La crianza es uno de los mayores retos a los que puede hacer frente una pareja. Lo ideal sería que se hablara de estos temas antes de decidir tener hijos porque de este modo podrían valorar cómo de grandes son las diferencias y si están dispuestos realmente a lidiar con ellas.
Sin embargo, esto no sucede en la mayoría de ocasiones. Como consecuencia, hay muchas parejas que sufren estragos considerables al tener hijos y las discusiones por todas aquellas cosas en las que no están de acuerdo pueden tener un impacto en los hijos.
Aquí veremos cuáles son los principales temas que hoy en día lleva a discutir o estar en desacuerdo a muchas parejas. Hablamos, también, del impacto que pueden tener las discusiones si se dan de forma repetida y constante. Por último, planteamos algunas estrategias que pueden ser útiles con los desencuentros.
Principales áreas de desacuerdo entre progenitores
Teniendo en cuenta que cada pareja y cada familia son completamente diferentes y tienen su propia realidad, a continuación se exponen algunos de los temas que han sido reportados con más frecuencia como aquellos que generan discrepancia en la pareja en relación con la crianza.
1. Uso de la tecnología
La tecnología está cada vez más presente en nuestro día a día, en formas y formatos distintos. Aunque hay mucha evidencia e información respecto al grave impacto que tienen las pantallas —y las redes sociales— en el desarrollo mental y emocional de las criaturas, para algunas parejas es realmente difícil ponerse de acuerdo en el uso de la tecnología.
Lo que para algunos puede ser adecuado porque puede ser usado como una herramienta educativa, para el otro puede no serlo. Los debates sobre la edad adecuada para el uso de pantallas, para tener un teléfono propio, sobre el tiempo idóneo de uso de la tecnología, el contenido adecuado, etc. son más y más frecuentes.
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2. Límites en las rutinas
Ciertos aspectos del día a día pueden llegar a suponer también un conflicto entre los adultos. Aspectos como la hora de ir a dormir, los deberes, las tareas escolares, las rutinas de higiene pueden llevar a las parejas a discutir. Esto suele ocurrir cuando uno tiende a ser más estricto o más permisivo que el otro y, sobre todo, cuando uno de los dos está más presente en el día a día que el otro.
3. Alimentación y salud
La alimentación es un aspecto de gran importancia para la salud física, emocional y mental de las personas. Si hablamos del desarrollo infantil, este es un aspecto crucial. Por ello, pueden surgir conflictos relacionados con el tipo de alimentos que se ofrecen, la libertad que tienen las criaturas para elegir, la cantidad…
Algo muy similar sucede con el tema de la salud. Las discrepancias suelen girar en torno a las preocupaciones por diferentes temas de salud, a la gravedad de una situación y la forma de abordarla.
4. Educación y tiempo libre
Este es uno de los grandes temas que también genera muchos conflictos familiares. Las expectativas sobre el rendimiento académico, los deberes, las actividades extraescolares y, en general, la importancia que se le da al ámbito educativo.
Mientras unos dan mucha importancia a las actividades estructuradas, hay otros que le dan más valor al hecho de poder tener tiempo libre para compartir en familia y hacer actividades juntos, para que los niños puedan explorar el entorno, jugar y descansar.
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5. Estilos educativos parentales
Y, finalmente, de entre los mencionados este puede ser el gran tema de las discusiones por excelencia. El hecho de que ambos padres tengan estilos educativos —y, por tanto, formas de entender la crianza, a los niños y su desarrollo— distintas suele ser la base del resto de conflictos mencionados anteriormente —y de otros muchos—.
Las discrepancias en los estilos educativos implican formas diferentes de entender lo que está sucediendo y, como consecuencia, diferentes planteamientos a la hora de poder hacer frente a una situación en concreto.
Impacto de las discusiones en la infancia
Los desencuentros entre la pareja en relación con la crianza no tienen por qué ser algo dañino en sí siempre que se den ocasionalmente y se aborden de forma respetuosa y saludable.
El problema está en aquellas discusiones que se dan recurrentemente y quedan sin resolver porque pueden afectar al desarrollo emocional y mental de las criaturas. Estudios recientes señalan que los niños expuestos a conflictos parentales constantes tienen probabilidades más altas de desarrollar problemas de conducta, ansiedad y dificultades en las relaciones con los demás.
En caso de que las discusiones vayan a más y se generen dinámicas relacionales complejas y disruptivas los efectos en los menores pueden ser altamente perjudiciales y las consecuencias pueden perdurar hasta la edad adulta.
Cómo manejar los desacuerdos
Lo primero que debemos tener en cuenta es que es totalmente normal que, en determinados momentos, haya desencuentros en algunos puntos de la crianza. Los progenitores son personas diferentes, con historias diferentes y formas diferentes de entender el mundo. Por tanto, el respeto es un aspecto crucial.
Cuando los padres son capaces de cooperar y encontrar la forma de hacer equipo están convirtiéndose en un gran modelo para sus hijos mientras que les enseñan habilidades sociales,y herramientas para la resolución de conflictos. La coparentalidad desde el respeto y la comunicación mejora los vínculos familiares.
Para llegar a este punto, es necesario que la pareja pueda tener una comunicación abierta, fluida y libre de juicio. Es importante focalizar en los valores que queremos transmitir a nuestros hijos y, entonces, buscar acuerdos prácticos. Puede ser realmente complejo llegar a pactar en determinadas ocasiones y pedir ayuda profesional puede ser de gran ayuda.