Hay una cantidad tremenda de beneficios profundos en el reconocimiento y expresión de tu verdad, tanto a nivel emocional como a nivel espiritual y relacional.
Cuando expresamos movilizamos nuestro mundo interior, lo acogemos, lo procesamos, lo homenajeamos y nos abrimos a entenderlo y aceptarlo. De esta manera, podemos también liberarnos, comunicarnos y permitirnos ser reconocidos por otras personas.
Esto nos da la posibilidad de atravesar capas de nosotros mismos para llegar a nuestro Yo profundo y verdadero. Y ese es el lugar donde reside todo nuestro potencial y desde el cual podemos aplicar esa creatividad que hemos estado entrenando, a lo grande en nuestra vida.
Porque si realmente lo observas con perspectiva, cómo vivimos nuestra vida es nuestra mayor expresión creativa, y la única obra de arte que realmente importa.
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La expresión creativa y sus efectos terapéuticos
Estos son los beneficios terapéuticos que nos aporta la expresión creativa.
1. Podemos expresar lo inexpresable
Cuando sentimos nuestro mundo interior muy enredado y nos cuesta definirlo con palabras, la expresión creativa nos ofrece una alternativa maravillosa para poder vaciarnos, procesar y entender todo nuestro mundo interior. Es un modo de expresión magnífico para personas sensibles que no encuentran palabras para definir lo que sienten, para personas que tienen dificultades para relacionarse con comunicación hablada o para personas que necesitan una manera más abstracta y libre de comunicación y expresión.
2. Nos centramos en el momento presente
La expresión creativa puede ser una forma más de meditación, ya que a través de ella nos centramos en lo que está presente y en cómo lo percibimos en ese momento. De esta manera, podemos entrar en un estado de armonía y relajación en el parece que el mundo se desvanece y sólo existe tú y tu objeto creativo. Cuando eso ocurre, nuestra mente no está pendiente del pasado o del futuro, que es de donde surge nuestro sufrimiento, por tanto estamos conectados con nuestro yo más profundo.
3. Conectamos con nuestra curiosidad
Hay una parte en nosotros que se ve muy afectada cuando empezamos a identificarnos con el papel de adulto establecido socialmente, y esa parte es nuestro niño interior. Nuestro niño interior es ese ser inocente dentro de nosotros que realmente entiende la chispa de la vida y que puede fascinarse con cualquier pequeño detalle como si fuera algo maravilloso por explorar. Y cuando conectamos con esa parte en nosotros, la felicidad y la apertura a nuevas posibilidades están aseguradas ya que, cuando la curiosidad está presente, el miedo no tiene cabida.
4. Abrimos nuestra mente
Dejarnos llevar por la expresión creativa y permitirnos fluir con ella de forma inesperada nos ayuda a romper patrones fijos de comportamiento, creencias limitantes y perspectivas limitadas sobre nuestra realidad que acotan nuestra libertad y nuestra manera de vivir. Soltar nuestros impulsos en un contexto creativo y jugar con nuevas posibilidades de hacer, puede ser un entrenamiento maravilloso para traer una mente más abierta a nuestra vida, integrando una manera creativa de afrontarla.
5. Nos abrimos a entendernos y aceptarnos
La auto-expresión es una manera maravillosa de conocernos a nosotros mismos e indagar en nuestras emociones y paisajes interiores. Cuando volcamos nuestra abstracción interna sobre algo externo, nos permitimos tomar distancia y tener una perspectiva diferente sobre ello, por lo que la posibilidad de claridad es mayor, y desde ese lugar podemos comprendernos y acogernos con compasión, aceptando todas nuestras partes.
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6. Nos abrimos a acoger nuestro mundo interior
Acogernos tal y como somos es la base de nuestra autoestima. Y para ello, necesitamos también acoger y aceptar toda nuestra dinámica emocional, con sus luces y sus sombras. Esto puede hacerse complicado en muchas situaciones, por lo que la expresión creativa puede ayudarnos en ello.
Cuando nos disponemos a expresar nuestras emociones, nos abrimos a ellas, las observamos con atención y las sentimos de una manera profunda. Este proceso nos ayuda a mantenernos en un contacto amable con nuestra dinámica emocional en lugar de evitarla o rechazarla, lo cual nos ayuda a navegar procesos internos difíciles. Además, cuando expresamos nuestro mundo interior, estamos ofreciéndole simbólicamente un homenaje, dándole importancia y espacio y reconociendo su belleza.
7. Procesamos nuestras emociones
Expresar nuestras dinámicas emocionales, a parte de esclarecedor y auto-reconciliador, puede ser también muy sanador. Para expresarnos, movilizamos nuestras emociones, invitándolas a fluir de forma creativa desde lo intangible hacia el mundo material.
De esta manera, estamos permitiendo que cierta energía emocional estancada en nuestro cuerpo y responsable de bloqueos personales y limitaciones, fluya de nuevo. Esto nos ayuda a ser más libres, más plenos, y a vivir con integridad la vida que elegimos.
8. Conectamos profundamente con otras personas y nos apoyamos para sanar
Cuando nos sumergimos en un proceso de expresión creativa en grupo, estamos creando un espacio precioso de complicidad y profundidad emocional, difícil de crear en otros contextos relacionales. Esto tiene el potencial de crear relaciones verdaderas y profundas, donde el crecimiento personal de todas las partes es apoyado por la energía de todo el grupo.
Además, en un grupo de terapéutico de expresión creativa podemos ser vistos y reconocidos en nuestra profundidad emocional, de la misma manera que también tenemos acceso íntimo al mundo interior de otras personas.
Esto nos da la posibilidad de vernos reflejados en los procesos internos de los demás, lo cual nos invita a relajarnos más en lo que somos y en el momento en el que estamos. Y además, el ser acogidos y aceptados sin juicio en toda nuestra vulnerabilidad por un grupo de personas tiene un potencial sanador magnífico que nos aporta una dimensión que no tenemos en terapia individual.