Imagina a un niño de 6 años que va a visitar a sus abuelos y, sin esperarlo, se encuentra con más gente en casa a la que apenas conoce. Todas esas personas le dicen que son familia y que le quieren mucho. Le tocan el pelo, la cara e incluso le dan besos y abrazos.
Todo esto es abrumador para él y no se siente cómodo. Sin embargo, no se atreve a decir nada porque no quiere que le riñan por maleducado. Tampoco quiere que se rían de él o que los abuelos se sientan mal. Esto también es contacto físico no deseado y ocurre con más frecuencia de la que imaginamos.
Lo que hubiera necesitado ese niño es sentirse suficientemente seguro como para poder decir que no o para poder hacer algo al respecto. Que los niños puedan poner límites en situaciones incómodas puede protegerles de potenciales peligros y es nuestra responsabilidad como adultos ofrecerles herramientas y acompañamiento. A lo largo de este artículo explicamos cómo ayudarles a conseguirlo.
¿Qué entendemos por contacto físico no deseado?
Uno de los primeros puntos que debemos poder comunicar a los niños y las niñas es la diferencia entre el contacto físico seguro y el que no lo es. Este mensaje deberá adaptarse a la edad de cada criatura pero, en resumidas cuentas, el contacto seguro es aquel que nos hace sentir cuidados/as y cómodos/as. El contacto inseguro es aquel que nos hace daño o nos hace sentir inseguros/as.
En este sentido, el contacto físico no deseado será cualquier forma de interacción física que una persona recibe en su cuerpo sin desearlo y/o sin haber dado su consentimiento. Es importante comprender que no se limita únicamente a situaciones de abuso sexual, sino que también se incluyen aquí besos, abrazos, cosquillas y caricias que generan incomodidad o rechazo.
Lamentablemente, en muchas ocasiones se minimiza el impacto que tienen este tipo de interacciones no deseadas en la persona que las recibe. Esto sucede especialmente cuando hablamos de niños puesto que hay una creencia —absolutamente errónea— popular de que las criaturas deben aceptar las muestras de cariño por parte de la familia o adultos del entorno.
- Artículo relacionado: "¿Cómo puedo hablar con mis hijos sobre las zonas privadas de su cuerpo?"
La importancia de la educación sobre autonomía corporal en casa
Es crucial comprender que es en casa donde los niños y las niñas empiezan a recibir su educación emocional, afectiva y también corporal. Por tanto, desde bien pequeños debemos respetar sus deseos y transmitirles la idea de que su cuerpo les pertenece.
Durante siglos se ha considerado que los niños y las niñas eran seres con menos derechos que los adultos. Como consecuencia, se les ha obligado a hacer cosas en contra de su voluntad, priorizando los deseos de los adultos.
Respetar las necesidades de los más pequeños puede ser complejo para algunos adultos porque va a suponer incomodidad en ciertas situaciones sociales, por ejemplo. No obstante, es necesario hacerlo porque les cuida en el momento y les protege en el futuro.
Herramientas para enseñarles a identificar y comunicar sus límites
El trabajo que debemos realizar los adultos para que los niños y las niñas lleguen a sentirse seguros a nivel interno es esencial para fomentar un desarrollo óptimo y protegerlos de situaciones peligrosas. A continuación mencionamos algunas estrategias que pueden ser útiles.
1. Usar vocabulario adecuado
Debemos nombrar las partes del cuerpo por su nombre. Esto aplica especialmente para los genitales. Muchas personas usan eufemismos o diminutivos y esto puede ser contraproducente. Por tanto, es importante que se acostumbren a escuchar los nombres de sus partes íntimas y que puedan hablar con naturalidad. Además, es necesario también que les enseñemos la diferencia entre el contacto seguro y el que no lo es.
2. Establecer normas de seguridad corporal en casa
Estas reglas deben ayudar a proteger a las criaturas de posibles situaciones peligrosas. El vocabulario se debe adaptar a la edad y el nivel de comprensión de los niños y las niñas, pero los mensajes esenciales son: Nadie puede tocar nuestro cuerpo sin nuestro permiso. En casa no tenemos secretos y si alguien nos dice que le guardemos un secreto, podemos contárselo a las personas seguras (previamente definidas).
Nadie salgo (personas seguras) pueden tocar las partes íntimas y, si lo hacen, puede gritar, pedir ayuda o correr. Contar un secreto a las personas seguras que esté relacionado con haber recibido contacto físico no deseado nunca va a ser un problema. Los adultos no se van a enfadar ni juzgar.
3. Nombrar y validar las emociones y sensaciones físicas
Es importante que ayudemos a los niños y las niñas a construir vocabulario relacionado tanto con sus emociones como con las sensaciones físicas que están sintiendo.
4. Enseñar a los niños y las niñas qué hacer si reciben contacto físico no deseado
Mediante representaciones, conversaciones o incluso con marionetas, debemos enseñar a los niños y las niñas las opciones que tienen. En primer lugar, debemos transmitirles el mensaje de que pueden verbalizar que no quieren ese contacto de una forma educada (“Gracias, pero ahora mismo no quiero un abrazo”).
De la misma forma, les enseñaremos qué decir para que la otra persona pare (“He dicho que no, para”). Y, por supuesto, hacerles saber que pueden irse de la situación y pedir ayuda a alguien de confianza.
5. Repetir y reforzar
La seguridad interna no es algo que se construya con una sola conversación. Es importante hablar de estos temas con naturalidad y en distintas ocasiones, puede ser útil el uso de material como cuentos, películas, etc. El mensaje se irá adaptando a lo que la criatura pueda comprender, pero es imprescindible que tenga claro que sus adultos de confianza le escucharán siempre sin juzgar ni enfadarse.
- Quizás te interese: "¿Cómo puedo preparar a mis hijos para el 'mundo real'?"
¿Cómo reaccionar si nos dicen que han recibido contacto físico no deseado?
Si un niño viene a contarnos que alguien le ha tocado sin su consentimiento, lo primero que debemos hacer es mantener la calma y escuchar. Sabemos que esto puede ser muy difícil, pero debemos tener en cuenta que la forma en la que nosotros reaccionemos va a tener un fuerte impacto en la forma en que los niños y las niñas se ven a sí mismos/as y responden a este tipo de situaciones en un futuro.
La respuesta que necesitan por nuestra parte cuando nos explican que no se han sentido cómodos en una situación determinada es de apoyo y comprensión. Podemos agradecer que hayan confiado en nosotros, desculpabilizar y recordarles que les vamos a ayudar a que no vuelva a suceder. Nunca vamos a minimizar su experiencia o justificar lo ocurrido porque, aunque no se haga con mala intención, les va a hacer sentir invalidados.
¿Te interesa este contenido?
¡Suscríbete a “La vida con hijos”!
Nuevo newsletter de contenido exclusivo sobre crianza, educación y pareja.
Al unirte, aceptas recibir comunicaciones vía email y aceptas los Términos y Condiciones.

