En la gran mayoría de las ocasiones, los fármacos son entendidos como parte de los recursos de los que se dispone en el mundo de la medicina para curar o tratar enfermedades de todo tipo; y en buena parte, esto es verdad.
Sin embargo, considerar que un fármaco tan solo existe en la forma de una ayuda que el doctor pone a disposición del paciente es ver únicamente una parte de la historia. A fin de cuentas, los medicamentos no aparecen espontáneamente a partir de la nada; surgen a partir de sustancias que ya existen en la realidad que nos rodea, y siguen las leyes de la física. Es por eso que la mayoría de medicamentos tienen efectos secundarios, además de efectos terapéuticos; y entre estas consecuencias inesperadas, cabe tener en cuenta que algunos fármacos pueden generar adicción. Veamos por qué ocurre esto y qué se puede hacer al respecto en el ámbito de la psiquiatría.
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¿Por qué los psicofármacos pueden generar adiciones?
En primer lugar, abordemos esa idea algo contraintuitiva de que un medicamento puede llegar a generar una patología tan severa como una adicción: ¿cuáles son las causas de esto? Lo primero que hay que saber para entenderlo es que la única manera de que un medicamento genere un trastorno adictivo es introduciéndose en las neuronas del encéfalo e interactuando con sus células nerviosas de una determinada manera. Esto significa que tan solo una pequeña porción de los fármacos están asociados a este riesgo, y además, no todos los psicofármacos dan lugar a este problema.
Los medicamentos que tienen efectos en el cerebro (y, por tanto, también en la mente en mayor o menor medida) son los psicofármacos. Estos contienen principios activos en forma de moléculas capaces de atravesar la barrera hematoencefálica (una capa protectora que mantiene el cerebro relativamente protegido de las sustancias que van mezcladas con la sangre en el sistema circulatorio) y que son captadas por las neuronas.
Estas últimas funcionan emitiendo y captando constantemente moléculas generadas por el propio organismo, los llamados neurotransmisores; es su manera de comunicarse entre ellas. Y cuando reciben una sustancia proveniente de un psicofármaco, pueden llegar a tratarla como si fuese un neurotransmisor. A fin de cuentas, lo importante de una molécula no es su origen, sino las reacciones químicas que puede desencadenar.
Precisamente esta es la manera de trabajar de medicamentos como los antidepresivos o los antipsicóticos: intentan “compensar” el funcionamiento de un cerebro que en algunos aspectos está descompensado químicamente. Sin embargo, como los principios activos no dejan de ser elementos carentes de una inteligencia con la que saber dónde deben actuar y dónde no deben hacerlo, los efectos secundarios son una posibilidad para la que hay que prepararse.
Y en este sentido, una de las consecuencias indeseadas que pueden aparecer es la adicción. Esto ocurre cuando el psicofármaco, asociado a un cierto modo de consumo, entra en una dinámica de estimular demasiado el sistema de recompensa del cerebro, esa parte de nuestro sistema nervioso que nos lleva a querer repetir una y otra vez ciertas acciones debido a cómo nos hacen sentir.
En definitiva, en varios sentidos, lo hay una línea divisoria clara que separe los psicofármacos, por un lado, y las sustancias consideradas drogas, por el otro; la lógica fundamental en la que ambas sustancias interactúan con las neuronas es la misma, aunque en el caso de las primeras, han demostrado que bajo supervisión médica son útiles en el tratamiento de algunas alteraciones psicológicas y psiquiátricas.
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La dependencia a un medicamente no es lo mismo que una adicción
Técnicamente, los conceptos de dependencia y de adicción no hacen referencia al mismo fenómeno. Tan solo hablamos de una adicción cuando el cerebro funciona de una manera anormal que predispone a la persona a sentir la necesidad de realizar una acción para aliviar el síndrome de abstinencia. Sin embargo, la dependencia a un medicamento puede ocurrir al usar sustancias que no alteran significativamente el funcionamiento del cerebro, pero que sí alteran otros tejidos celulares del cuerpo y hacen que sea necesario seguir consumiendo para que el organismo funcione con normalidad.
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¿Qué soluciones hay ante el riesgo a la adicción a un medicamento?
No hay una manera totalmente infalible de evitar la aparición de una adicción a un psicofármaco; sin embargo, sí hay protocolos y estrategias para reducir al mínimo el riesgo. Todo pasa por seguir de una manera muy disciplinada las indicaciones de los médicos que han recetado un psicofármaco (no olvidemos que una sustancia solo puede ser considerada psicofármaco en el contexto de una terapia y de unas indicaciones médicas en forma de instrucciones de consumo).
Así, varios de los aspectos más relevantes para evitar la adicción a un fármaco son los siguientes:
- Tomar exactamente las cantidades recomendadas; ni más ni menos.
- Tomar el fármaco con la frecuencia indicada por el médico.
- Informar inmediatamente sobre cualquier efecto secundario inesperado.
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