Todos hemos visto a los integrantes de la nobleza pavonearse por caminos acordonados y adornados por una larga alfombra. Son individuos perfectos en todos los aspectos, seres omnipotentes de mirada altiva y pose petulante.
No obstante, ¿qué pasaría si uno de estos sujetos de sangre azul trascendieran la pompa que tanto les caracteriza y se vieran situados en lugares tan corrientes como un centro comercial o una pescadería? Posiblemente pensaríamos que son personas desagradables, personas que fingen una autoestima inflada que claramente se percibe como falsa. Son personas que padecen un mal llamado complejo de superioridad.
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Pero, ¿cuáles son las causas del complejo de superioridad?
Las personas con complejo de superioridad son personas atrapadas en un sentimiento eterno de desprecio delirante hacia los demás, personas que creen que el prójimo es inferior y que este debe estar a su servicio. Podríamos explicar diversas causas para entender la conducta detrás del hombre, pero con el permiso del lector, creo que sería más interesante indagar de forma concreta el asunto en cuestión.
Es en lo más profundo de nuestro ser donde nos encontramos con nuestro verdadero yo primigenio. En esa realidad intrapersonal ni el dinero ni el poder tienen mucho sentido y es por este mismo motivo que en dicho lugar esos conceptos caen por su propio peso, convirtiéndose en lo que son, una mera ilusión humana creada por una mente humana que intenta justificar una existencia, probablemente, carente de sentido.
Un noble autoengaño
Puede parecer contradictorio pero muchas personas con aires de grandeza comparten una característica clave: su autoestima necesitó construirse un muro para protegerse y no ser débil pero la misma necesidad de tener semejante barrera ya lleva implícito el sello de la debilidad.
Sentirse superior o inferior tiene una relación directa con la autoestima. La autoestima se forma a edades tempranas y se encuentra asociada a los entornos sociales más cercanos al niño, familia y colegio. En estos entornos sociales, como es de lógica, los niños pueden tener experiencias tanto positivas como negativas y esas experiencias son las que construirán su autoimagen, esto es, la visión que tienen de ellos mismos en relación con la sociedad y con las demás personas de su entorno.
Son muchos los niños que al sufrir de acoso escolar se crean su propia realidad para hacer más llevadero un sufrimiento que les desborda y les rompe por dentro. Por eso, las muestras de apoyo y cariño tanto en la escuela como en la familia son importantes en estos casos, pues hacen de contrapunto respecto los sentimientos negativos que padece el muchacho.
Así que, si te topas con uno de estos personajes de sangre azul y este te mira por encima del hombro, lo más seguro es que se esté poniendo medallas que con toda seguridad no merece. No es su culpa, es posible que tenga un problema de baja autoestima.
Los rasgos del aristócrata
Las características propias de una persona con complejo de superioridad están presenten en toda su vida social, desde el modo de vestir pasando por la mirada y acabando en la forma de hablar. En cierto modo, dicho desprecio hacia los demás no deja de ser una proyección cognitiva de sus propios defectos, defectos que son desplazados hacia los demás mediante mecanismos de defensa para hacer un poco más soportable su condición.
Son pedantes y soberbios, siempre preocupados por su imagen; poseen una opinión exageradamente positiva de sí mismos aunque algunas veces se suele dar el efecto contrario (y aquí es cuando sale a relucir su verdadera autoestima) pues muchas veces causan rechazo en las personas al ser tan arrogantes.
También son muy histriónicos y teatrales con sus emociones, llegando a tener rabietas. Paradójicamente, la alegría y motivación excesiva también es común en este comportamiento. Por otra parte, probablemente piensan que todo el mundo les tiene envidia. Siempre que puedan hablaran de si mismos no dejando margen para tratar otros temas.
Semejanzas y diferencias entre complejo de superioridad y complejo de inferioridad
Aunque son dos complejos distintos, lo cierto es que comparten una misma causa: el desprecio hacia uno mismo. Aquellos individuos que padecen de complejo de inferioridad son más propensos en un futuro a idealizar su persona mediante la fantasía.
Cuando esto ocurre, como en el fondo son personas con baja autoestima, aquellos que viven en grandes castillos de ensueño buscarán esconderse en actividades donde tengan alguna ventaja en las que destacar, porque necesitan desesperadamente reafirmar las falsas creencias que tienen de si mismos.
En busca de una autoestima equilibrada
Desde Psicología y Mente queremos remarcar una serie de recomendaciones a los padres de niños y adolescentes para prevenir el complejo de superioridad.
- Fomentar metas realistas.
- No ocultarles la realidad del mundo que les rodea.
- Establecer normas y límites claros.
- Apoyarlos en sus virtudes y defectos.
- Evitar ser excesivamente permisivo.
A modo de conclusión...
En conclusión; hay que tener cuidado con las personas con complejo de superioridad, pues son sujetos que en su momento no han conseguido superar ciertos sentimientos de frustración, frustración que pagan con los demás. Para esconder esa rabia hacia ellos mismos exageran sus cualidades, por eso suelen ser arrogantes. Debemos ser cautelosos ante ellos
No os dejéis engañar; toda persona que necesite exhibir constantemente sus virtudes trae detrás toda una bomba de inseguridad que tarde o temprano acabará estallando. Lo mejor que podemos hacer es intentar ayudarles, prestándoles nuestro apoyo sincero para que puedan expresar sus inseguridades sin máscaras. Y, si es necesario, un psicólogo puede tratar a estas personas para que consigan superar sus bloqueos.
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