Que un infante tenga altos niveles de optimismo, actitud mental positiva y confianza en sí mismo puede que sea saludable y recomendable.
No obstante... ¿Es saludable que los niños crezcan con esta forma de pensar? En este artículo vamos a tratar el tema del hiperoptimismo infantil y por qué podría resultar desfavorable en el correcto desarrollo del ser humano.
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¿Qué es el hiperoptimismo infantil?
El hiperoptimismo infantil es el alto nivel de optimismo y confianza que tiene un infante ante la vida (y sobre sus propias habilidades). Dicho de otro modo, es el enfoque optimista desde el cual generalmente los pequeños piensan y ven las cosas.
Los infantes tienden a pensar que poseen las habilidades y capacidades de hacer que la mayoría de cosas le vayan muy bien. Sin embargo, es importante detenernos en la siguiente pregunta: ¿resultará favorable en el desarrollo del infante tener esta perspectiva sobre su entorno?
¿El hiperoptimismo infantil es bueno o malo? El mundo podría ser mejor en alguna medida si mantuviéramos una parte de nuestro hiperoptimismo infantil principal, es importante precisar que en todo caso podría ser más recomendable hacer lo posible por mantener un optimismo medido y no excesivo (niveles adecuados de optimismo) en la infancia y en las posteriores etapas del desarrollo de la persona.
Debemos también tomar en consideración los hechos desfavorables que podemos ir encontrándonos en la realidad. De hecho, esto sucede naturalmente en la adolescencia, pues en esta etapa surge una inevitable decepción; al pasar por ella empezamos a descubrir que las personas y el mundo que nos rodea no es precisamente como imaginábamos de pequeños, muchas de las cosas puede que sean mejores y peores al mismo tiempo.
Es fundamental que los padres no transmitan un exceso de optimismo, pues ver el mundo de manera altamente optimista a veces resulta ser muy fantasioso; esto hace que nos alejemos de la realidad, y cuando notamos que la vida no es como esperábamos nos podemos aproximar a la decepción y frustración.
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¿Cómo se va perdiendo el hiperoptimismo infantil?
Claro está que cuando somos pequeños la gran mayoría de niños presenta un hiperoptimismo infantil. No obstante, es durante la adolescencia donde empiezan a surgir inevitables decepciones sobre las personas que nos rodean y el mundo que habitamos. No duele crecer, pero madurar y descubrir la realidad, sí que duele.
Aunque esto pueda verse muy desfavorable, en realidad no lo es del todo, pues resulta importante empezar a tener ideas y percepciones más ajustadas al contexto y la realidad. El hiperoptimismo se va perdiendo puntualmente en la adolescencia, pero también a lo largo del desarrollo de nuestras siguientes etapas de vida. Vale precisar que esta pérdida de optimismo se va perdiendo gradualmente, pero no en su totalidad pues este sesgo nos acompaña a lo largo de nuestra vida.
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Hiperoptimismo infantil y aprendizaje
La disposición emocional, actitudinal y mental al procesar cada estímulo de forma esperanzadora permite a los infantes creer que todo puede resolverse de manera positiva y que las eventualidades negativas no son probables y que si suceden son experiencias rápidas y fugaces sin importancia. Este sesgo de positivismo favorece significativamente al aprendizaje del menor.
Es así que los niños hiperoptimistas presentan una transición satisfactoria y exitosa en el colegio, pues disfrutan de ese proceso. Es importante favorecer optimismo y confianza en esta etapa del infante de esta manera vamos a favorecer su aprendizaje, y la confianza para que pueda relacionarse sin miedo con los demás.
Consecuencias del hiperoptimismo infantil
Existen consecuencias más negativas que positivas al favorecer un hiperoptimismo infantil. Sin bien es importante educar para que los niños y niñas cuenten con optimismo, seguridad y confianza, el hiperoptimismo va más allá de eso pues sus implicaciones son mucho mayores. Si bien durante la infancia puede que no afecte mucho, durante la pubertad y la adolescencia si lo hace. Por eso es importante considerar las consecuencias que puede generar el hiperoptimismo infantil.
Efectos negativos del hiperoptimismo
El exceso de optimismo irreal nos hace muy vulnerables a los problemas y adversidades cotidianos que la vida nos mostrará tarde o temprano. Son diversos los individuos que vinculan la esperanza con los elementos de la fe (fatal error). Como diría Martin Seligman, si el optimismo no es inteligente y real, te podría meter en un círculo vicioso que puede llevarte a vivir una realidad completamente irreal, en la que te creas falsas creencias de que todo lo que te va pasar o suceder en la vida puede hacerse real con el solo hecho de pensarlo y desearlo.
Esta manera de afrontar el exceso de optimismo que roza con lo patológico puede que nos haga afrontar la vida de una manera irreal afectando nuestro desempeño y la forma en la que abordamos las situaciones de la vida.
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La importancia de los niveles adecuados de optimismo
Es importante no perder nuestro optimismo y esperanza. Pero también es importante gestionar niveles adecuados para que no se vuelva un problema o dificultad. El primer gran paso es entender que si bien necesitamos de estos factores, tienen que estar ajustados acorde a nuestra realidad, sobre todo al tomar conciencia como va a ir cambiando en nuestras etapas de desarrollo de vida. A continuación, veremos por qué es importante mantener y no perder nuestro optimismo pero modularlo adecuadamente.
- No debemos perder nuestro sesgo de optimismo a niveles adecuados, porque gracias a él potenciamos nuestra salud mental y bienestar.
- Es importante ser optimista no solo deseando y esperando que sucedan cosas buenas, sino también haciendo y poniendo de nuestra parte para que esto realmente suceda con nuestras acciones.
- A pesar de las situaciones desfavorables de nuestra realidad, es importante mantener la esperanza y optimismo pues juegan un papel muy importante al reconocer que también existe la posibilidad de vivenciar situaciones satisfactorias y favorables.
- Ser optimista sin negar la realidad, por lo contrario, entenderla. Identificar nuestras habilidades y capacidades para poder mejorarlas y potenciarlas, aceptar que los errores son parte del progreso.
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