Un proceso de duelo es un proceso complejo tanto a nivel psicológico como emocional, al que nos enfrentamos cuando perdemos a un ser querido (por ejemplo en una muerte, separación…).
Cada persona lo vive a su manera, si bien es cierto que muchas veces necesitamos ayuda profesional para superar esta etapa vital.
Por otro lado, las rumiaciones obsesivas en el duelo se dan en muchas personas. Pero, ¿en qué consisten éstas? ¿Qué características tienen? ¿Cómo aparecen? ¿Tienen alguna función psicológica? ¿Qué ejemplos de las mismas conocemos? En el presente artículo responderemos a todas estas cuestiones.
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Rumiaciones obsesivas en el duelo: características
Antes de adentrarnos en el tema de las rumiaciones obsesivas en el duelo, vamos a recordar qué son las rumiaciones obsesivas. Éstas consisten en un tipo de pensamiento de carácter repetitivo, que nos genera ansiedad y malestar, y que no nos permite llegar a ninguna conclusión válida (en definitiva, se trata de ir dándole vueltas a ideas persistentes).
En los procesos de duelo (cuando fallece un familiar o amigo, en una separación o divorcio, etc.), es frecuente la aparición de este tipo de rumiaciones.
En cuanto a sus características, sabemos que conllevan una falta de acción en la persona que las sufre (es decir, pasividad), así como falta de expresión de afectos y una pérdida de la visión general de las cosas (porque con ellas, nos centramos en una única parte de la realidad).
¿Cómo aparecen?
¿Cómo aparecen las rumiaciones obsesivas en el duelo? Sabemos que éstas se manifiestan, frecuentemente, a través de pensamientos descontrolados y de tipo intrusivo: emergen en la consciencia sin que lo pretendamos, y sin aviso.
Las formas que adoptan son, del tipo: “Y si…”, “Si pudiera volver atrás…”, “Todo es mi culpa”, “Si hubiera actuado diferente…”, “No puedo vivir sin él/ella”, “No puedo vivir sin él/ella”, etc.
Dichos pensamientos aparecen en la mente de la persona de forma recurrente (repetitiva), y nos hablan de aspectos, situaciones o elementos que nuestra mente aún no puede aceptar; todo esto está relacionado con tres elementos principales: las circunstancias de la muerte de esa persona, la relación que hemos perdido y las consecuencias de dicha pérdida.
¿Cómo actúan?
Las rumiaciones obsesivas en el duelo se manifiestan a través de una tendencia de búsqueda; es decir, a través de ellas, exploramos determinados elementos o circunstancias que (esperamos) expliquen o justifiquen la causa de la muerte de esa persona que hemos perdido.
Hemos puesto algunos ejemplos de dichas rumiaciones; sabemos, además, que muchas veces éstas adquieren forma de pregunta. De esta manera, a través de ellas nos preguntamos: ¿Por qué? ¿Cómo fue? ¿Qué ocurrió?
Las rumiaciones obsesivas en el duelo también se manifiestan a través de una gran fijación por los detalles que acompañan a la muerte de esa persona; la mayoría de veces se trata de detalles insignificantes o que realmente no son importantes.
Así, se convierte en constante la “vocecilla” (una voz ajena, imaginada) que nos pregunta, a nosotro/as mismos/as: ¿Y si…? (“Y si no hubiera actuado así, y si me hubiera despedido, y si le hubiera dicho que le quería, y si…”).
A través de estas rumiaciones, nos obsesionamos con responder a preguntas que, seguramente, no tienen respuesta, creyendo que dicha respuesta nos traerá sensación de alivio (cuando en realidad, no tiene por qué ser así).
Focalización
Por otro lado, a través de estos pensamientos intrusivos nos focalizamos en los síntomas negativos que han surgido a raíz de la muerte por la que estamos en duelo, así como en las posibles causas y consecuencias de la misma.
También nos centramos -y esto es muy común-, a través de estos pensamientos, en intentar entender el por qué de dicha muerte (buscamos un significado a la misma, un sentido). El resultado de todos estos procesos es que tendemos a darle vueltas y más vueltas a cosas o ideas sin llegar a ninguna respuesta clara (ni sanadora), desgastando nuestro estado de ánimo y nuestra energía.
La obsesión propia de las rumiaciones
Por otro lado, las rumiaciones obsesivas en el duelo, como su propio nombre indica, se basan en la obsesión. En las obsesiones, la experiencia de la realidad es mental; ¿qué quiere decir eso? Que no vivimos, sino que pensamos en vivir. Así, todo se centra en nuestra mente, en darle vueltas a las cosas, en buscar respuestas, en divagar... sin llegar a poner nada en práctica.
En dicha experiencia mental, nos focalizamos en un aspecto concreto de nuestra realidad (o en algunos de ellos); en este caso, aspectos relacionados con la muerte de la persona fallecida, o con nuestro proceso de duelo. A raíz de todo ello, lo que ocurre es que perdemos la visión general de la situación; nos perdemos gran parte de la realidad, por esa fijación en analizar detenidamente sólo una parte de ella (muchas veces, una parte ínfima de la misma).
De esta manera, perdemos mucha información relevante (información que, todo sea dicho, para nosotros/as en ese momento no tiene sentido o importancia). Esto se traduce en una pérdida de perspectiva y objetividad, y en una visión fragmentada y reduccionista de lo que está ocurriendo realmente a nuestro alrededor.
Así, podemos caracterizar (o definir) la obsesión propia de las rumiaciones obsesivas en el duelo, como una fijación cognitiva rígida e inflexible, que no nos deja avanzar en nuestro proceso de duelo y que, además, dificulta un proceso sano y adaptativo.
Consecuencias de las rumiaciones
La fijación en tan solo una parte de la realidad que tiene como consecuencia directa una inacción por nuestra parte; de esta manera, no actuamos, sólo pensamos (más que pensar, nos “ofuscamos” en ciertos tipos de pensamiento).
A esta inacción (o pasividad), se le suma una gran sensación de soledad, característica de esta etapa vital que estamos viviendo, y que es el duelo.
De esta manera, las personas que presentan frecuentes rumiaciones obsesivas en el duelo suelen tender al aislamiento, lo que les impide conectar con su entorno (esto incluye las cosas de su alrededor, las personas, el paisaje…) y consigo mismas.
Impacto en el comportamiento
Las rumiaciones obsesivas en el duelo también tienen un impacto en el comportamiento de la persona que está viviendo este proceso, y que se traduce en: mirar al suelo, hablarse a uno mismo (o a las circunstancias), perder el contacto con el medio y consigo mismas, etc.
En cuanto a esto último, frecuentemente ocurre que la persona presenta dificultades para conectar con su experiencia subjetiva y con lo que está explicando a los demás.
Funciones psicológicas
Sin embargo, a pesar de que las rumiaciones obsesivas en el duelo son un mecanismo, en cierta manera, patológico, también es cierto que cumplen una serie de funciones psicológicas. Esto es así porque la mente, aunque a veces nos juegue sus “trampas”, muchas veces tendrá la función de protegerse a sí misma (o de evitarnos el sufrimiento).
Dichas funciones, propuestas por Payás (2008), se clasifican en tres grandes grupos: relacionadas con el trauma de la muerte, relacionadas con la vinculación y relacionadas con la negación del dolor. Vamos a ver qué funciones corresponden a cada grupo y en qué consiste cada una de ellas:
1. En relación con el trauma de la muerte
En este caso, las funciones psicológicas de las rumiaciones obsesivas son dos: mejorar la predictibilidad (de lo que ocurrirá), y buscar un significado a la muerte.
2. En relación con la vinculación
Aquí encontramos también dos funciones: por un lado, reparar la sensación de culpa, y por el otro, continuar con la vinculación (relación) con esa persona que ya no está.
3. En relación con la negación del dolor
Finalmente, en el tercer grupo encontramos las siguientes funciones de las rumiaciones: ofrecen un sentido de control y estabilidad y estabilizan el ego frágil y dependiente que nos ha quedado tras el trágico suceso.
Referencias bibliográficas:
- Freeston, M.H y Ladouceur, R. (1997). Análisis y tratamiento de las obsesiones. En V.E. Caballo (Dir.), Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos (Vol. 1, pp. 137-169). Madrid: Siglo XXI.
- Payás, A. (2008). Funciones psicológicas y tratamiento de las rumiaciones obsesivas en el duelo. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 28(102): 307-323.