El pensamiento mágico ha acompañado a la humanidad desde el principio de los tiempos. Tenemos una tendencia natural a establecer relaciones de causa y efecto sin comprobarlas de modo lógico; esta predisposición es muy marcada en la infancia y se mantiene si el contexto en el que nos encontramos lo promueve, como ha sucedido en muchas culturas.
En este artículo definiremos el pensamiento mágico y explicaremos cuáles son sus causas y sus funciones, según la literatura existente. Para finalizar expondremos algunos ejemplos significativos y contextos en los que este tipo de razonamiento aparece de forma habitual.
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¿Qué es el pensamiento mágico?
El concepto “pensamiento mágico” se utiliza en psicología y antropología para describir atribuciones ilógicas de causalidad que se hacen sin pruebas empíricas, sobre todo cuando la persona cree que sus pensamientos pueden tener consecuencias en el mundo externo, bien por su propia acción o por la intermediación de fuerzas sobrenaturales.
El pensamiento mágico está presente en la gran mayoría de culturas del mundo. Se trata de un proceso natural, probablemente con una base biológica similar a la del condicionamiento clásico, por el cual nos basamos en la similitud o en la contigüidad temporal o espacial entre elementos, por ejemplo, para establecer una relación causal no demostrable entre estos.
Así, una niña que cree que si se porta mal el hombre del saco la secuestrará está cayendo en este error lógico. Lo mismo sucede con las tribus que hacen danzas rituales para invocar la lluvia o con las personas que piensan que sus deseos se cumplirán si encienden una vela y se encomiendan a un santo determinado.
La creencia de que la mente tiene poder sobre la materia, como si constituyera un ente separado en lugar de ser una consecuencia de ésta, puede estar en la base de muchos casos de pensamiento mágico. Sin embargo, se trata de un concepto con un significado muy amplio, por lo que se ha utilizado para hacer referencia a procesos muy diversos.
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Causas y funciones
El pensamiento mágico se ha atribuido principalmente a dos hechos: la contigüidad entre eventos (p. e. “Mi padre murió porque le deseé la muerte el día anterior”) y el pensamiento asociativo, que consiste en establecer relaciones en función de similitudes. Por ejemplo, los mapuche creían que obtendrían la fuerza de sus enemigos si se comían su corazón.
Autores como Claude Lévi-Strauss o Thomas Markle han afirmado que el pensamiento mágico tiene funciones adaptativas en determinadas circunstancias. No obstante, a la hora de atribuir causas este tipo de razonamiento tiende a fallar de forma mucho más habitual que aquel que se basa en pruebas empíricas.
Una de las principales funciones del pensamiento mágico es la reducción de la ansiedad. Cuando las personas se encuentran en una situación estresante que no pueden resolver es más fácil que asocien la reducción de la ansiedad con elementos arbitrarios por tal de obtener una cierta sensación de control. Por ejemplo, en la agorafobia es habitual el uso de “amuletos”.
Incluso en el mundo actual, en el que creemos que predomina la lógica, el pensamiento mágico sigue teniendo una presencia significativa e incluso resulta útil en ocasiones. Un buen ejemplo es el efecto placebo, por el cual el mismo hecho de creer que un falso remedio va a resultar útil para curar una enfermedad provoca una mejora de los síntomas.
Ejemplos de pensamiento mágico
Podemos encontrar muestras de pensamiento mágico en un gran número de situaciones cotidianas, si bien en algunos casos este tipo de razonamiento puede ser un signo de patología, particularmente cuando las creencias se dan en la edad adulta y no son compartidas por el entorno.
1. Egocentrismo infantil
Entre los 2 y los 7 años, durante el estadio preoperacional descrito por Piaget, los niños creen que pueden modificar elementos del mundo con la mente, sea de forma voluntaria o involuntaria. A esta edad el pensamiento se caracteriza por la dificultad para comprender conceptos abstractos y por el egocentrismo, o incapacidad para adoptar la perspectiva de otros.
Este tipo de ideas aparecen más habitualmente cuando se produce la muerte de un ser querido; en estos casos los niños tienden a creer que han tenido la culpa de algún modo. No obstante, las atribuciones causales arbitrarias y el pensamiento ilógico en general, favorecidos por la falta de comprensión del mundo, son muy típicas en la infancia.
El pensamiento mágico es muy habitual en niños porque es consustancial a la naturaleza humana. A medida que el desarrollo cognitivo progresa la frecuencia de este tipo de ideas se va atenuando, al menos en caso de que el contexto social favorezca el pensamiento racional; si esto no es así, las creencias mágicas pueden transmitirse de generación en generación.
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2. Superstición y pensamiento sobrenatural
Las supersticiones son creencias sin fundamento lógico ni pruebas científicas. Son un tipo de pensamiento mágico, si bien resulta difícil delimitar qué constituye exactamente una superstición; por ejemplo, las religiones no tienden a ser vistas como supersticiones a pesar de que el único criterio que las distingue es que son compartidas por muchas personas.
Como sucede con el pensamiento mágico en general, las supersticiones son más habituales cuando las personas se encuentran en situaciones de estrés. Así, es típico que quienes no creen firmemente en la existencia de dioses pero tampoco la descartan del todo intenten comunicarse con ellos cuando están desesperados.
Algunas supersticiones e ideas sobrenaturales se transmiten a través de la cultura. Esto ha sucedido con innumerables mitos a través de la historia, y también es habitual que se haga creer a los niños que existen Papá Noel, los Reyes Magos o el Ratoncito Pérez. Constructos como el destino y el karma también son buenos ejemplos de pensamiento mágico.
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3. Trastorno obsesivo-compulsivo
En ocasiones los rituales característicos del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) pueden clasificarse como pensamiento mágico. Esto es más frecuente en los casos en que la persona no es consciente de que tiene un trastorno o bien exagera el realismo de sus convicciones.
En particular las personas con TOC a menudo creen, o al menos temen, que pueda suceder una desgracia desproporcionadamente grave si no llevan a cabo el ritual; por ejemplo, alguien que sufra de este trastorno podría llegar a pensar que si se le cae una colilla encendida en la alfombra su piso entero se quemaría en cuestión de segundos.
4. Delirios y psicosis
El pensamiento mágico aparece con frecuencia en los delirios, se den o no en el contexto de un trastorno del espectro de la esquizofrenia. Si bien en el trastorno delirante las creencias irracionales tienden a tener una estructura relativamente creíble, en el caso del trastorno esquizotípico y, sobre todo, de la esquizofrenia paranoide las creencias son más estrambóticas.
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