Hay quien piensa que los psicólogos se dedican a dar terapia solamente para satisfacer su curiosidad en un sentido puramente intelectual; para poder estudiar al ser humano como quien observa una colonia de bacterias desde un microscopio. Esta manera de entender la psicoterapia no solo es incompleta, es falaz: en muchos casos, es justamente el componente humano y empático el que hace que muchas personas decidan dedicarse a esta profesión.
Este es el caso de Guillermo Orozco, psicólogo canario que dejó atrás una prometedora trayectoria profesional dedicada a la publicidad para dar un volantazo a su vida y convertirse en psicólogo. Su testimonio muestra que la vocación, en ocasiones, puede imponerse a la inercia de seguir trabajando en algo por el simple hecho de no tener que adaptarse a un cambio.
Entrevista a Guillermo Orozco: psicoterapia como filosofía vital
Guillermo Orozco es Psicólogo General Sanitario especializado en terapias de tercera generación y cognitivo-conductual, con consulta en Las Palmas de Gran Canaria. Su trayectoria profesional es una declaración de intenciones: cambiar de profesión y de ciudad puede merecer la pena si es para desarrollarse como profesional por motivos vocacionales. En las siguientes líneas hablamos con él.
Guillermo, antes de adentrarte en el ámbito profesional de la psicología trabajaste en el mundo de la publicidad, e incluso tuviste tu propia agencia en ese sector. ¿Qué es lo que hizo que decidieras darle un cambio a tu vida empezando a estudiar psicología?
Fueron varios motivos los que me llevaron a plantearme el cambio de trayectoria profesional, pero el más importante fue mi propio proceso de autoconocimiento y crecimiento personal. Empecé a trabajar muy joven, desde los 17 años estuve sirviendo copas, y con 19 combinaba el trabajo de diseñador gráfico con el de camarero. Cuando conseguí ahorrar un poco de dinero me asocié para montar una agencia de publicidad en Las Palmas de Gran Canaria. Fueron buenos años y el negocio marchaba bien, pero siempre sentí que me faltaba algo.
Empecé a leer mucho sobre crecimiento personal, psicología, filosofía, metafísica y espiritualidad. Mis valores e inquietudes personales estaban cambiado, sentía que estaba evolucionado como ser humano, y el simple hecho de vivir para trabajar, ganar dinero, casarte, tener hijos, comprarte una casa, un coche… dejó de tener sentido para mí. En mi interior se desarrolló una gran compasión por el sufrimiento humano y me inquietaba el sentido que le damos a la vida. Me di cuenta de que lo realmente importante son las personas y las emociones que compartimos, y sentí la necesidad de poner mi granito de arena para hacer de este mundo un lugar mejor.
Entonces tomé la decisión de darle a mi vida un sentido más profundo y dedicarme a algo que realmente mereciera la pena. Sé que suena como un cliché, pero decidí dedicarme a ayudar a las personas, y lo conseguí.
Aunque en el mundo del marketing haya mucho de psicología, probablemente ya en el paso a la universidad y posteriormente a la formación de posgrado notaras un cambio importante en lo que hacías. ¿Pudiste adaptarte sin problemas durante todo el proceso que te llevó a ser psicólogo?
Cuando empecé a estudiar la carrera por la UNED seguía trabajando como diseñador web freelance, así que supuso un gran esfuerzo por el poco tiempo del que disponía, pero disfruté mucho de esos años. Cada libro que leía, cada nueva asignatura, era profundizar más y más en un mundo que me apasionaba. Estudiaba y leía todo el tiempo libre que tenía, incluidos sábados y domingos. Este esfuerzo se reflejó en mi expediente académico, el cual fue muy bueno y me permitió elegir universidad para estudiar el Máster en Psicología General Sanitaria.
La mayor dificultad la encontré cuando me fui a Madrid a estudiar el Máster, ya que me costó mucho adaptarme a la ciudad. Echaba mucho de menos el mar, a mi familia, a mis amigos, y a la que en esa época era mi pareja. Además, Madrid es una ciudad con un ritmo difícil de llevar, nunca olvidaré el metro de Nuevos Ministerios a las 8 de la mañana, con cientos de personas empujándose para entrar…
Pero el esfuerzo de nuevo mereció la pena, ya que yo quería estudiar y aprender con los mejores, y la Universidad Autónoma de Madrid tiene una de las mejores Facultades de Psicología de España. Así que, al terminar el máster, ya me sentía seguro y preparado para empezar mi andadura profesional como psicólogo.
La popularización de la psicoterapia online en los últimos años es un hecho. ¿Crees que los psicólogos deben adoptar una nueva manera de gestionar su marketing personal para aprovechar el potencial de este tipo de terapia?
Definitivamente el marketing personal es imprescindible para cualquier profesional, máxime si quieres dirigir parte de tu trabajo al mundo online. En mi experiencia, es muy positivo dedicar esfuerzo y una importante inversión económica en marketing, ya que así llegas a muchas más personas, más allá de tu propia localidad. Tengo una página web que actualizo regularmente publicando artículos en mi blog, estoy en varios directorios profesionales, publico anuncios en Google AdWords, redes sociales, etc.
Cuando te dedicas a una profesión sanitaria, como es la terapia psicológica, tratas con personas que están sufriendo y necesitan de un profesional capacitado. El hecho de que los pacientes puedan conocerte y confiar en ti antes de la primera consulta, es imprescindible. Gracias al marketing digital y las redes sociales, las personas que contactan conmigo ya me conocen ampliamente, y saben que depositan su confianza y su salud en alguien que la merece, y no en un desconocido.
¿Qué crees que los psicólogos pueden aprender acerca del ser humano si se fijan en el ámbito de la publicidad?
Realmente es la publicidad la que lleva años nutriéndose de los descubrimientos en psicología. Sabemos cómo las personas pueden tomar decisiones basadas en emociones, y luego las “racionalizan”, como confían en marcas por la mera exposición continua a ellas, o asociándolas a personas que admiran, etc. Lo que yo he aprendido del ser humano fijándome en la publicidad es que necesitamos confiar en algo, necesitamos poder creer y estar seguros de que lo que estamos haciendo tiene sentido.
Necesitamos que nos comprendan y que nos valoren, necesitamos evolucionar, amar, y ser amados… todo esto es lo que nos ofrecen los publicistas en sus campañas, pero eso no lo conseguiremos comprando los productos que nos ofrecen, lo conseguimos conociéndonos a nosotros mismos, y creciendo como personas.
Un coche nuevo no te hará más seguro de ti mismo, lo hará una autoestima saludable. Tener el último smartphone no hará que tengas más y mejores amigos, eso se consigue con habilidades sociales. Un perfume carísimo no te hace más atractivo, lo hace un comportamiento asertivo, seguridad en ti mismo y carisma. La publicidad nos enseña que las personas buscan la felicidad y el bienestar, pero seguimos buscando fuera de nosotros lo que tenemos que buscar en nuestro interior.
¿Qué aspectos de la intervención psicológica te llamaron más la atención durante tu paso por la universidad? ¿Se corresponde con aquello en lo que terminaste especializándote?
Cuando estuve en Madrid tuve la suerte de estudiar con maravillosos profesionales que alimentaron mi pasión por la profesión. En particular, las asignaturas de terapia de pareja me resultaron apasionantes, así que decidí profundizar en ese tema. En la actualidad es una de mis áreas favoritas de trabajo, de hecho, muchas de las consultas individuales que atiendo tienen que ver con temas de pareja, con lo que es un tema recurrente en mi consulta.
Por otro lado, pude profundizar en las terapias de tercera generación, especialmente Aceptación y Compromiso, y Mindfulness. Este tipo de terapias están indicadas en determinados casos, como pueden ser rumiaciones, pensamientos intrusivos, recaídas en depresión, trastornos de personalidad, entre otros. Tras finalizar el máster seguí estudiando cómo poder aplicar estas técnicas en consulta, y hoy en día las combino con la terapia cognitivo-conductual tradicional.
Constantemente surgen nuevas investigaciones interesantes en el ámbito de la psicología, por lo que siempre hay novedades. ¿En qué te interesa más seguir formándote hoy en día?
Mi trabajo diario es como terapeuta en una consulta privada, tratando problemas de ansiedad, depresión, autoestima, estrés, problemas emocionales, miedos, fobias, etc., así que todo lo que estudio actualmente es psicología aplicada a la terapia, para poder ser más eficiente a la hora de ayudar a mis pacientes.
Como comenté antes, las terapias contextuales de tercera generación (Terapia de Aceptación y Compromiso, Mindfulness, Terapia Integral de Pareja, y Terapia Dialéctica Conductual) me están siendo de gran ayuda para el día a día, ya que son herramientas que se complementan perfectamente con lo que estudié durante mis años de universidad.
La terapia psicológica científicamente comprobada, y que tiene unos resultados demostrados, es la cognitivo-conductual. Esta es el tipo de terapia que se aprende oficialmente en la enseñanza reglada, y es la que constituye la base de mis tratamientos, pero me he dado cuenta de que hay personas y situaciones en las que, por ejemplo, el Mindfulness y la Terapia de Aceptación y Compromiso, funcionan de maravilla. Existen numerosos estudios científicos que avalan los resultados de las terapias de tercera generación, así que cada vez me siento más seguro de la utilidad de estas técnicas.
El objetivo es que las personas que vienen a mi consulta mejoren lo más rápidamente posible y evitar las recaídas, así que todas las herramientas que pueda incluir en mi repertorio terapéutico serán de gran utilidad. Además, me encanta mi profesión, y me apasiona leer, estudiar, y estar actualizándome continuamente con los últimos avances en terapia psicológica.
Estudiaste y trabajaste en Madrid, pero volviste a tu tierra natal, Canarias. ¿Se notan diferencias en cuanto a la manera de trabajar en un sitio o en otro, o en el tipo de necesidades de los pacientes?
Una vez te has criado junto al mar, eso no se olvida. Decidí volver a Canarias por la calidad de vida, por mi familia, el clima, los deportes acuáticos y la calidad humana de la gente de aquí.
Una de las cosas que me llamaron la atención de las personas que acudían en Madrid a terapia, era que muchas de ellas eran de pueblos de provincia que se habían mudado por trabajo. Estas personas, aunque llevaban años viviendo y trabajando en la capital, seguían sintiéndose solos y echaban de menos su lugar de nacimiento.
En Madrid trataba mucha ansiedad, estrés laboral, y sentimientos de soledad y tristeza. El perfeccionismo, la autoexigencia, la necesidad de control, la baja tolerancia a la incertidumbre, la falta de inteligencia emocional… Todo esto hace estragos en las personas que viven en una gran ciudad, en la que la vida es extremadamente competitiva. Allí estamos rodeados de miles de personas, pero a menudo te sientes muy solo.
En Las Palmas de Gran Canaria, a pesar de ser una ciudad grande, ya que es la novena más poblada de España, el ritmo es diferente. El mar, el clima y la cercanía de todos los servicios pueden ayudar mucho al buen estado de ánimo de las personas, aunque la sensación de aislamiento puede influir negativamente.
Los problemas que veo en consulta realmente no difieren mucho de lo que trabajaba en la capital: ansiedad, estrés, depresión, problemas de pareja, baja autoestima, problemas emocionales, trastornos de comportamiento y miedos e inseguridades en niños, problemas de desadaptación en adolescentes, etc.
¿Crees que la terapia online y los avances tecnológicos que vayan surgiendo harán que dentro de poco casi no importe si el psicólogo está físicamente lejos de los pacientes?
Yo practico la terapia online por videollamada, y procuro que los pacientes busquen un sitio recogido y tranquilo para las sesiones, que tengan una buena conexión a Internet y que usen ordenador de sobremesa o portátil. Creo que es necesario que la videollamada se aproxime lo más posible a estar frente a frente con una persona. En la terapia psicológica es fundamental la comunicación, y todo en nosotros comunica, no solo las palabras. El lenguaje corporal es imprescindible para poder recibir un mensaje correctamente, por eso es muy importante poder ver bien a la persona que está al otro lado de la pantalla.
Las ventajas de la terapia por videollamada son muchas, ya que se puede compaginar mejor con la ajetreada vida que llevamos, puedes llegar a personas en lugares aislados que no cuentan con profesionales cualificados cerca, o incluso a personas que quieren recibir terapia en español y que residen en el extranjero.
Las nuevas generaciones están muy acostumbradas a comunicarse de esa forma, por mensajes, videollamadas de móvil, mensajes de audio, etc. Creo que la opción de la terapia online será cada vez más demandada, y debemos estar preparado para ello como profesionales de la salud mental.