Steve Jobs decidió en algún momento de su vida que su vestimenta se va a limitar siempre en las mismas piezas: Jean, cuello de tortuga y si hace frio un saco de los más simples, todo unicolor, no llamativo y con unos sneakers. Confortable y casual sin ser inapropiado en ninguna ocasión, aunque seguramente algunos colegas se burlaban de su look.
Para Jobs la ropa no debería ser un tema demasiado relevante en su vida, el tiempo y la energía que se gasta en la mañana para pensar que me voy a poner hoy, la quería ahorrar para temas más importantes en su empresa. Y así es, se ha comprobado que una estrategia muy útil para simplificar la vida, es eliminar momentos de decisión o reducir los elementos entre los que tengo que elegir. Tomar decisiones es una actividad mental desafiante y la enfrentamos en todo momento del día. Estrategias para aliviarnos la vida diaria como la de Steve Jobs, se recomiendan entonces para bajar la carga mental y poder centrarnos en lo que es relevante.
¿Cómo debemos tomar las decisiones?
Pero ahí viene la pregunta más importante: ¿Qué es relevante? ¿Deberíamos todos hacer los mismos cortes y pasar a una vida más minimalista para poder funcionar mejor? Obviamente no. Para muchas personas, el look del día es la cereza en el pastel, lo que hace la vida que valga la pena de ser vivida y si mañana reciben un reconocimiento por su gran rendimiento laboral, les importa poco.
Si una decisión es importante o no, es muy subjetivo, sin embargo, hay situaciones donde una mala decisión puede afectar nuestra vida de una manera irreversible y trascendental. Tal vez una nueva oferta de trabajo, que siempre tiene sus pros y contras, quedarse en una relación conflictiva o terminarla, cambiarse de lugar de vivienda, cambiar de carrera… este es el mundo en el que vivimos.
Todos nos encontramos una y otra vez en puntos de partida en nuestro camino. ¿Cómo saber cual es el camino “correcto” sin tener el mapa ya dibujado frente a nosotros? Comparto aquí tres aspectos importantes que te pueden servir como una brújula en estos momentos. Es decir, una orientación que te permite ver hacia donde apunta la flecha cuando no tienes un mapa en tus manos.
1. Eliminar la creencia de la decisión correcta
El primer factor de bloqueo con el que nos enfrentamos ante una decisión difícil es la idea de que hay una sola opción indicada, como en las apuestas. Si apunto bien gano, mientras apuntando mal, pierdo. La creencia de la decisión correcta viene de la ilusión de un mapa ya pre-escrito donde supongo que el camino indicado es uno solo y depende únicamente de mi inteligencia y esfuerzo mental encontrarlo, como en un laberinto.
Si decido mal, pierdo y eso por mi falta de capacidad de prever bien por donde tenía que ir. Si nos enfrentamos a las decisiones de esta manera no solo está en juego el resultado que nos da la decisión sino también nuestra autoestima. Porque decidir mal significaría que fui incapaz de ver los señales que “obviamente” estaban ahí, me faltó visión, astucia o ingenuo para resolverlo.
Pero en realidad, el hecho de tener opciones en la vida diaria no funciona como un juego de la suerte, sino significa en primer lugar nada más que eso, que tengo opciones y eso es algo positivo. Hay ganancias y pérdidas en ambos lados. No hay una única solución y un solo lugar donde llegar a la final, sino justamente lo contrario, podemos elegir una y otra vez de nuevo y cada decisión depende más que nada de lo que ya hemos aprendido y alcanzado hasta este punto.
También van a ver desafíos en ambos o cualquiera de los lados que tu escoges: ¿Qué problemas prefieres a cambio de qué ganancias? Con eso llegamos al segundo aspecto: ¿Qué es relevante para ti en tu momento muy particular? Solo tu te conoces lo suficientemente bien como para saber como deseas continuar.
2. ¿Qué es relevante para ti? ¿Qué son tus valores, prioridades y fortalezas?
Aquí regreso al ejemplo de Steve Jobs y su decisión de abandonar la moda para centrarse en lo que para él en particular fue más relevante. En este sentido, más que conocer tu camino, debes conocer tus prioridades, recursos y principios. ¿Qué es importante y significativo para ti en la vida? ¿Conoces tus valores y principios?, ¿Qué fortalezas te van acompañar en tu viaje y de qué manera las puedes aplicar mejor? Nuestros valores personales son nuestra brújula.
Hablo mucho de este tema con mis consultantes en terapia, dado que los valores personales son transversales en cada aspecto de nuestra vida: Personal, profesional, de pareja y como madres y padres. Al mismo tiempo, no las tenemos tan claros y es parte de un proceso de autoconocimiento como se realiza muchas veces en terapia, para identificarlas. También pueden cambiar a lo largo de la vida.
Valores personales son aquellos que te definen a ti como persona y como personalidad. ¿Eres alguien quien por si valora seguridad y responsabilidad más que libertad o transformación? Está bien, todo vale, por eso se llama valor. Lo importante es que seas tu quien define los valores para ti. Puedes elegir armonía por encima de honestidad o, al contrario, tus valores e intenciones serán lo que te lleva hacia donde quieres llegar.
Fortalezas y recursos son tus herramientas en el camino: ¿Con qué cuentas desde ya, para irte por el camino A? ¿Qué te acompaña yendo por camino B? Y aquí nuevamente, si valoras crecimiento y transformación puede que prefieres elegir la ruta que más te desafía y te obliga a aprender cosas nuevas. Si estás en un momento donde tu prioridad está en estabilidad y ligereza eliges lo que se te va hacer más familiar.
3. ¿Dónde quieres llegar?: ¿Tienes expectativas, sueños, visiones?
¿Dónde te ves en 5 años?, ¿En 10 años qué vas hacer?, ¿Qué imágenes vienen a tu mente pensándote en el futuro? Ante decisiones transcendentales siempre debemos tener en cuenta la mirada a largo plazo. Todos tenemos visiones, a veces aún son borrosas, pero hay situaciones donde la pregunta sobre el futuro de repente cambia todo.
Si quisieras este nuevo trabajo que te da un poco más de estabilidad e ingreso, al mismo tiempo es algo que no quisieras hacer para toda la vida, sería una solución para el momento. Con tu pareja tienen momentos bellos de conexión e intimidad, pero no te puedes imaginar vivir con él/ella. Pensar a largo plazo, muchas veces nos da una respuesta sorprendentemente rápida. Es el momento donde se prende la intuición y aunque la solución a corto plazo es tentadora, de repente sabes que no va por ahí.
Hay dos formas de tomar decisiones
Leí alguna vez que hay dos formas de tomar decisiones: Por miedo o por convicción. Decido por miedo si mis argumentos se inclinan más en expectativas y amenazas externas, eso pasa cuando damos más importancia a lo que nos digan otras personas o cuando pensamos como nuestra decisión nos puede afectar como miembro de nuestro contexto social.
Pero los criterios de otras personas, más que todo cercanos, usualmente están sesgadas por sus propios miedos. Por ejemplo, nuestros padres por lo general nos van a aconsejar a elegir el camino más seguro según sus convicciones (el trabajo con sueldo fijo mejor que el emprendimiento propio) porque como padres quieren que sus hijos están a salvo.
También influyen aquí las narrativas y valores más dominantes en la sociedad: Qué te va a dar más estatus, reconocimiento social, etc. Todos estos factores no deberían contaminar tu proceso para tomar una decisión propia. Lo que en primer lugar lo hace más difícil porque significa que tú serás el único responsable al momento que algo salga mal y no puedes echar la culpa al mal consejo de algún familiar o amigo, ni puedes usar la excusa que intentaste hacer lo correcto porque hiciste lo que todo el mundo hubiera hecho.
Tomar una decisión por convicción, es conocer tus valores, recursos y visiones y poner estos en primer lugar. También puedes consultar a otras personas, es bueno compartir las ideas y dudas con alguien, mantener la mente abierta para lo que tal vez aún no has considerado, pero no pueden ser otros quienes deciden por ti.