Cuando hablamos de mentalidad ganadora, es fácil que lo primero que nos imaginemos sea una persona individualista cuya principal meta es ser más competitiva que el resto. Sin embargo, también podemos entender este concepto de una manera que no tenga que ver con la avaricia: ser ganador puede significar, simplemente, no renunciar a conseguir aquellas metas personales que, si se apuesta por el esfuerzo, pueden llegar a ser alcanzadas.
Dicho de otro modo, tener una mentalidad ganadora implica no dejarse seducir por las múltiples excusas que muchas veces nos ponemos a nosotros mismos para no salir de nuestra zona de confort.
Renunciando a nuestras metas de manera inconsciente
Hace ya muchos años que sabemos hasta qué punto el ser humano es propenso a engañarse a sí mismo sin darse cuenta. Fenómenos como la disonancia cognitiva, por ejemplo, hacen que lleguemos a abrazar creencias poco razonables por el simple hecho de que nos permiten reducir el malestar que aparece cuando notamos contradicciones en nuestro modo de pensar: podría haber estudiado para el examen pero no lo he hecho a pesar de que quiero aprobar, pero al fin y al cabo da igual porque ese profesor me iba a suspender igualmente.
Del mismo modo, los heurísticos, o los atajos mentales de nuestra mente, hacen que en cuestión de segundos "fabriquemos" motivos para decantarnos por una decisión que no parece muy racional. Por ejemplo, queremos perder grasa corporal pero el embalaje de un producto de bollería lleno de azúcar refinado nos seduce, podemos creer que comérnoslo nos dará la energía necesaria para trabajar nuestros músculos en el gimnasio y mejorar nuestra capacidad para quemar grasa después.
Estos son ejemplos en los que la obediencia a impulsos y deseos ligados a la búsqueda del placer a corto plazo son camuflados bajo una capa de aparente racionalidad. Aunque parezca mentira, los seres humanos podemos volvernos muy creativos a la hora de renunciar a nuestros objetivos a largo plazo en favor de metas cortoplacistas. Estas pequeñas trampas que se pone uno mismo son el principal obstáculo con el que debe lidiar una mentalidad ganadora: muchas de las metas que nos darán mayores beneficios solo pueden alcanzarse con persistencia y esfuerzo, y nunca llegaremos a ellas sin entrenarnos en un cierta autodisciplina.
Construyendo una mentalidad ganadora
Para acostumbrarse a mantener una mentalidad productiva es necesario adoptar nuevos hábitos y costumbres. Estas son algunas de ellas.
1. Localizando los objetivos
En primer lugar, es necesario saber cuáles son nuestros principales objetivos en la vida o en un ámbito concreto de esta en la que sintamos que no avanzamos. Para ello es bueno escribir un listado de posibles metas, para que no se nos olviden después de pensar en ellas por primera vez, y luego ir haciendo un ejercicio de filtrado, tachando las menos importantes hasta dejar no más de 4 o 5. Esto nos permitirá conocer nuestras prioridades y conocer mejor hacia dónde queremos apuntar nuestras estrategias de desarrollo a medio y largo plazo.
2. Detectando las excusas
El segundo paso para construir una mentalidad ganadora es examinar los propios pensamientos y aprender a localizar las excusas que nos mantienen estancados. Es conveniente hacer esto sin pretender ser muy indulgentes con nosotros mismos y, si tenemos dudas, siempre podemos pedir la opinión de personas de confianza para tener una segunda opinión.
3. Salir de la zona de confort
Este es el paso más difícil, ya que implica exponernos a situaciones algo estresantes pero que nos acercan más a nuestras metas. Para ello es bueno encontrar estrategias para "obligarnos" a seguir una secuencia de acciones muy claras y específicas; de este modo no podremos justificarnos con excusas convenientes, porque las pautas de lo que debemos hacer son tan claras que no queda lugar a dudas de si las hemos realizado o no.
La procrastinación, o "síndrome de ya lo haré mañana" también es un refugio muy habitual entre las personas estancadas en sus proyectos, y por eso es necesario prevenir su aparición haciendo que todo lo que importe durante un momento sea realizar aquello que sentimos que debemos hacer. Del mismo modo, la parálisis del análisis (de la que se habla en este artículo) es utilizada con asiduidad para disfrazar la inacción como si fuera una actividad productiva.
4. Mantener el hábito
Una vez hemos roto con la dinámica del inmovilismo, es mucho más fácil seguir avanzando, pero igualmente hay que vigilar lo que hacemos para no renunciar al proyecto.
Para eso es bueno pensar en la satisfacción que produce haber superado las dificultades anteriores, las que una vez nos dieron tanta pereza o miedo, y pensar que muchos pequeños premios como esos nos esperan. También es necesario seguir programando planes de acción secuenciados en etapas muy cortas y concretas, para que en todo momento sepamos lo que hay que hacer y utilicemos todas nuestras energías en ejecutar esas acciones.
Concluyendo
Mantener una mentalidad ganadora nos permitirá estar prevenidos contra las excusas que utilizamos para no salir de la zona de confort y, a la vez, ver cómo los objetivos con los que tanto fantaseamos en el pasado se van acercando o cumpliendo, siempre que dependan solo de nosotros.
Es por eso que adoptar esta manera de pensar haciendo que forme parte de nuestra cotidianidad tendrá un impacto muy positivo tanto en nuestra autoestima como en la satisfacción generada a través del esfuerzo.