Liderar es algo más que generar las condiciones propicias para que los miembros de un equipo se esfuercen al trabajar. La lógica de controlar a los trabajadores para que cumplan los mínimos ha quedado totalmente obsoleta por un motivo sencillo; se centra en el trabajo individual, en vez de en lo principal en estos casos: los procesos relacionales de un conjunto de personas.
Es por ello que el liderazgo emocional es algo relevante. En vez de fundamentarse solo en el cumplimiento de tareas atendiendo a criterios objetivos, los líderes emocionalmente inteligentes trabajan para que los equipos funcionen como una unidad en la que todo el mundo entienda el sentido de lo que hace uno mismo y los demás. A fin de cuentas, el ponernos a trabajar en una organización no hace que dejemos de ser humanos, y eso importa.
En este artículo veremos una serie de ideas clave que potencian el liderazgo emocional aplicado a las empresas, el deporte o cualquier otro ámbito en el que se requiera trabajo en equipo
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Claves para ser un líder emocionalmente inteligente
Cada vez está más claro que en el mundo de las organizaciones quienes mejores lideran tienen siempre en cuenta la faceta emocional de ellos mismos y de los demás. Afortunadamente ya han quedado atrás los días en los que hacer de líder parecía ser sinónimo de mandar y hacer cumplir las normas.
Para bien y para mal, orientar a los equipos hacia las metas ya no es llegar a objetivos registrados por escrito, sino tener en cuenta los objetivos y las necesidades reales de las personas y los grupos (o departamentos organizacionales).
Por otro lado, también es evidente que el liderazgo emocional no se aplica siguiendo las instrucciones teóricas de un libro o manual, sino que llegar a hacerlo bien requiere de práctica y rodaje. Sin embargo, los fundamentos de este tipo de liderazgo pueden ser resumidos en ideas simples para que a partir de ellas tengamos unas nociones sobre qué hacer. Estos fundamentos básicos son, a grandes rasgos, los siguientes.
1. Priorizar la asertividad
Hay personas que pretenden liderar dejando que, por lo general, las personas a su cargo detecten y solucionen sus propios problemas en lo que respecta a productividad y dinámicas de trabajo. Si bien esto no suena descabellado si solo se trabaja con ciertos perfiles profesionales muy especializados y altamente capacitados, suele ser un error. No todo el mundo tiene por defecto una actitud tan proactiva, y menos a la hora de dar malas noticias.
Por eso hay que tener claro que en la mayoría de las ocasiones son los líderes quienes deben sacar a colación cualquier problema que detecten, aunque eso pueda generar algunos momentos incómodos hasta que se halla una solución. Evitar estos momentos en los que se habla con un equipo o con un trabajador acerca de las cosas a mejorar solo hará que los problemas se acumulen.
2. Evitar las inconsistencias en la comunicación
En las organizaciones, la comunicación establece cómo se deben coordinar todas las personas y los equipos que las conforman. Por eso, es crucial que no exista ninguna inconsistencia o contradicción en lo que se dice, lo cual requiere de ponerse en el lugar de los demás e interpretar lo que se comunica poniéndonos en su lugar.
Un error en este aspecto puede hacer que decenas de personas trabajen en lo que no deben o de un modo que no deben, lo cual genera un daño tremendo al conjunto. También hay que tener en cuenta la comunicación boca-oreja y que, ante dos versiones de un mismo hecho, las personas tienden a quedarse con la que supone consecuencias más positivas para ellas.
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3. Saber poner el límite de la comunicación informal
Los líderes emocionalmente inteligentes se distinguen por conectar con las personas a su cargo teniendo en cuenta sus necesidades, creencias y motivaciones, pero eso no significa que deban pretender ser los amigos de todo el mundo. De hecho pretender eso solo genera incomodidad: extralimitarse puede ser visto como un abuso de poder.
4. Saber eliminar protocolos innecesarios
Una organización no puede ser una acumulación de iniciativas que quedan bien sobre el papel pero que no tienen sentido para nadie ni aportan ninguna ventaja práctica. Por eso, es bueno atender a aquellas rutinas semanales conjuntas que según el punto de vista de los miembros del equipo no tienen sentido para, sabiendo esto, decidir si hay que explicar mejor su utilidad, reajustar su formato o directamente eliminarlas.
5. Transmitir los valores de la organización
Cualquier organización se rige por una serie de valores, incluso si no hay un documento manual de Relaciones Públicas creados expresamente para establecer cuáles son. Por eso, hay que procurar que estos valoras sean transmitidos a través de todos los canales de comunicación, tanto mediante las acciones conjuntas como a través de la imagen y el componente estético que definen al equipo u organización.
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6. No obsesionarse con los errores
Los errores no pueden ser un tabú ni para el líder ni para las personas a las que supervisa y dinamiza. De otro modo, se estará promoviendo una cultura de la idealización y de la ocultación de imperfecciones que dañará el progreso de los equipos a medida que pase el tiempo.
Además, promover que se comuniquen los problemas y los errores hace posible crear diagnósticos útiles que eviten que la cadena de hechos que han llevado a esa equivocación no siga afectando negativamente al grupo.
7. Acostumbrarse a aprender constantemente
A través del liderazgo emocional se trabaja con personas, pero también con contenidos teóricos y prácticos de todo tipo que deben ser aprendidos a medida que la organización o equipo va quemando etapas de su desarrollo. Es por eso que los líderes emocionalmente inteligentes deben mantener una actitud extremadamente flexible por lo que respecta al aprendizaje. Eso sí, siempre teniendo en cuenta la viabilidad de aprender ciertas cosas y los costes de oportunidad que conlleva entrenarse en cualquier competencia.
¿Cómo formarse en este ámbito?
Tal y como hemos visto, el liderazgo emocional es mucho más que seguir una serie de pasos perfectamente especificados al día a día y esperar que estos den sus frutos sin más. Es uno mismo quien debe impulsar los cambios positivos en un equipo, orientándose a partir de los conocimientos adecuados.
Por eso es importante ganar experiencia teórica y práctica de calidad para profundizar en el arte de ser un líder emocionalmente inteligente. El Curso de Especialización en Liderazgo Emocional del Institut de Formació Contínua-IL3 (Universitat de Barcelona) es una buena manera de hacerse con las herramientas fundamentales para aprender a impulsar y dinamizar equipos y organizaciones del mejor modo posible.
El curso, que consta de 3 créditos ECTS y se inicia en Barcelona el 19 de octubre de 2018 (finalizando el 10 de noviembre del mismo año), cuenta con la participación de expertos en liderazgo que se dedican a ello en el ámbito profesional y está diseñado para que sea una experiencia práctica en la que se interioricen y se perfeccionen herramientas de liderazgo individual, de equipos y de organizaciones. Para saber más sobre este programa de formación, puedes hacer clic en este enlace.
Por otro lado, cualquier proceso de perfeccionamiento del propio liderazgo requiere de práctica ejercida de manera frecuente. Por ello, es importante rodearse de las personas adecuadas y no desperdiciar nuestras habilidades para sacar lo mejor de los equipos de trabajo. Solo aprendiendo de los errores cometidos y de la entrada en contacto con todo lo que hace que una organización sea un sistema complejo, llegamos a captar las dinámicas a aplicar en cada caso.
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