¿Qué relación hay entre la mente y el cuerpo? ¿Existe una distinción clara entre ambas cosas, en primer lugar? Este tipo de preguntas son cuestiones filosóficas de primer orden que durante siglos han atraído el interés de muchos pensadores. Con el surgimiento de la Psicología, este tema pasó a adoptar nuevas implicaciones prácticas que nos han llegado hasta hoy en día.
¿Qué relación hay entre las emociones y el cuerpo en el que son experimentadas? Para entender mejor esta cuestión, entrevistamos a una experta: la psicóloga Casilda Jáspez.
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Entrevista a Casilda Jáspez: el vínculo entre el cuerpo y lo emocional
Casilda Jáspez es psicóloga experta en problemas emocionales y comunicativos, y atiende tanto de manera online como en su consulta situada en Granada. Aquí nos habla acerca de los sentimientos y su relación con lo que ocurre en nuestro organismo, desde su perspectiva como profesional del bienestar psicológico.
¿Es un error considerar que la mente y el cuerpo son dos entidades claramente separadas?
El tema de la dualidad mente cuerpo ha existido siempre a lo largo de la historia del pensamiento, desde Descartes con su “Pienso, luego existo”, hasta el nacimiento de la psicología en el siglo XIX, donde se comienza a concebir la mente como algo que no es independiente al cuerpo. No obstante, resulta difícil llegar a un acuerdo sobre este tema y hay quienes continúan recurriendo a esa dualidad.
Pienso que los seres estamos hechos de una parte de materia orgánica, donde estaría también la mente en cuanto a algo tangible y visible, con sus células, estructuras, y proceso químicos, que van a dar lugar a procesos mentales tales como la percepción, el pensamiento, la memoria, la conciencia, las emociones y sentimientos, y por otra parte estaría esa mente invisible e intangible con sus estados mentales que siempre van a ser subjetivos e influidos por nuestras emociones y pensamientos, pero que ellos también van a influir en los procesos del organismo, por lo que mente y cuerpo, lo tangible, y lo intangible y subjetivo, van intrínsecamente unidos influyendo uno sobre el otro.
El cuerpo sin duda alguna responde a nuestra manera de pensar, sentir y actuar.
¿Crees que los problemas de gestión de los sentimientos suelen ser pasados por alto porque no generan síntomas tan claros como las enfermedades físicas?
No existe una desvinculación entre dolencia física y psíquica, qué duda cabe que en toda enfermedad física hay una influencia y componente emocional y psíquico, no digo causa aunque a veces sí, digo relación y no creo, que los síntomas causados por problemas emocionales no sean tangibles y claros, están ahí en las fobias, los ataques de pánico, la ansiedad generalizada, la depresión y una larga lista, que van a influir también en el cuerpo como organismo causando enfermedad fisca, lo complicado y poco visible es saber lo que hay detrás de ese síntoma, a que responde ese estado emocional, que es lo que de alguna manera te está enfermando.
¿Qué tipos de alteraciones en el organismo pueden estar causados en gran parte por una mala gestión de las emociones?
Algunos estudios afirman que alrededor del 50% de las enfermedades tienen origen emocional, otros incluso lo elevan a un 80% haciendo responsable de un gran número de patologías al estrés, ese gran mal del mundo moderno.
Está comprobado científicamente que los estados emocionales negativos causan no solo depresión psíquica, también son circunstancias que deprimen al sistema inmunológico haciéndonos más sensibles y vulnerables a padecer ciertas enfermedades; resfriados comunes constantes, faringitis, problemas dermatológicos, e incluso el cáncer puede ser la respuesta a un estado emocional persistente en el que las células se rinden ante un estado de estrés prolongado y entran en shock dando lugar a una multiplicación anormal de estas.
Los problemas digestivos también tienen un fuerte componente emocional, junto con los cardiacos, la hipertensión, problemas de autoinmunidad, alergias, contracturas musculares, migrañas, y una extensa lista de complicaciones, no olvidemos que algunos estudios atribuyen al estrés más de cien dolencias.
¿Y en el sentido contrario, qué tipo de alteraciones emocionales suelen ser producidas por enfermedades médicas?
Como ya vengo apuntando, las alteraciones psicológicas y físicas se influyen mutuamente, pero ciñéndome a la pregunta y para no extenderme demasiado, podría decir que en líneas generales tanto la ansiedad como los estados depresivos son propios de las enfermedades crónicas, en las que se producen cambios significativos en el entorno de los pacientes que afectan a su calidad de vida y bienestar.
El enfado, la ira, son emociones que se apoderan de una persona al ser diagnosticada de una enfermedad, también la angustia, el miedo o la indefensión ante situaciones graves.
Otra de las emociones que puede acarrear el padecer una enfermedad física es la culpa, el pensar que no nos hemos cuidado lo suficiente, y no podemos olvidarnos del sentimiento de vergüenza que algunas enfermedades con un fuerte estigma social como por ejemplo el VIH pueden hacer sentir.
En aquellos casos en los que los sentimientos han llevado a que el paciente desarrolle complicaciones psicológicas y físicas, ¿qué se suele hacer desde la terapia psicológica?
Pues el primer paso es escuchar, hay que dejar hablar al paciente, ayudarle a que exprese lo que siente, lo que le pasa y como lo vive. No hay que intentar consolarlo, se debe dejar que se desahogue ya que en muchas ocasiones no ha podido hacerlo, bien por el mismo o bien porque las personas de su alrededor, en su afán de ayuda no le han permiten que exprese su tristeza o su dolor. Tampoco hay que intentar minimizar su problema, aunque su preocupación sea desproporcionada al problema en sí, porque así es como esa persona lo está viviendo.
Tras esos primeros pasos en los que esa persona ha podido expresarse y poner sobre la mesa sus emociones, se continua trabajando con esa información intentando que el paciente profundice en sus sentimientos reprimidos, porque en todo problema psicológico existe siempre la causa real y tangible que lo está produciendo y otra también inconsciente, siendo esta totalmente subjetiva y particular.
Es fundamental encontrar el verdadero origen psicológico de sus dolencias y trabajar, especialmente esas emociones problemáticas, intentando que el paciente sepa de ellas, sepa qué tiene él que ver con eso que le pasa, solo así podrá hacer algo con ello, se trataría no en dar consejos ni ofrecer herramientas de afrontamiento, se trata de que cada cual encuentre las suyas. Como dijo Michel Foucault, la normalidad es un invento moderno.
Hay situaciones que no se pueden cambiar como posiblemente también formas de sentir, pero si transformar y hacer otra cosa con ellas. Hace unos años atendí a una persona que se encerró en casa y rompió todo contacto social después de haber sido diagnosticada de una enfermedad crónica, de la cual se avergonzaba y no aceptaba tener, su encierro duro unos años, evidentemente terminó por superarla y aceptarlo, pero le costó tiempo y lo interesante de este caso es que aunque no pudo evitar sentir lo que sentía, decidió ponerse a estudiar, lo hizo a distancia, y se diplomo en una disciplina que hoy ejerce y que le aporta mucha satisfacción personal.
Como profesional de la salud mental, ¿qué hábitos de gestión de las emociones crees que la gente suele subestimar?
La gestión emocional, tiene que ver con ese concepto tan de moda en estos tiempos de la inteligencia emocional, entendida como las capacidades y habilidades psicológicas que implican el sentimiento, entendimiento, control y modificación de las emociones propias y ajenas, y sobre este concepto y desde mi opinión habría que puntualizar algunas cosas.
Primero, yo me pregunto algunas veces si realmente somos inteligentes emocionalmente, a diario vemos tanto en nuestra propias vidas como en las de las personas que nos rodean, la realización continua de conductas perjudiciales hacia nosotros, que aun sabiendo que lo son, no somos capaces de dejar hacer.
Por otra parte tampoco tengo claro que la inteligencia emocional consista en identificar las emociones de los demás, se trataría más bien de conectar con las propias, reconocerlas y aceptarlas mediante una integración entre esas emociones que no nos guatán o cuestan reconocer y esas otras que nos agradan, de esta forma favoreceremos el autoconocimiento lo que nos hora también ser más empáticos.
Y por último aludiendo al control y entrenamiento emocional no creo que una persona cambie su estructura porque tenga que sonreír cuando está sintiendo otra cosa, o deba ser positivo cuando lo que le sucede no lo es para nada. La inteligencia emocional es algo que existe dentro de cada uno y tenemos que desarrollar e integrar y requiere que nos conozcamos más a nosotros mismos.
Esa sería la clave, el autoconocimiento, la aceptación y trabajar con lo que sí, con lo que si soy, con lo que si siento, y no con lo que no, con esos debería, debería sentir así, debería hacer esto otro, que tanta frustración causan, es decir no buscar ni perseguir una manera de pensar y sentir bajo un ideal y una perfección que no existe.
Lo resumiría en; conectar con nuestras emociones, fomentar el autoconocimiento y aceptarlas e integrarlas, las que nos agradan y las que no.