Embarcarse en un procedimiento legal para tener la custodia de un hijo o de una hija es un proceso complejo pero necesario para garantizar el bienestar de los pequeños en el contexto familiar
En esta clase de experiencias suelen requerirse informes psicológicos realizados por psicólogos expertos en el área forense y de peritajes, dado que esta clase de profesionales están capacitados para recopilar la información relevante sobre este tema y realizar a partir de ello lo que se conoce como informe de aptitud parental, documento en el que se habla acerca de las evidencias de que el padre o la madre es apto/a para recibir la custodia parental.
A continuación veremos de manera resumida cuáles son las principales habilidades y aptitudes parentales valoradas por el psicólogo, hechos recogidos en el informe y que ayudan a los jueces a dirimir quién debe quedarse con la custodia o si debe compartirse entre ambos progenitores.
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¿Cuáles son los aspectos psicológicos que se evalúan en un informe de aptitud parental?
Este tipo de informes de peritaje psicológico tienen como objetivo establecer un contexto de crianza y de convivencia en el que se priorice el bienestar del/a menor, partiendo de lo que se sabe acerca de las aptitudes parentales del adulto. Partiendo de eso, este proceso de valoración de su competencia parental debe servir para que el adulto muestre su capacidad para ejercer un rol parental desde las siguientes aptitudes parentales.
1. Habilidades emocionales
Para obtener la custodia de los hijos, el padre o madre debe demostrar que dispone de las habilidades sociales esenciales tanto como ser humano funcional como aquellas que son necesarias para ejercer como modelo de conducta ante el niño o una niña que se cría y se cuida aportando no solo los recursos materiales necesarios para su supervivencia, sino también apoyo emocional y de afecto.
Estas habilidades emocionales suelen ser una buena gestión emocional, es decir, la capacidad para desarrollar habilidades para el autocuidado respecto a alteraciones como el exceso de estrés, los problemas en el estado de ánimo o las dificultades de todo tipo a nivel emocional.
Además de eso, otra de las habilidades que más se valoran son las de autocontrol emocional, es decir, aquellas que permiten a la persona regular sus emociones cuando sea necesario y desarrollar un buen control de los impulsos, sin hacer que el niño o la niña “pague” por el malestar que sufre la persona adulta.
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2. Habilidades de enseñanza
La siguiente habilidad que se mide en un informe de aptitud parental tiene que ver con la capacidad que tiene el padre o madre de dirigir, supervisar y controlar el curso de aprendizaje de los hijos de manera exitosa.
Estas habilidades de enseñanza y aprendizaje también consisten en saber establecer pautas de disciplina y en enseñar a respetar y entender normas, pautas y reglas de todo tipo que permiten la vida en sociedad y que preparan al hijo para la vida adulta.
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3. Hábitos saludables
Consiste en saber enseñar hábitos de vida saludables relacionados con la higiene, la buena alimentación, la seguridad y la salud en general también. Es otro de los elementos que más peso tienen en este tipo de evaluaciones periciales, porque tiene claras repercusiones en el estado de salud del pequeño.
En este apartado es necesario tener los conocimientos esenciales sobre cada uno de dichos hábitos saludables y también saber enseñarlos de manera didáctica y entendible para el hijo o la hija, en todo momento, con el objetivo de que los integre en sus rutinas del día a día.
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4. Saber cuidar y proteger
Resulta evidente que uno de los requisitos indispensables para obtener la custodia de un hijo de una hija es el de estar pendiente de su bienestar durante las 24 horas del día, en definitiva, saber cuidar y proteger al hijo de cualquier problema o eventualidad que pueda surgir en cualquier momento.
Esta habilidad tan básica resulta indispensable para mantener el bienestar del hijo y evitar peligros en la medida de lo posible.
5. Capacidad de comunicación
La capacidad de comunicación eficaz con el hijo consiste en ser capaz de transmitir todos aquellos conocimientos importantes relacionados con su normal crecimiento, su aprendizaje sobre el mundo y su relación social con el entorno.
En este apartado se evalúan actividades como la asertividad, es decir, transmitir información o puntos de vista propios respetando a la otra parte; y un uso correcto del sentido del humor, y la empatía, es decir, ser capaz de ponerse en el lugar del hijo o de la hija en cada momento.
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6. Supervisión del desarrollo evolutivo
Cualquier padre o madre apto/a para tener la custodia de sus hijos debe mostrar una capacidad adecuada a la hora de para ajustar las expectativas sobre el desarrollo cognitivo del hijo y sus diferentes etapas evolutivas.
Eso significa, en pocas palabras, que el padre o la madre sean capaces de detectar cualquier tipo de problema, déficit o trastornos a lo largo del desarrollo cognitivo y personal del niño o la niña, y ponerlo en manos de un profesional de la salud cualificado, así como no exigir de su desarrollo cognitivo más de lo que le corresponde por su nivel de maduración cerebral.
7. Vinculación afectiva
La vinculación afectiva de un progenitor con sus hijos es el grado de afectividad existente entre ambos en un momento determinado, y se trata de otro de los elementos más evaluados en los informes de aptitud parental.
Esta vinculación puede entenderse como los lazos emocionales entre padres e hijos, el amor existente entre ambos, la capacidad de comunicación efectiva, la empatía y el buen trato que se profesan tanto en público como en privado.
8. Implicación parental
El grado de interés que puedan presentar padres y madres hacia sus hijos es otro de los elementos que se valoran favorablemente en los informes periciales de aptitud parental.
Implicación con los hijos significa tener siempre una buena disposición para pasar el tiempo con ellos, realizar actividades divertidas juntos, darles muestras de cariño o afecto recurrentes y ofrecerles apoyo en todo lo que necesiten.
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