Miguel Delibes (1920 - 2010) fue un novelista y periodista español nacido en Valladolid.
Durante su exitosa carrera llegó a dirigir periódicos de tirada nacional, pero según avanzaba su carrera fue dedicándose a su verdadera vocación: escritor de novelas.
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Frases de Miguel Delibes
Llegó a ser uno de los miembros de la Real Academia de la Lengua Española y fue ganador de distintos premios literarios de primer nivel.
En el artículo de hoy recorreremos la vida y la obra de este gran escritor a través de las mejores frases de Miguel Delibes.
1. La fama no tiene un lugar donde agarrarse que sea realmente positivo.
A Delibes no le convencía ser popular.
2. Cazador... Soy un cazador que escribe; es decir, tomé contacto con los elementos fundamentales de la Castilla profunda mediante mis excursiones de cazador y pescador. Entonces aprendí a hablar como aquellos castellanos. Y todos mis libros tienen adentro a esos personajes, desde el ratero de Las ratas hasta el señor Cayo de El disputado voto... Podemos decir que mi comunicación con el pueblo y mi idioma del pueblo lo aprendí en contacto con estos señores yendo yo allí a una cosa distinta.
Extracto donde muestra su pasión por la caza.
3. El hombre moderno vive ajeno a esas sensaciones inscritas en lo profundo de nuestra biología y que sustentan el placer de salir al campo.
Su pasión por lo rural no conocía límites.
4. El progreso no sirve... si éste «ha de traducirse inexorablemente en un aumento de la incomunicación y la violencia, de la autocracia y la desconfianza, de la injusticia y la prostitución del medio natural, de la explotación del hombre por el hombre y de la exaltación del dinero como único valor».
Un progreso útil y sosegado, el ideal según Delibes.
5. El pueblo es el verdadero dueño de la lengua.
Ninguna academia debe dictar sentencia.
6. En la literatura nada hay más difícil que la sencillez.
Cuanto más abstruso, menos transmites.
7. Entierros... Hoy sólo quiero ocuparme de los entierros; de los entierros a la Federica, con carrozas barrocas, caballos empenachados y aurigas con peluca, que es como se hacen los entierros en mi pueblo. Uno, naturalmente, no está contra los entierros. Uno está, más bien, contra los formalismos falaces. Uno aboga, en suma, por los entierros sencillos, minoritarios, donde el que vaya, vaya por sentimiento y no por educación. Tal vez así se evitaría que en los entierros se hablara tanto de fútbol y que, a la hora de partir, el difunto se encontrara solo por aquello de que los muertos son los únicos hombres puntuales del país.
Su pensamiento sobre el último adiós a los mayores.
8. Yo recuerdo ese día como vivido dentro de otra piel, desdoblado.
Sobre la Guerra Civil española.
9. El campo es una de las pocas oportunidades que aún restan para huir.
Siempre nos espera con los brazos abiertos.
10. El periodismo es un borrador de la literatura...Y la literatura es el periodismo sin el apremio del cierre.
Una genial consideración acerca del oficio.
11. Escribir con precisión no consiste únicamente en hallar en cada caso el adjetivo adecuado, sino también el sustantivo, el verbo o el adverbio, es decir, la palabra. Y es en el manejo de esas palabras, en hallarlas a tiempo y adobarlas debidamente, donde reside el secreto de un buen escritor.
Gran frase de Miguel Delibes sobre el arte de escribir.
12. Fascismo... Más difícil que vivir bajo el fascismo era que cada grupo creía estar en posesión de la verdad. Aquello rompió las familias por completo. Unas familias se rompían, otras morían en el Alcázar de Toledo; era el final más triste que uno podía imaginar para aquella guerra, iniciada como en broma en el norte de África... Yo creo que España se jodió mucho tiempo antes; yo no tenía edad para juzgar en qué momento se jodió España, pero sí que la jodieron entre unos y otros. No hay la disculpa de que fue la derecha o fue la izquierda. Entre los dos jodieron España.
Reflexión histórico-política.
13. Fidelidad... He sido fiel a un periódico, a una novia, a unos amigos, a todo con lo que me he sentido bien. He sido fiel a mi pasión periodística, a la caza... Lo mismo que hacía de chico lo he hecho de mayor, con mayor perfeccionamiento, con mayor sensibilidad, con mayor mala leche. Siempre he hecho lo mismo.
Sobre el concepto de fidelidad, que permanece inmutable en su ser.
14. La gloria es un problema de años, ya que es el tiempo quien decide qué autor está destinado a ser olvidado y qué otro está destinado a perdurar.
Una brizna de suerte también puede ser necesaria.
15. La lengua nace del pueblo; que vuelva a él, que se funda con él porque el pueblo es el verdadero dueño de la lengua.
Un auténtico experto en el dominio de la lengua española.
16. La muerte... Tengo la impresión desde chico que estaba amenazado por la muerte; no la mía, sino la muerte de quienes dependía. Yo era un rapaz de cuatro o seis años pero tenía miedo de que me faltaran aquellos que me proporcionaban elementos para vivir, mis padres.
Sobre el medio al fallecimiento de sus seres queridos.
17. La novela es un intento de exploración en el corazón humano a partir de una idea que es casi siempre la misma contada con diferente entorno.
Reflexiones de Delibes sobre el hecho narrativo.
18. Tenía una imaginación espumosa.
Extracto de Señora de rojo sobre fondo gris.
19. La faz del doctor estaba yesosa, desencajada.
Una descripción sobre un personaje secundario.
20. La pérdida es uno de los móviles del escritor.
El duelo puede ayudarnos a escribir.
21. Literatura... Ha sido una auténtica dedicación. He encontrado en ella el refugio que no encontraba tan perfecto en el cine o en el café o en el juego; la relación de dos se establecía perfectamente entre una persona y un libro. Mi afán al escribir era intentar comunicar a dos personas, emplear la pluma como elemento de comunicación con otros. Escribir es comunicarse con otro.
El hecho romántico de la comunicación escrita.
22. La vida era el peor tirano conocido.
La faceta gris de la existencia.
23. Se olvidaba del aire estancado en su cerebro.
Otro pequeño fragmento de Señora de rojo sobre fondo gris.
24. Lo más positivo que se ha demostrado con los regímenes de fuerza, ya sean de izquierdas o de derechas, es que no le bastan al hombre para vivir. Los hombres necesitan una atención más próxima y personal.
25. Los hombres se hacen. Las montañas están hechas ya.
La geografía viene de antaño.
26. Los protagonistas de mis relatos son seres presionados por el entorno social, perdedores, víctimas de la ignorancia, la política, la organización, la violencia o el dinero.
Una mirada hacia los puntos en común de su obra literaria.
27. Mi mayor deseo sería que esta Gramática [de la Real Academia, 2010] fuera definitiva, que llegara al pueblo, que se fundiera con él, ya que, en definitiva, el pueblo es el verdadero dueño de la lengua.
La pureza de la fusión cultural.
28. Mi patria es la infancia.
Donde uno se siente a gusto y protegido, la niñez.
29. Mi vida de escritor no sería como es si no se apoyase en un fondo moral inalterable. Ética y estética se han dado la mano en todos los aspectos de mi vida.
Sobre la ética de sus relatos.
30. Mis campesinos, mi tierra... A las raíces iniciales que me ataban a mi ciudad, había que ir añadiendo otras nuevas de las que nunca podría ya desasirme: mis queridos muertos, mi familia, mis amigos, mi Norte de Castilla, mi Escuela de Comercio, mis calles de todos los días, mis campesinos, mi tierra....
Sobre sus raíces castellanas.
31. Siempre hubo pobres y ricos, Mario, y obligación de los que, a Dios gracias, tenemos suficiente, es socorrer a los que no lo tienen, pero tú en seguida a enmendar la plana, que encuentras defectos hasta en el Evangelio.
Una muestra de posición ideológica.
32. No soy un escritor que caza, sino un cazador que escribe... Soy un ecologista que escribe y caza.
Genial autodefinición.
33. Para escribir un buen libro no considero imprescindible conocer París ni haber leído el Quijote. Cervantes, cuando escribió el Quijote, aún no lo había leído.
Irónica reflexión sobre la experiencia y el talento.
34. Periodismo... ¿Defectos del periodista contemporáneo? El afán por el morbo, por sacar las cosas de quicio. Me preguntaron por la Guerra Civil y luego por mi afición a cazar perdices. Y el titular fue que Miguel Delibes se arrepentía de la sangre derramada como si yo hubiera ido por ahí disparando tiros en la nuca. No se sabía si estaba arrepentido de las perdices que había matado o de los soldados que pudieron caer bajo mis hipotéticos disparos. Pero no soy rencoroso. Siempre he dicho que soy un hombre sencillo que escribe sencillamente.
El arte de escribir es llegar a la gente.
35. Primero conocí mi provincia, más tarde la amé y, finalmente, cuando la vi acosada por la mezquindad y la injusticia intenté defenderla. Durante ocho lustros hube de soportar que a Valladolid y Castilla se les acusase de centralistas, cuando, en rigor, eran las primeras víctimas del centralismo... Y cuando las circunstancias se agravaron y se impuso en el país la ley del silencio, yo trasladé a los libros mi preocupación por lo mío. Y ya no sólo para defender su economía sino para reivindicar al campesino, a nuestro labrador, su orgullo, su dignidad, el sabio empleo de nuestro idioma.
Sus orígenes formaron su espíritu literario.
36. Sentimientos que anidaron hace siete lustros en el corazón de mis personajes: solidaridad, ternura, mutuo respeto, amor; el convencimiento de que todo ser ha venido a este mundo para aliviar la soledad de otro ser.
Los principios morales y vitales de los personajes de Delibes.
37. Si el cielo de Castilla es tan alto, es porque lo levantaron los campesinos de tanto mirarlo.
Graciosa reflexión sobre su tierra natal.
38. Tendemos a reducir el lenguaje, a simplificarlo. Nos cuesta armar una frase. De este modo, los que hablan mucho, tropiezan mucho, y los que miden sus palabras se van apartando del problema.
Somos vagos con la forma en que usamos el lenguaje.
39. Valladolid y Castilla... He aquí un hecho cierto: cuando yo tomé la decisión de escribir, la literatura y el sentimiento de mi tierra se imbricaron. Valladolid y Castilla serían el fondo y el motivo de mis libros en el futuro..., de ellos he tomado no sólo los personajes, escenarios y argumentos de mis novelas, sino también las palabras con que han sido escritas... Aquellas voces que arrullaron mi infancia fueron el germen de mi expresión futura.
Otra reflexión de Miguel Delibes acerca de su origen campesino.
40. Vida terminada... El cazador que escribe se termina al tiempo que el escritor que caza... Terminé como siempre había imaginado: incapaz de abatir una perdiz roja ni de escribir una cuartilla con profesionalidad.
Una poética frase donde describe su ocaso.
41. El sexo debe ser misterio y descubrimiento personal.
Feudo de uno mismo y nadie más.
42. Hay cosas que la voluntad humana no es capaz de controlar.
Somos, en ocasiones, esclavos de nuestras emociones.
43. Y ponían en sus recuerdos unas notas de palpitante realidad.
Extracto de El camino, una de sus obras.
44. Advirtió que los niños tienen ineluctablemente la culpa de aquellas cosas de las que no tiene la culpa nadie.
De la misma obra que el extracto anterior.
45. A mí Madrid me da miedo, porque si Valladolid me parece ya un enorme aparcamiento, Madrid me parece cinco veces ese aparcamiento.
Sarcástico pensamiento acerca de la capital española.
46. Yo no he sido tanto yo como los personajes que representé en este carnaval literario. Ellos son, pues, en buena parte mi biografía.
En cada personaje hay un pedacito de su personalidad.
47. Lo que hay que preguntarse no es si la caza es cruel o no lo es, sino qué procedimientos de caza son admisibles y qué otros no lo son.
Reflexión ética sobre la práctica de la caza.
48. En la vida has ido consiguiendo muchas cosas, pero has fallado en lo esencial, es decir, has fracasado. Esa idea te deprime profundamente.
Puedes ser exitoso y a la vez sentirte fracasado en asuntos esenciales.
49. Quizás fue su capacidad para sorprender lo que me deslumbró de ella, lo que a lo largo de los años me mantuvo tenazmente enamorado de ella.
Sobre uno de sus amores.
50. Pensó que la historia podría repetirse, y durmió arrullado por la sensación de que le envolvían los efluvios de una plácida y extraña dicha.
Otro fragmento de su novela El camino.
51. Le dolía que los hechos pasasen con esa facilidad a ser recuerdos; notar la amarga sensación de que nada, nada de lo pasado, podía volver a repetirse.
52. El artista no sabe quién le empuja, cuál es su referencia, por qué escribe o por qué pinta, por qué razón dejaría de hacerlo. En mi caso estaba bastante claro. Yo escribía para ella. Y cuando faltó su juicio, me faltó la referencia. Dejé de hacerlo, dejé de escribir, y esta situación duró años. En ese tiempo pensé a veces que todo se había terminado.
Palabras de frustración cuando murió su mujer.
53. Dudo mucho que en mis libros haya un solo héroe; todos son antihéroes, pero, al propio tiempo, todos están envueltos en una cálida mirada de comprensión. He procurado dotarlos de humanidad y de ternura. Una ternura que no siempre está a flor de piel, porque muchos de mis personajes son primarios y bruscos, pero que se adivina en cuanto se les conoce a fondo.
Un retrato de sus personajes favoritos.
54. Son cosas compatibles cazar y amar a los animales. Lo que nos impone nuestra moral es no emplear ardides ni trampas. Mi cuadrilla y yo hemos abandonado el campo cuando la canícula o las circunstancias meteorológicas hacían la caza demasiado fácil y la enervaban. Cazar no es matar, sino derribar piezas difíciles tras dura competencia. Esto explica que uno regrese más satisfecho con dos perdices abatidas contra pronóstico que una docena a huevo.
Una concepción muy personal sobre la actividad de la caza.
55. Yo he tomado en mi literatura una deliberada postura por el débil. En todos mis libros hay un acoso del individuo por parte de la sociedad y siempre vence ésta. Y esto en cualquiera de mis protagonistas, por dispares que sean, desde el burgués Cecilio Rubes de "Mi idolatrado hijo Sisí", hasta el Nini de "Las ratas", que para sobrevivir tiene que cazar y comer estos animales. A pesar de la distancia social o de clase que evidentemente existe entre ambos personajes, en definitiva nos encontramos con dos seres frustrados y acosados por un entorno social implacable.
Sobre sus predilecciones éticas y literarias.
56. Cuando la vida le agarra a uno, sobra todo poder de decisión.
Adiós control.
57. Cada individuo del pueblo preferiría morirse antes que mover un dedo en beneficio de los demás. La gente vivía aislada y sólo se preocupaba de sí misma. Y a decir verdad, el individualismo feroz del valle sólo se quebraba las tardes de los domingos, al caer el sol.
Fragmento de El Camino.
58. (...) El cura, dijo entonces que cada cual tenía un camino marcado en la vida y que se podía renegar de ese camino por ambición y sensualidad y que un mendigo podía ser más rico que un millonario en su palacio, cargado de mármoles y criados.
Una lógica de la moralidad religiosa.
Otro extracto de una de sus mejores obras: El camino.
59. Era todo como un sueño, doloroso y punzante en su misma saciedad.
Una de las frases de Miguel Delibes basadas en lo emocional.
60. Aparentaba caminar bajo el peso de un fardo invisible que la obligaba a encorvarse por la cintura. Eran, sin duda, los remordimientos.
Una descripción de personaje que parte de lo físico para mostrar lo psicológico.
61. El ahorro, cuando se hace a costa de una necesidad insatisfecha, ocasiona en los hombres acritud y encono.
No es lo mismo ahorrar que no poder satisfacer una necesidad prioritaria.
62. Las ingentes montañas, con sus recias crestas recortadas sobre el horizonte, imbuían una irritante impresión de insignificancia.
Una potente descripción del entorno natural.
63. El pelo rojo podía ser, en efecto, un motivo de longevidad o, por lo menos, una especie de amuleto protector.
El folclore está muy presente en el pensamiento de Miguel Delibes.
64. El poder de decisión le llega al hombre cuando ya no le hace falta para nada
Acerca de la vejez.
65. Cuando a las gentes les faltan músculos en los brazos, les sobran en la lengua.
Un comentario mordaz acerca de quienes critican mucho.
66. Vivir era ir muriendo día a día, poquito a poco, inexorablemente.
La vida vista como una cuenta atrás.
67. Los hombres se hacen; las montañas están hechas ya.
Un aforismo acerca de nuestro vínculo con la naturaleza.
68. La instrucción, en el Colegio; la educación, en casa.
Una distinción entre dos tipos de transmisión de conocimientos.
69. Las cosas tienen que ser así porque así han sido siempre, ¿Por qué no ponerte al lado de los que pueden corresponderte?
Una reflexión impregnada de conservadurismo.
70. Vivimos entre gente civilizada y entre gente civilizada hay que comportarse como un ser civilizado.
Un pequeño sacrificio personal para poder vivir en sociedad.
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