Las mujeres en puestos de liderazgo enfrentan desafíos particulares que pueden aumentar su nivel de estrés en comparación con sus pares masculinos.
En pleno siglo XXI, la humanidad ha logrado avances impresionantes en ciencia, tecnología y exploración espacial, pero aún hay grandes desigualdades de género que siguen vigentes. Es una gran paradoja, ¿verdad? Se trata de un fenómeno complejo que combina factores estructurales, culturales y psicológicos.
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Un poco de historia (y perspectiva)
Para entrar en materia, a lo largo de la historia, lo que se conoce en el ámbito de las organizaciones como “liderazgo” ha estado tradicionalmente dominado por hombres, dejando a las mujeres con oportunidades limitadas para acceder a posiciones de poder, equidad en sueldos y toma de decisiones. Sin embargo, y gracias al papel reivindicativo de las mujeres en las últimas décadas, el papel visible de estas en el mundo empresarial, político y en otros ámbitos, es ya un hecho.
Pero, aunque el progreso es innegable, las mujeres aún tenemos que luchar más para ocupar espacios de poder, tener los mismos sueldos, demostrar nuestra valía y desafiar un sistema que, en el fondo, sigue favoreciendo a la autoridad masculina, lo que implica seguir rompiendo siglos de normas establecidas.
Haciendo memoria, en España, hasta la década de 1980, las mujeres enfrentábamos importantes restricciones legales y económicas que limitaban nuestra independencia financiera. Durante el franquismo (1939-1975), el Código Civil establecía que las mujeres casadas necesitaban la autorización de su marido para realizar actividades económicas como abrir una cuenta bancaria, firmar contratos o trabajar. Esta situación se debía a la figura de la "licencia marital", que restringía la capacidad de las mujeres para gestionar su propio dinero y bienes.
Fue con la Constitución de 1978 y la posterior reforma del Código Civil en 1981 cuando se eliminó por completo la tutela legal del marido sobre la mujer en el matrimonio, permitiendo que pudiéramos abrir cuentas bancarias, solicitar préstamos o comprar propiedades sin la necesidad de una autorización masculina.
Esta evolución en los derechos económicos de la mujer marcó un hito en la lucha por la igualdad de género en España, reflejando un cambio profundo en la sociedad y en el papel de la mujer en el ámbito financiero y profesional.
Estrés y liderazgo femenino. ¿Podré con todo?
El ejercicio del liderazgo en contextos organizacionales, en general, ya supone un reto complejo; sin embargo, cuando se trata de liderazgo femenino, emergen tensiones añadidas.
En el plano estructural, la falta de referentes femeninos y de modelos de liderazgo diverso alimenta la sensación de estar “fuera de lugar” o de ser una excepción. Muchas mujeres se convierten en pioneras dentro de sus sectores, sin una red de apoyo entre pares ni espacios de legitimación donde compartir sus dilemas.
Esta soledad en la cima, un fenómeno documentado en estudios de liderazgo organizacional, favorece la aparición de síntomas depresivos y de desgaste emocional (burnout), especialmente cuando no hay cultura institucional de acompañamiento emocional o un acompañamiento personalizado como podría ser el coaching ejecutivo con perspectiva de género.
Muchas mujeres líderes deben equilibrar sus responsabilidades profesionales con las familiares y personales, lo que genera una carga mental adicional. A menudo, se espera que sean exitosas en el trabajo sin dejar de lado su rol en el hogar.
Varias investigaciones han demostrado que muchas mujeres en puestos de liderazgo dudan de su capacidad y atribuyen su éxito a la suerte en lugar de a su talento y esfuerzo. Esto puede generar una presión interna constante.
A las mujeres en puestos de liderazgo se les exige demostrar más competencia para ser valoradas en igualdad de condiciones. Son juzgadas con más dureza si adoptan un estilo de liderazgo asertivo además de enfrentarse al dilema de la “doble vinculación”: si son firmes, se las percibe como autoritarias; si son empáticas, se las considera débiles.
Los espacios de networking y mentoría profesional han estado históricamente dominados por hombres. La ausencia de referentes femeninos en posiciones de liderazgo puede hacer que las mujeres se sientan aisladas por falta de una red de apoyo para compartir sus dilemas.
La diferencia de salarios y oportunidades de ascenso, aunque aceptada sobre el papel en la mayoría de las legislaciones modernas, sigue siendo una realidad en muchos sectores, lo que genera frustración y estrés adicional. En España, el salario medio anual de las mujeres es un 18% inferior al de los hombres.
Pero, ¿cuáles son las causas? Las mujeres siguen concentradas en sectores peor remunerados (educación, cuidados, comercio). Menor acceso a puestos directivos (techo de cristal), que son los mejor pagados. La penalización por maternidad: interrupciones laborales, jornadas reducidas y sesgos que afectan las trayectorias. Y la infravaloración del trabajo femenino: incluso cuando se desempeñan las mismas tareas, hay sesgos de género que hacen que se valore menos la contribución femenina.
El coaching puede ser un verdadero aliado
Ante estas circunstancias un acompañamiento personalizado a través de un proceso de coaching puede ser de gran ayuda para afrontar situaciones difíciles, identificar metas y crear estrategias de crecimiento para implementar y superar desafíos diarios.
El coaching es una herramienta poderosa para acompañar a las mujeres en el desarrollo de un liderazgo auténtico, consciente y sostenible. A través de un proceso de reflexión profunda, esta metodología centrada en conversaciones productivas, permite identificar y transformar creencias limitantes (como el síndrome de la impostora), fortalecer la autoconfianza y reconectar con los propios valores y el propósito de vida.
Además, ayuda a gestionar el estrés, establecer límites saludables, mejorar la comunicación y desarrollar competencias clave como la toma de decisiones, la resiliencia emocional y la influencia positiva.
En un entorno donde muchas líderes se sienten solas o a altos niveles de exigencia y autoexigencia, el coaching ofrece un espacio seguro de validación, empoderamiento y crecimiento personal y profesional.
Aplicando una metodología basada en sintonizar con las emociones, activar fortalezas, conectar con los valores, visualizar metas y reconectar con el propósito, el coaching facilita que la mujer líder:
- Identifique sus bloqueos internos y externos sin juicio, para darles una nueva lectura.
- Fortalezca su autoconfianza desde lo que ya es y no desde lo que “le falta”.
- Reafirme su estilo de liderazgo personal, sin tener que imitar modelos masculinizados o desgastarse en la búsqueda de aprobación.
- Gestione el estrés y los límites desde la regulación emocional y la comunicación asertiva.
- Lidere con propósito, es decir, desde una visión inspiradora y conectada con la necesidad de dejar un legado y sus valores más profundos.
El coaching, como una herramienta de desarrollo personal y comunicación facilita la exploración de “quién soy como líder y como persona y qué quiero aportar al mundo”. Al mismo tiempo ayuda a identificar patrones de pensamiento, creencias limitantes y motivaciones auténticas en un entorno seguro para parar, reflexionar y tomar decisiones conscientes que permiten planificar acciones desde un enfoque integral, cuerpo, mente, corazón y espíritu, al tiempo que busca alinear principios, valores y metas para el éxito.


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