Apuntarte a cinco cursos online, aunque no tengas tiempo ni cabeza.
Ir a todos los restaurantes de moda porque los viste en Instagram.
Organizar una escapada “relámpago” que más parece una maratón.
Ver tu lista eterna de series, solo para tacharlas.
¿Te suena? Créenos que no eres la única persona que se siente así cuando llega el momento de desconectar. Pero, ¿qué pasaría si probaras unas vacaciones sin culpa? Este será el tema que abordaremos hoy.
Descansar sin culpa en vacaciones: un reto en nuestros tiempos
Estamos tan acostumbrados a “aprovechar el tiempo” que cuando llega el momento de parar, nos cuesta. Es como si tomarse un descanso fuera una pérdida o una traición al ideal de productividad.
La cultura del “siempre hacer algo” se cuela incluso en nuestras semanas libres. Y, ¡a ver!, no es que esté mal tener planes o hacer cosas, el problema aparece cuando esa necesidad de cumplir con todo nos impide realmente bajar el ritmo.
Por ejemplo, muchas personas se sienten inquietas si no llenan sus días libres con actividades. Les cuesta sentarse sin más o disfrutar sin tener la sensación de estar "haciendo algo útil".
Y, claro, si además ves a otras personas compartiendo sus vacaciones perfectas en redes sociales, la comparación entra en escena. Todo esto convierte el descanso en una batalla entre las expectativas, exigencias y culpas.
¿Qué nos impide relajarnos?
Una parte viene de afuera, sí. La presión social influye. Se espera que aprovechemos cada minuto libre para “vivir experiencias”, “hacer algo memorable” o volver con historias que valgan la pena contar. Pero otra parte importante viene desde dentro: la autoexigencia.
Ese pensamiento de que descansar es un lujo o una pérdida de tiempo está bastante instalado. Es común sentir que si no estamos creando, progresando o viendo resultados tangibles, no estamos a la altura.
Esta idea nos lleva a empujar nuestros propios límites incluso cuando estamos agotados. Sentimos culpa por parar, aunque estemos al borde del colapso. Y lo más irónico es que esa culpa no nos ayuda en nada. Solo nos desgasta más.
Además, la autoexigencia suele venir acompañada de una voz crítica interna. Esa que dice “podrías estar aprovechando más”, “no hiciste nada hoy”, “ya te estás quedando atrás”. Esa voz no descansa, ni siquiera en vacaciones.
A veces, confundimos tener estándares con no darnos permiso para ser humanos, para estar cansados, para necesitar una pausa. Y, sí, está bien tener ambiciones, pero también es clave entender que descansar es parte del equilibrio.
Cómo soltar la presión sin sentir que estás fallando
A veces, descansar se siente como si estuvieras haciendo algo mal. Pero, ojo, no todo tiene que ir al ritmo de la exigencia interna. Aquí te damos algunas claves que te podrían ayudar:
1. Organiza tus días sin llenarlos
Puedes planear, sí, pero no hace falta tenerlo todo cronometrado. Dejar huecos sin planes también es una forma de cuidarte, así que si algo se cancela o no sale, no pasa nada.
2. Aprende a decir “hoy no puedo”
No hace falta dar explicaciones eternas. Si necesitas quedarte en casa o simplemente no quieres hacer algo, está bien decirlo. El descanso también es súper importante.
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3. Corta el hilo con el trabajo
Si sigues pendiente del correo o respondiendo mensajes laborales, no estás descansando. Prepárate para desconectar del todo: automatiza respuestas, pon límites y suéltalo.
4. Escucha lo que te dices
¿Te sientes culpable por no estar “aprovechando”? Pregúntate de dónde viene esa idea. Tal vez es hora de tratarte con más comprensión y soltar la exigencia constante.
5. Lo tuyo no tiene que parecerse a lo de nadie
Deja de mirar cómo descansa el resto. En las redes sociales siempre se comparte solo una partecita de la historia. Tus vacaciones pueden ser simples y tranquilas, y seguir siendo valiosas.
6. Cambia la idea de productividad
No todo lo valioso se mide en resultados. Si lograste dormir, relajarte y no correr todo el día, también hiciste algo importante.
7. Dale espacio a los días lentos
Un día sin agenda no es tiempo perdido, es tiempo contigo. No hace falta tener motivos para descansar. Puedes hacerlo porque te hace bien, sin explicárselo a nadie.
8. Que no todo dependa de que salga “perfecto”
Si algo no salió como querías o no lograste desconectar tanto, no lo tomes como un fracaso. No se trata de tener vacaciones de revista, sino de recuperar un poco de aire.
Cuidarte sin tener que demostrar nada
No todo tiene que verse ocupado para tener valor. A veces, lo que más necesitas es bajar el ritmo sin tener que explicarlo, sin tener que mostrar resultados. Descansar, desconectarte, tener ratos sin hacer nada también es parte de estar bien, aunque no se note desde fuera.
Las vacaciones pueden ser ese momento para observar cómo te hablas, qué tanto te exiges y si te das permiso real para sentirte bien sin estar cumpliendo expectativas, así que no hace falta llenar cada minuto de actividades para que el descanso valga la pena.
Si aparece la culpa por parar, tal vez sea hora de soltar un poco la exigencia constante y probar qué pasa si simplemente estás, sin demostrar nada. No hay nada malo en querer descansar; al contrario, así te estás escuchando, ¡y eso sí que es valioso!


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