Me dirijo a todas las personas que me leéis y, concretamente, a nuestro colectivo: a todas las que habéis estudiado Psicología. ¿No estáis un poco hartas de oír que cualquiera (sin vuestros estudios) puede hacer vuestro trabajo? En honor a la verdad, hacía mucho tiempo —años quizá— que nadie me decía una barbaridad como la que me dijeron hace unos días.
Una compañera de trabajo, una profesional también de la salud mental, me hizo un comentario que me dejó fuera de juego. Ella, ni corta ni perezosa, igualó sin más preámbulo mi función como profesional a la de una peluquera; solo que yo sin lavar, cortar y peinar, entiendo. Y no sé qué me sorprende más, si el comentario en sí o el hecho de que la persona que me lo hizo también es del sector.
No contesté, aunque reconozco que me molestó. Hace unos años que esta es mi reacción: ignorar. Habitualmente tampoco me duele, ni me engancho. ¡Pero es que esta persona trabaja conmigo cada día! Todavía no doy crédito.
Cuando empezaba a ejercer, este tipo de comentarios me ofendían mucho. Y así lo demostraba. Me enfadaba, contestaba y pedía "respeto". Me dolía profundamente que, después de haber estudiado casi diez años, no fuera vista ni reconocida. Con los años, mi reacción se fue transformando, pasando del enfado y la rabia a las justificaciones: elaboraba grandes discursos con el único fin de compartir mis conocimientos, de hacerme valer. Intentaba hacer pedagogía a la sociedad, pero al final me harté de trabajar gratis y opté por el silencio. En los últimos años no gasto ni tiempo, ni saliva. No contesto. No registro. Delete.
Pero esta vez me salto (un poco) mis propias reglas, porque el hecho de que el comentario venga de alguien del sector de la salud mental, con quien trabajo codo con codo a diario, me parece demasiado fuerte. Evidentemente, no me gusta la comparación, ni el intento de menosprecio intrínseco en el comentario. Pero no voy a entrar en dialécticas con esta persona en cuestión: me da demasiada pereza explicarme, enfadarme o dedicarle siquiera unos minutos de mi atención. Toda mi energía del suceso queda aquí, en esta columna, para compartirlo hoy con vosotras y preguntaros si esto, ¿también os ha pasado? ¿Y cómo lo gestionasteis?