A lo largo y ancho de la historia y la geografía, se pueden encontrar un sinfín de corrientes psicológicas, filosóficas, sociológicas y religiosas que han tratado de ofrecer respuestas a los interrogantes existenciales de la vida que como individuos dotados de inteligencia nos hemos podido plantear.
Cuando alguien se sumerge en el estudio de cualquier disciplina de las anteriormente nombradas, se suele sorprender con ejemplos de pensamiento que, pareciendo coetáneos a nuestras preguntas, poseen en la mayoría de los casos cientos, sino miles de años de antigüedad. Para las mentes curiosas, carentes de prejuicios, no resultará una tarea difícil adentrarse en las diversas fuentes de sabiduría que han tratado, con mayor o menor éxito, de resolver dichas cuestiones de una manera efectiva.
Siendo capaces de establecer nexos asociativos entre aquellos fundamentos últimos de dichas corrientes, podemos encontrar una serie de pilares de sabiduría que han servido de base para ofrecer respuestas ayer y hoy.
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Conocerse, aceptarse, superarse
En ese esfuerzo por encontrar el mínimo común divisor del equilibrio personal, hemos podido identificar tres aspectos básicos que se repiten una y otra vez en diversas técnicas y corrientes que se podrían resumir en la frase de San Agustín: “Conócete, acéptate, supérate”.
En las convencionales terapias cognitivo conductuales, encontramos cómo una base de creencias o pensamientos, no siempre conscientes para el individuo, activan, mantienen o dirigen sus comportamientos, siendo preciso para la vuelta a la normalidad, atravesar una serie de fases del tratamiento que consistirían fundamentalmente en:
1. Evaluación
Identificar los factores causales de la conducta a través de una exploración previa con distintos tipos de herramientas de evaluación.
2. Intervención
Empleo de técnicas de modificación cognitiva y conductual, encaminadas a la recuperación de niveles normales de comportamiento en referencia al baremo general.
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3. Seguimiento
Revisión periódica de la consecución de los objetivos de la intervención y propuestas de mejora.
Principios del crecimiento personal desde el Coaching
En la tan denostada y muchas veces mal tratada técnica de Coaching, según el modelo CAR de John Whitmore, se reconocen tres principios básicos para su funcionamiento que se resumirían en las siglas de dicho acrónimo.
1. Conciencia
Estaría formada por una parte objetiva, proveniente de las posibilidades que nos ofrecen nuestros propios sentidos. Lo que vendría a ser el hardware personal. Y una parte subjetiva, proveniente del sistema de creencias, valores, historia de aprendizaje y demás influencias socioculturales adquiridas, que modifican nuestras interpretaciones sobre la realidad cotidiana. Correspondería con el "software" personal.
2. Autocreencia
Como base fundamental para el desarrollo exitoso de la técnica, se trabaja en la idea de que el individuo posee todos los recursos personales necesarios para superar las dificultades que se le planteen, entendiendo que su papel en esta historia no es el del fin mismo, sino el del medio para alcanzarlo.
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3. Responsabilidad
Una vez interiorizados los pasos previos de conocimiento y aceptación, el protagonista del proceso de coaching asume la responsabilidad de acción, comprometiéndose con la ejecución de nuevos procesos que puedan dar lugar a nuevas soluciones. En definitiva, salir de la famosa zona de confort y afrontar el camino de la superación.
Las claves del desarrollo personal según las ACT
Terminando este repaso, encontraríamos las conocidas terapias de tercera generación, y en concreto la ACT o Terapia de Aceptación y Compromiso. Como su propio nombre indica, este tipo de terapias renuncian a los antiguos esfuerzos cognitivos conductuales por luchar contra la propia naturaleza personal, encontrando la clave del desarrollo y el bienestar en:
La aceptación
La aceptación, previo autoconocimiento, puede ser vista como una herramienta necesaria para superar las desviaciones de la norma en materia de pensamientos, sentimientos y comportamientos, incorporando ciertos matices de carácter emocional respecto a las técnicas antecesoras.
El compromiso
El compromiso, como voluntad personal de protagonizar el cambio conforme a las características y valores de nuestra propia naturaleza personal.
Encontrar el equilibrio psicológico
Como se puede observar, existen múltiples maneras de enfocar una situación, un mismo problema, de afrontar un reto. Pero si hacemos un esfuerzo de observación, no resulta complicado encontrar esas bases o pilares comunes que sustentan el equilibrio personal.
En UPAD Psicología y Coaching somos conscientes de ello y nos gusta acudir a todo tipo de fuentes de conocimiento para implementar nuestra metodología de trabajo y ofrecer a nuestros usuarios todas las herramientas a nuestro alcance en pro de su rendimiento, bienestar y satisfacción personal.