¿Es la identidad de género una invención occidental?

Exploramos esta diversa construcción cultural más allá de las fronteras occidentales.

Identidad de género invención occidental

La identidad de género ha sido un tema de debate y reflexión a lo largo de la historia, especialmente en las últimas décadas, debido principalmente al creciente reconocimiento de la diversidad de experiencias y expresiones de género más allá de la tradicional dicotomía masculino - femenino. Un concepto que ha generado controversia es la idea de que la identidad de género es una invención exclusiva de las culturas occidentales modernas.

Esta postura sostiene que la clasificación rígida entre los géneros y las categorías asociadas a ellas serían el resultado de las estructuras sociales y políticas propias de la sociedad occidental, especialmente desde la llegada de la modernidad y los estudios de género.

Sin embargo, al explorar diversas culturas y tradiciones de todo el mundo, se observa que la comprensión del género no es homogénea y que, en muchas partes del mundo, las identidades de género han sido reconocidas de manera diversa y fluida desde tiempos ancestrales. En este artículo, se argumentará que la identidad de género no es una creación exclusiva de Occidente, sino una construcción social universal que ha adoptado múltiples formas en diferentes contextos culturales.

A través del análisis de ejemplos de culturas no occidentales, se demostrará que las identidades de género diferentes a la norma han sido reconocidas y respetadas de diversas maneras mucho antes de la conceptualización moderna que ha prevalecido en las sociedades occidentales.

Contextualización histórica y cultural

La identidad de género no ha sido siempre comprendida de la misma forma en todas las culturas. En muchas sociedades, la existencia de roles de género flexibles o múltiples ha sido una constante, mucho antes de que se definieran de forma moderna en Occidente. Por ejemplo, algunas culturas indígenas de América del Norte reconocen la figura de los two-spirit, personas que encarnan características tanto tradicionalmente consideradas femeninas como masculinas.

Este concepto es tan integral a sus tradiciones que no se limita a la biología, sino que abarca aspectos espirituales y sociales. La identidad de los two-spirit no se relaciona directamente con la transexualidad en el sentido occidental moderno, sino que son individuos con roles específicos en la comunidad a la que pertenecen, considerados un puente entre lo masculino y lo femenino, respetados por su capacidad de navegar entre ambos mundos.

En el Pacífico Sur, en Samoa, el término fa’afafine describe a individuos que nacen como hombres, pero que adoptan roles tradicionalmente vinculados con el género femenino. Aunque no se considera que sean mujeres trans, la persona fa’afafine no encaja en la dicotomía de género masculina o femenina, y la sociedad samoa lo reconoce como una identidad válida y respetada. Esta identidad ha existido durante siglos, y es un ejemplo claro de cómo diferentes culturas tienen sus propios entendimientos y construcciones de género, sin la influencia de los marcos occidentales.

Estos ejemplos muestran que la identidad de género es un fenómeno culturalmente diverso, que ha existido en diversas formas en distintas partes del mundo mucho antes de ser sistematizado en el pensamiento occidental moderno. La noción de que las identidades de género son una invención de la cultura occidental carece de fundamento cuando se observa la historia global.

El enfoque occidental de la identidad de género

Aunque las identidades de género han existido en diversas culturas a lo largo de la historia, el enfoque moderno de Occidente sobre la identidad de género ha evolucionado principalmente en los últimos siglos. En particular, la idea de género como una construcción social más compleja y diversa se ha consolidado a partir del siglo XX, gracias a las teorías feministas, los movimientos LGBTIQ+ y los estudios de género. Sin embargo, esta evolución no implica que la identidad de género sea una “invención”, sino más bien una conceptualización más detallada y matizada.

En las sociedades occidentales tradicionales, la identidad de género se basaba en gran medida en la binariedad: hombre o mujer, con roles y expectativas claras para cada uno. No obstante, a partir de la segunda mitad del siglo XX, los movimientos feministas y las teorías queer comenzaron a desafiar esta rigidez, proponiendo que el género no es una categoría fija ni biológica, sino una construcción social, influenciada por factores culturales, históricos y políticos. Pensadores como Simone de Beauvoir, Judith Butter y Michel Foucault han sido fundamentales en la expansión de esta visión, que reconoce que el género es fluido y se configura en la interacción social y la identidad personal.

La aparición del concepto de “género” en lugar de “sexo” en la década de 1950 marcó un hito en esta transformación, separando los aspectos biológicos de los roles y expectativas sociales. La identidad de género comenzó a ser entendida como un espectro, permitiendo una mayor flexibilidad y reconocimiento de las identidades que no se ajustan a la tradicional clasificación binaria. Esto fue reflejado más tarde en las luchas por los derechos civiles de las personas transgénero, quienes luchaban por el reconocimiento de su identidad, que no coincidía con el género asignado al nacer.

Por lo tanto, aunque el estudio y la conceptualización de la identidad de género en Occidente han sido relativamente recientes, la existencia de múltiples identidades de género no es un fenómeno exclusivo de esta cultura. Más bien, Occidente ha contribuido a darles visibilidad y a teorizar sobre ellas, ampliando la comprensión global del género.

Argumentos que apoyan la existencia de identidades de género no occidentales

La idea de que las identidades de género son una invención exclusivamente occidental queda seriamente cuestionada cuando se examinan las tradiciones y culturas de otros continentes. A lo largo de la historia, diversas culturas han reconocido y respetado formas de identidad de género que no se ajustan a las normas binarias occidentales, evidenciando que estas identidades son universales y no producto de una modernidad occidental.

1. Two-spirit

En muchas culturas indígenas de América del Norte, el concepto de two-spirit ha existido durante siglos. Este término no se refiere simplemente a personas que cambian de género, sino a individuos que son considerados como poseedores de dos energías o roles, tanto masculinos como femeninos, lo que les otorga una posición especial dentro de sus comunidades. Los two-spirit no solo eran aceptados, sino que a menudo ocupaban roles espirituales o rituales importantes. Este entendimiento del género como algo fluido y multifacético es completamente ajeno a la rígida división entre hombre y mujeres que caracteriza muchas sociedades occidentales.

Además, este concepto existía mucho antes de la colonización europea, lo que refuerza la idea de que las identidades de género no fueron una “invención” de Occidente, sino una manifestación de realidades culturales que existieron de forma paralela en diferentes partes del mundo.

2. Fa’fafine

En el Pacífico Sur, la cultura samoana ha reconocido a los fa’afafine, personas que nacen como hombres, pero adoptan roles de género tradicionalmente femeninos. Los fa’afafine no son considerados transgéneros en el sentido occidental, sino más bien una categoría de género propia y diferenciada, en la que el individuo no se ajusta a la dualidad hombre - mujer. Esta identidad es respetada y reconocida socialmente, y el fa’afafine tiene un papel importante en la sociedad, especialmente en lo que respecta a las relaciones familiares y comunitarias.

3. Cultura yoruba

En África, la situación también es diversa. En las culturas yoruba de Nigeria, se reconocen múltiples formas de expresión de género. A menudo, las personas se identifican con roles de género flexibles que no siempre se alinean con las categorías binarias occidentales. De hecho, en muchas sociedades africanas precoloniales, las identidades de género no se limitaban a los términos masculinos o femeninos, sino que existían variaciones que permitían que las personas vivieran en armonía con sus propias identidades y roles sociales.

Estos ejemplos subrayan la idea de que la identidad de género no es una creación exclusiva de la cultura occidental, sino un fenómeno global que varía en función de las tradiciones, creencias y estructuras sociales de cada sociedad. La multiplicidad de identidades de género en culturas no occidentales demuestra y deja patente que el género, lejos de ser un concepto rígido, estable y limitado, es una construcción social profundamente vinculada al contexto cultural y a las normas históricas de cada grupo.

Conclusiones

La identidad de género no es una invención ni creación ligada a la cultura occidental. A lo largo de la historia y en diversas culturas, existen una rica variedad de conceptos y prácticas relacionados con el género entendido de una forma diferente a la binaria, desafiando el binomio hombre-mujer, principalmente occidental. Ejemplos como los two-spirit en las culturas indígenas de América del Norte, los fa’afafine en Samoa y las identidades fluidas ligadas a la cultura yoruba africana, demuestran que las identidad de género son universales y han sido comprendidas de manera diversa en todo el mundo.

Aunque Occidente ha desarrollado teorías más complejas sobre el género en los últimos siglos, esta conceptualización no implica que el género sea una invención moderna, sino una evolución de ideas que se ha nutrido de realidades sociales y culturales previas. Así, la identidad de género debe entenderse como una construcción culturalmente diversa, respetuosa de las variaciones y tradiciones de cada sociedad.

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Javi Soriano. (2025, febrero 19). ¿Es la identidad de género una invención occidental?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/es-identidad-genero-invencion-occidental

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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