentimientos negativos que afectan la salud mental del individuo, debido a que pueden limitar la expresión y el reconocimiento de ciertos problemas psicológicos, como los relacionados con la sexualidad o la muerte.
Función Social de los Tabúes
Los tabúes ayudan a mantener la cohesión social al establecer normas y expectativas compartidas, como lo que está bien y lo que está mal, actuando como una forma de control social que refuerza la conformidad y la estabilidad dentro de una comunidad. Es decir, generan adhesión a la pertenencia o a la exclusión de un grupo, ya que no revisten exhaustivo análisis.
Es diferente una norma que un tabú, ya que en el tabú la condición es que no se pregunte el origen o la razón del mismo, sino que se acepte y se cumpla.
Evolución del Tabú del Sexo
El concepto del tabú sobre el sexo ha evolucionado a lo largo de la historia, influenciado por cambios culturales, religiosos, sociales y científicos. Anteriormente, el sexo estaba íntimamente ligado a la religión y los ritos de fertilidad. Las prácticas sexuales eran a menudo vistas como sagradas y esenciales para la fertilidad de la tierra y la continuidad de la comunidad. Aunque el sexo era una parte aceptada de la vida cotidiana, las normas sociales imponían restricciones sobre las relaciones sexuales fuera del matrimonio y las prácticas sexuales consideradas inapropiadas por el grupo.
En la antigüedad, la sexualidad era abierta tanto en Egipto como en Roma; sin embargo, también existían temas prohibidos como la relación considerada incestuosa entre miembros de la realeza para mantener la pureza de la sangre. Con el cristianismo, los tabúes sobre el sexo se volvieron más estrictos. La sexualidad fuera del matrimonio era vista como pecado, y la Iglesia promovía una visión del sexo como algo que debía ser restringido a la procreación dentro del matrimonio.
Revolución Sexual del Siglo XX
A partir del siglo XIX y especialmente durante el siglo XX, se produjo una revolución en las actitudes hacia la sexualidad. La Revolución Sexual de la década de 1960 en adelante desafió muchos tabúes tradicionales, promoviendo una mayor libertad sexual y la aceptación de la diversidad sexual. Los movimientos de derechos civiles, feministas y LGBTQ+ desempeñaron un papel crucial en la desestigmatización de la sexualidad y en la lucha por la igualdad de derechos. El enfoque en el consentimiento, la educación sexual y la liberación sexual contribuyó a la redefinición de los tabúes sexuales.
En la actualidad, la sexualidad es reconocida como un aspecto fundamental del bienestar humano y se promueve una mayor educación sexual y apertura. Sin embargo, persisten tabúes en algunas culturas y comunidades, y el acceso a la información sobre sexualidad sigue siendo desigual.
El Nuevo Tabú: El Envejecimiento
Sin embargo, pareciera que las sociedades no se arman fuera del tabú, y hoy en día, si bien sobre el sexo y la sexualidad hay más apertura, nos encontramos con un nuevo concepto para reprimir: el envejecimiento, asociado hoy a algo desechable y fuera del desarrollo de la realidad de la vida.
El concepto de envejecimiento ha cambiado considerablemente a lo largo de la historia, reflejando transformaciones en la comprensión científica, las actitudes sociales y las condiciones de vida. El siglo XIX marcó el inicio del estudio científico del envejecimiento. Investigadores comenzaron a examinar los procesos biológicos relacionados con la vejez. Se introdujeron conceptos como la "debilidad de la vejez" y se hicieron algunos esfuerzos por entender las enfermedades relacionadas con la edad.
En muchas sociedades, la vejez sigue siendo vista con ambivalencia. Los ancianos son respetados por su experiencia, pero también se les considera una carga económica y social. La industrialización y la urbanización cambiaron las estructuras familiares y afectaron el papel y el estatus de las personas de tercera edad en la sociedad.
A medida que la investigación científica sobre el envejecimiento se expandió, se desarrollaron diversas teorías sobre los procesos biológicos del envejecimiento. Estas incluyen la teoría del desgaste y la teoría genética, entre otras. La investigación en geriatría y gerontología se convirtió en campos importantes de estudio.
Desde una perspectiva psicológica, el tabú del envejecimiento puede entenderse como un reflejo de los miedos y ansiedades humanas frente al proceso natural del envejecimiento. La sociedad contemporánea, obsesionada con la juventud y la belleza, tiende a marginar a las personas mayores, relegándolas a roles secundarios y limitando su visibilidad en la esfera pública. Este fenómeno puede tener un impacto significativo en la autoestima y el bienestar emocional de los individuos mayores, perpetuando un ciclo de discriminación basada en la edad.
Cambios en la Actitud hacia el Envejecimiento
Las actitudes hacia el envejecimiento comenzaron a cambiar con el auge de los movimientos por los derechos civiles y el aumento del enfoque en la calidad de vida. Se empezaron a valorar más las contribuciones y los derechos de las personas mayores, y se está intentando promover un envejecimiento activo y saludable.
Pero aún falta mucho para que se logre la dignificación del paso de la vida como algo natural y no como una minusvalía. La longevidad se ha incrementado y el concepto de envejecimiento activo ha ganado popularidad. Pero necesitamos saber si este es un objetivo real y para todos.
Teñido por las redes sociales, las personas mayores que aparecen en ellas tienen una apariencia juvenil y activa, algo que es correcto y deseable, pero poco se ve de aquel que no combate el paso del tiempo de manera externa o artificial. Aun hoy se escucha que hay cosas que no deberían hacerse debido a la edad que se tiene. También existen algunos espacios en los que se promueve la salud y actividad física, pero se restringe a las personas de determinada edad en adelante asistir a ellos.
La discriminación solapada es real y esto trae sus consecuencias. Existe un doble mensaje en el cual se habla de inclusión, pero controlada; es decir, para pertenecer debes ser un viejo joven. Divertirte, disfrutar del amor o aquellas conductas que pueden parecer propias solo en la adolescencia son observadas con cierta ternura por la sociedad, dejando entrever que es el estado del cuerpo el que dirige las emociones. Entonces, cuerpo joven emociones jóvenes, cuerpo viejo ternura o nostalgia, es allí donde el prejuicio se encuentra anclado.
Impacto Psicológico del Envejecimiento
Según mi práctica en el consultorio, estos sentimientos comienzan a aparecer a partir de los 50 años tanto en hombres como en mujeres. Obviamente, esta no es una aseveración radical, pero debo decir que se encuentran con mucha frecuencia. Sentir que hay que cambiar la identidad y disfrutar de la madurez como un joven es suponer que la experiencia no nos sirvió de nada. Pretender vivir la pasión o el amor como a los 20 años podría llevarnos a toparnos con ciertas restricciones físicas, pero lo cierto es que sentir la pasión o el amor como a los 20 es absolutamente posible.
El incremento en la esperanza de vida y el envejecimiento demográfico han llevado a una mayor presencia de personas mayores en la población. A medida que las sociedades envejecen, surgen nuevos desafíos y paradigmas sociales relacionados con el envejecimiento activo, la inclusión y la dignidad en la vejez. Sin embargo, junto con estos cambios demográficos, también se observa un aumento en los estigmas y los tabúes relacionados con la vejez.
A medida que el tabú del envejecimiento se consolida, surgen preguntas importantes sobre cómo podemos abordar y cambiar estas percepciones negativas. Sería interesante insistir en la inclusión activa de las personas mayores en todos los aspectos de la vida social y cultural, esto permitiría desafiar esos estigmas y fomentar una representación más positiva del envejecimiento en la sociedad. Es crucial promover políticas que apoyen el envejecimiento saludable y activo, así como eliminar barreras que limiten la participación de los adultos mayores en la vida comunitaria.
