Desde los albores de la filosofía, el ser humano se ha hecho varias preguntas: ¿hasta qué punto la conciencia es algo únicamente humano? ¿otros animales tienen conciencia? ¿incluso los más simples? ¿las rocas, el agua, las hierbas… todo esto podría tener conciencia?
El panpsiquismo es el conjunto de doctrinas filosóficas en las que se defiende que la conciencia no es algo exclusivo de la especie humana, que otros seres vivos e, incluso, elementos inanimados pueden tenerla o tener percepciones subjetivas del mundo que los envuelve.
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¿Qué es el panpsiquismo?
La palabra panpsiquismo (del griego “pan”, “todo, cualquier cosa” y “psiché” “alma, mente”) hace referencia al conjunto de doctrinas filosóficas en las cuales se sostiene que no son solo las personas los seres quienes tenemos una conciencia. Es decir, los panpsiquistas creen que otras formas de vida o, incluso, objetos que, a primera vista llamaríamos inanimados, pueden poseer cualidades propiamente conscientes o tener una percepción subjetiva del mundo que les rodea.
Cabe destacar que las ideas panpsiquistas no son todas iguales. Hay quienes defiende la visión de que no solamente los animales que, desde una perspectiva muy antropocéntrica, se les podría clasificar como superiores o que, gracias a su cerebro más o menos grande y desarrollado, serían capaces de albergar consciencia. Esta visión de ser consciente también ha sido relacionada con insectos, plantas e, incluso, microorganismos. El panpsiquismo más extenso y radical defiende la idea de que la experiencia subjetiva es ubicua: se encuentra en todas las cosas.
Antecedentes históricos
A continuación veremos de forma breve de cada período en el que se ha presentado, de una u otra forma, doctrinas panpsiquistas, sus autores y cuál era su visión exacta del concepto de conciencia en todas, o casi todas, las cosas.
1. Grecia Clásica
Aunque no tenían un término específico para definir la idea que se encuentra en el concepto del panpsiquismo, ya desde tiempos de la Antigua Grecia se filosofó acerca de la conciencia y la experiencia subjetiva.
En tiempos anteriores a la escuela socrática, Tales de Mileto, quien es considerado el primer filósofo, defendía la idea de que “todo estaba lleno de dioses”, es decir, tenía una visión panteísta de la naturaleza.
Según Tales, dentro de cada objeto, cada animal, cada granito de arena, se encontraba algo con propiedades similares a lo que entendemos por conciencia. Esta idea es considerada una de las primeras doctrinas panpsiquistas.
Años más tarde, Platón, exponiendo su filosofía, defendió la idea de que todas las cosas, en la medida en que son algo y, por tanto, existen, deben tener alguna propiedad que también pueden encontrarse en la mente y en el alma, cosas que, para él, también existían. El mundo, desde la visión de Platón, era algo con alma e inteligencia, y que cada elemento que lo componía también era una entidad viviente.
2. Renacimiento
Con la llegada de la Edad Media la filosofía griega cayó en la oscuridad, al igual que otros muchos conocimientos y aportaciones helénicas.
Sin embargo, siglos después, gracias a la llegada de la luz que supuso el Renacimiento, las ideas panpsiquistas lograron resurgir y figuras como Gerolamo Cardano, Giordano Bruno y Francesco Patrizi contribuyeron con sus visiones. De hecho, es a este último filósofo italiano al que le debemos la invención de la expresión “panpsiquismo”.
Para Cardano el alma, que bien podría entenderse como conciencia, era una parte fundamental en el mundo, algo que no se podía separar de la realidad.
Giordano Bruno consideraba que nada en este mundo podía venir sin alma o sin que tuviera un principio vital. Todo debía tener una esencia que, en mayor o menor medida, recordara a lo que los seres humanos identificamos como consciencia.
3. Siglo XVII
Baruch Spinoza y Gottfried Leibniz presentaron sendas doctrinas panpsiquistas.
Spinoza habla de que la realidad está conformada por una única sustancia, que es eterna y que vendría a ser como algo sinónimo a Dios o al concepto de Naturaleza. Todos seríamos un todo, algo consciente pero en su totalidad.
En cambio, Leibniz habla de la idea de que la realidad está conformada por pequeñas unidades conscientes, infinitas e indivisibles (mónadas) las cuales son las estructuras fundamentales del universo, algo así como los átomos de la conciencia.
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4. Siglo XX
Llegados al siglo XX, la figura más destacable del panpsiquismo la tenemos en Alfred North Whitehead (1861–1947). En su ontología, presentaba la idea de que la naturaleza básica del mundo está hecha de eventos y procesos, que se crean y que se destruyen. Estos procesos son eventos elementales, a los que él denomina “ocasiones” y forman parte de la idea de lo mental. Para él las operaciones mentales tenían una repercusión en la constitución de la naturaleza, moldeaban la realidad.
Carl Jung defendía que la psique y la materia se encontraban contenidas en un mismo mundo, y que estaban en contacto la una con la otra constantemente. La psique y la materia son dos aspectos diferentes de una misma cosa, como si fueran parte de la misma moneda.
Panpsiquismo en la actualidad
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial las doctrinas panpsiquistas fueron perdiendo fuerza ante el positivismo lógico. Sin embargo, lograron cierta remontada en el año 1979 con la publicación del artículo “Panpsychism” de Thomas Nagel. Más tarde, otros autores, como es el caso de Galen Strawson con su artículo de 2006 Realistic Monism: Why Physicalism Entails Panpsychism se atrevieron a abordar de forma mucho más científica que nunca está el concepto del panpsiquismo.
Hoy en día se tiene la idea de que la conciencia es una de las verdades fundamentales de la existencia humana. Cada uno de nosotros somos conscientes de lo que sentimos, de lo que percibimos. Quizás no tenemos la suficiente destreza lingüística como para poderlo expresar, pero tenemos una percepción subjetiva de la realidad. Nuestra conciencia es lo que conocemos de la forma más directamente posible, no hay forma de separarnos de ella.
Sin embargo, de la misma manera que nos es mucho más cercana que la mesa del escritorio en donde trabajamos, las gafas o la ropa que llevamos puestas, es a su vez el aspecto de nosotros mismos, como especie que más misterio nos sigue produciendo. ¿Qué es la conciencia?
David Chalmers, filósofo analítico australiano ha estado hablando sobre su visión panpsiquista de la realidad, desde una perspectiva mucho más actual y con un lenguaje más propio del siglo en el que estamos si lo comparamos con Platón o Schopenhauer. De hecho la expone muy extensamente en su libro The Conscious Mind: In Search of a Fundamental Theory (1996), en el que explica la necesidad de entender hasta qué punto no es necesario aceptar que otros seres vivos, por muy básicos que puedan ser, pueden tener conciencia.
En este libro habla de dos problemas a los que la ciencia se enfrenta cuando trata de entender la conciencia humana, los cuales evidencian que no es posible descartar por completo la idea de conciencia fuera de la especie humana. Estos dos problemas los llama el problema fácil y el problema difícil de la conciencia:
El problema fácil de la conciencia
Con problema fácil de la conciencia habla de cómo la ciencia, en especial las neurociencias, han tratado de investigar acerca la conciencia pero estableciendo, a priori, el objeto de estudio que quieren abordar. Es decir, se especifica en cada investigación sobre un aspecto relacionado con la conciencia y la describen de forma empíricamente observable. Así pues, hablamos de conciencia como la habilidad para discriminar, categorizar y reaccionar ante un determinado estímulo, o fijar la atención, controlar la conducta aposta.
Para entender mejor esta idea, vamos a ver un ejemplo bastante descriptivo. Pensemos en cómo los seres humanos vemos los colores. Los científicos saben que el hecho de que veamos algo rojo, verde o azul se debe a que los objetos con esos colores emiten rayos de luz con diferente longitud de onda.
Así pues, estos rayos, al entrar en el ojo inciden sobre los conos, las células especializadas en la distinción del color. En función de la longitud de onda, se activará un tipo u otro de cono. Al activarse, estos conos enviarán un impulso eléctrico que irá por el nervio óptico y, éste, llegará a las zonas del cerebro encargadas de procesar el color.
Todo esto es una explicación, muy escueta, de cuáles son los correlatos neurobiológicos de la percepción del color en el ojo humano, y se podrían comprobar mediante un experimento de distinción de objetos con diferente color, técnicas de neuroimagen que muestren qué zonas se activan al hacer esta actividad, etc. Es empíricamente demostrable.
El problema difícil de la conciencia
Chalmers expone en su libro que la ciencia no está preparada, y quizás no lo esté nunca, para demostrar mediante técnicas empíricas como se da la experiencia de un estímulo en concreto. No hablamos de cómo se activan según qué células o zonas cerebrales; hablamos de la experiencia subjetiva en sí: ¿cómo se puede registrar?
Cuando pensamos o percibimos un estímulo, queda claro que la procesamos, como el anterior caso del color, sin embargo hay un aspecto subjetivo que no puede ser explicado de forma tan científica. ¿Cómo es posible veamos el color verde como color verde? ¿Por qué ese color en concreto? ¿Porque delante de una determinada longitud de onda percibimos justo ese color y no otro?
No solo los seres humanos tenemos conciencia
Como íbamos comentando antes, la idea del panpsiquismo, esto es, que todo tiene conciencia o alma, da a entender que objetos que de primeras no parecen para nada algo con una cierta conciencia la podrían tener en verdad.
Hoy en día, y en la misma línea que con filósofos clásicos como Leibniz, hay quienes defienden que cada partícula posee una conciencia y, en su conjunto, pueden crear sistemas más complejos, como sería el caso de la conciencia humana. Cada partícula tiene una conciencia mínima que, sumada a las de las demás, genera una mayor.
Hasta hacía relativamente poco, la idea de que solo los seres humanos eran capaces de experimentar cualquier cosa estaba bastante generalizada, tanto en el ámbito científico como en la cultura general. Se aceptaba, más o menos, que otras especies animales, especialmente grandes primates o animales complejos, pudieran sentir una experiencia subjetiva y ser, en mayor o menor medida, conscientes.
Sin embargo el neurocientífico estadounidense Christof Koch considera que no tiene demasiado sentido pensar que solo los seres humanos y animales filogenéticamente cercanos puedan tener conciencia no es tan lógico como pudiera pensarse.
Si bien no se va a una visión tan radical como la de que una piedra puede sentir cuando la patean, sí que defiende que, hasta que no se demuestre lo contrario, la idea de que los organismos multicelulares no pueden experimentar dolor o placer no es algo para nada tan alocado como pudiera pensarse.
Puede que tengan una sensación infinitamente más vaga que la humana de estar vivos, pero esto no significa que no la sientan. Al disponer de cerebros más pequeños, o ni siquiera algo que se le pueda llamar cerebro, su sensación de ser consciente será menos sofisticada que la nuestro, pero igualmente estará ahí. Sería un ser vivo que tendría su manera propia de sentir de forma subjetiva.
Otro caso interesante es el de las plantas. Stefano Mancuso, en su interesante libro Sensibilidad e inteligencia en el mundo vegetal expone su investigación acerca el comportamiento inteligente de las plantas, a las cuales llega a otorgarle conciencia.
Si bien es difícil hablar de la idea de que las plantas sean autoconscientes, su grupo de investigación, en base a su investigación, llegaron a la conclusión de que las plantas distaban mucho de ser consideradas organismos pasivos: tienen que tener algún tipo de conciencia, de la cual se extraería su inteligencia, para poder adaptarse de la forma en cómo lo hacen.
Críticas al panpsiquismo
La mayor crítica que se le hace al panpsiquismo, y usando términos inspirados en la idea del problema difícil de la conciencia, es el llamado “problema de la combinación”. ¿Cómo se lo montan esas pequeñas partículas con supuestas minúsculas conciencias para formar una conciencia más compleja?
Partiendo de la idea de que nuestros átomos sean partículas consciente y de su combinación surge nuestra conciencia humana, más compleja y, por así llamarlo, “más autoconsciente”: ¿y si los humanos fuéramos como partículas conscientes? ¿La humanidad, en su conjunto, es un superorganismo consciente? ¿La naturaleza, como decía Spinoza, es toda una sustancia consciente? ¿Cómo nos lo hacemos para estar haciendo algo con conciencia superior, sin que nosotros seamos conscientes de ello?