20 juegos para niños de preescolar, explicados

Varios juegos diertidos pensado para niños y niñas de preescolar, para que aprendan divirtiéndose.

Juegos para niños de preescolar

Los niños y niñas que acuden a la guardería quizás son demasiado pequeños para según qué cosas, pero desde luego nunca se es demasiado joven o mayor para divertirse.

El ocio es un aspecto fundamental del crecimiento de toda persona, es por ello que aquí encontrarás 20 juegos para niños de preescolar para ayudar a los más pequeños a divertirse mientras están aprendiendo.

Juegos divertidos para niños de preescolar

A continuación veremos 20 juegos para niños de preescolar, muy divertidos, económicos y fáciles de preparar, que seguro que divierte a chicos y, también, a los mayores.

1. Sillas musicales

El juego de las sillas musicales ayuda a los niños a resolver, de forma pacífica, una situación problemática y, que en cierta medida, es injusta, aunque siempre amistosa.

El juego es sencillo de preparar: se colocan sillas puestas en círculo, mirando hacia fuera. La cantidad de sillas que debe haber debe ser menor a la cantidad de participantes. Por ejemplo, si son 8 los niños quienes juegan, deben haber como máximo 7 sillas.

Se pone a sonar música y, mientras, los niños tienen que dar vueltas alrededor de las sillas. Una vez la música deja de sonar, todos los niños deben intentar conseguir sentarse.

El niño o niña que se haya quedado sin silla queda descartado y, tras ello, se quita otra silla. Esto se hace hasta que solo quede una silla y dos participantes. Quien sea el último en lograr tener un sitio, gana el juego.

Este juego es ideal para enseñarle a los pequeños a cómo encajar la frustración de haber perdido, que no pasa nada por no haber conseguido ganar y que, a veces, la vida es un poco injusta, pero no por ello es el fin del mundo.

2. Simón dice…

El juego de Simón dice es ideal para ayudar a los niños a prestar atención y tener en cuenta unas instrucciones determinadas. El juego es bastante simple, aunque su dificultad va incrementando a medida que va progresando el juego. Una persona, quien puede ser el maestro o uno de los niños, ordena hacer un gesto, que puede ser o muy cotidiana o muy alocada.

Pero, cuidado, los niños deben hacer caso a lo que se dice siempre y cuando la instrucción empiece con "Simón dice…". Si el encargado de ordenar las instrucciones empieza diciendo la orden sin usar esa muletilla y alguien hace lo que ha dicho, queda descartado.

Por ejemplo, si se dice ‘Simón dice que os toquéis la nariz’, los niños tienen que tocarse la nariz, en cambio, si la orden es ‘Dad una patada al aire’ y uno de ellos lo hace, ha perdido. Pero no únicamente hacer algo cuando no se usa la muletilla se penaliza con la desclasificación. También no prestar atención y no obedecer cuando se ordena un "Simón dice…" implica perder.

Es ideal para trabajar la movilidad, además de que fomenta que los niños estén más callados y pendientes de quien dirige la actividad, sin querer perderse ni un solo detalle.

3. ¡Rema el bote!

La motricidad es un aspecto crucial que debe ser desarrollado de forma correcta durante la infancia más temprana. Cuando todavía son muy pequeños, van adquiriendo poco a poco autoconciencia de sus movimientos.

Aprender a cómo manejar la motricidad es algo muy importante, dado que mediante el movimiento son capaces de desplazarse y establecer contacto con el mundo que les rodea, además de incrementar su movilidad, que usarán en los deportes cuando sean mayores.

La actividad consiste en poner por parejas a los niños, mirándose el uno al otro, poniéndose de rodillas. Es preferible que tengan un cojín debajo para que estén cómodos.

El maestro imita los movimientos de una persona que rema, y los niños que miran en su dirección deben imitarlo. El otro, quien mira hacia la otra dirección, debe decir todo el rato ‘¡rema el bote, rema el bote!’. Luego se cambian los roles.

Con esto aprender sincronización, mejoran su movilidad y autocontrol, además de que aprender a cómo animar a los demás.

4. Escondite

Un clásico pero ideal para hacer que los niños de preescolar se lo pasen requetebién. Se trata de un juego ideal para la resolución de problemas.

Uno o varios niños se encargan de pillar mientras que el resto tiene que esconderse. El niño a quien le haya tocado buscar a los demás tiene que contar del uno al diez. En ese tiempo, los niños que se esconden deben buscar buenos lugares para no ser encontrados. Esto hace trabajar el cerebro tanto de quien pilla como quien tiene que ser pillado. El que pilla debe hacer el esfuerzo de pensar a dónde pueden haber ido el resto de sus amiguitos, mientras que los otros niños tienen que esforzarse para encontrar un buen escondite.

A medida que vayan jugando más veces, su imaginación será cada vez mayor, además de ganar experiencia escondiéndose y buscando lugares más innovadores, menos previsibles.

5. Juegos con paracaídas

No nos confundamos. Este tipo de juegos no implican la salvajada de lanzar a un niño desde un avión y hacer paracaidismo. Los juegos con paracaídas son actividades en los que se usan mantas grandes en las que los niños pueden ponerse debajo.

Este tipo de actividades son ideales para aprender a trabajar en equipo. Los niños se colocan alrededor de un círculo, aguantando el paracaídas o una gran sábana en el centro.

Cuando una pelota, o cualquier otro tipo de objeto lúdico, es colocado en el paracaídas, los niños tienen que sincronizarse para hacer que el mismo se vaya desplazando por la sábana. Si no se sincronizan bien, la pelota puede salirse y, entonces, el juego se acaba.

Este juego es ideal para que los niños aprendan a trabajar juntos, a hacer acciones con un objetivo común y, claro está a pasárselo bien sin pelearse. Aprenden que para tener éxito, es mejor colaborar en equipo.

6. Palabras encadenadas

Este juego está más orientado a niños de cinco años que a los más jóvenes. Es simple, y barato. Básicamente los niños tienen que ir diciendo palabras y el siguiente tiene que decir una que empiece por la sílaba o letra última de la palabra anterior.

Si bien los niños de cinco año es posible que no tengan mucho problema con este juego, dado que es necesario tener cierta relación con las letras, es mejor usar como criterio la última sílaba.

Por ejemplo: "casa" - "saco" - "comida - "dado"...

7. Leones durmientes

El juego de los leones durmientes es indeal para enseñar a los más pequeños a mantenerse concentrados aunque hayan distracciones.

Los niños deben estar tumbados y pretender hacer como que duermen. Entonces, una persona va caminando entre ellos, sea niño o adulto. Esta persona, sin tocar a los leones durmientes, debe intentar convencerlos de que abran los ojos. Así, los niños que se vayan creyendo lo que se les está diciendo y se despierten perderán, siendo el ganador el último que todavía esté dormido.

Este juego fomenta, por un lado, a que el niño que trate de despertar a los leones a ser original, imaginando cosas tan sorprendentes que obligue a sus compañeros dormidos a despertarse.

Por otro lado, los niños que actúan de leones durmientes deben hacer un gran esfuerzo por no abrir los ojos, por muy brevemente que abran y cierren los mismos.

8. Gallinita ciega

La gallinita ciega es otro clásico entre los juegos para niños de preescolar y, además, muy fácil de hacer, dado que requiere poco material. Basta con una venda o pañuelo y un espacio lo suficientemente grande como para que no se tenga ningún accidente.

Uno de los niños tiene que vendarse los ojos con el susodicho pañuelo. Una vez no pueda ver, tiene que girar sobre sí mismo (preferiblemente con la ayuda de una adulto) para que le cueste más orientarse después. El pañuelo no se lo puede quitar.

Cuando ya ha parado de dar vueltas, tiene que ir a buscar a sus compañeros mientras estos se encuentran desperdigados a su alrededor. Los demás niños pueden tocarle y llamarle, pero siempre deben evitar que no les atrape.

Si el niño con el pañuelo atrapa a un compañero, debe identificarlo con su sentido del tacto. Si lo consigue, se cambian los roles.

9. Atrapar la pelota

Para este juego se necesitan pelotas, que pueden ser de cualquier tamaño, y que se distribuirán por el espacio. Los niños están desperdigados.

El maestro deberá gritar ‘¡pelotas!’ y decir de que tipo, si son grandes o si son pequeñas. Los niños tendrán que ir a por aquellas del tamaño que se haya ordenado. El niño que no consiga la pelota del tamaño adecuado, queda eliminado.

El objetivo de esta actividad es trabajar la discriminación visual. Un consejo para hacer esta actividad es que las pelotas estén bien desperdigadas por el lugar, y que hayan menos que participantes, así alguno de los niños se quedará sin, y esa es la gracia del juego.

10. Juego del pañuelo

Para este divertido juego se necesitan pañuelos de varios colores. Los niños son divididos en dos grupos: uno con pañuelos y el otro sin. Los que no tienen pañuelo tendrán que intentar quitárselo a sus compañeros quienes sí lo tienen. Los que llevan el pañuelo deben tenerlo colgando y bien visible.

La gracia es que todos los pañuelos hayan sido cogidos por el grupo que no los tiene, y así se acaba el juego. El niño que tenía pañuelo al principio pero lo ha perdido, queda eliminado.

11. Alguien como yo

Este juego, si bien no es tan clásico, es ideal para facilitar un buen ambiente de compañerismo en el aula, además de facilitar la integración de los chicos y chicas y conocerse mejor entre ellos.

Para hacer esta actividad es necesario que los niños estén en una habitación lo suficientemente grande, en donde puedan moverse con libertad. El material necesario serán folios y lápices para cada niños y niña.

Es ideal para ser utilizada al principio de curso, cuando se acaba de formar el aula y los niños, quienes hasta hacía poco solo tenían el contacto de sus padres, se sienten muy incómodos al conocer a nueva gente, aunque sea de su misma edad.

El maestro o dinamizador les pedirá que intenten hacer un dibujo de algo que les guste mucho, ya sea comida, un lugar, un personaje de dibujos animados… Es importante dejarles un tiempo para que dibujen todo lo que quieran.

Acto seguido, deben levantarse y comparar los dibujos del resto de sus compañeros, para ver si alguno ha hecho lo mismo que ellos. Se trata de ver si hay alguno que comparte sus mismos gustos, e intentar hablar sobre ello.

El adulto deberá estar pendiente de con quienes se juntan los niños, para así, pasada la actividad, comente lo que ha visto, por ejemplo: ‘He visto que a Jorge y Pablo les gusta Pokémon, ¿cuál os gusta más?’ o ‘A Ana y María les gusta bailar, ¿nos lo enseñáis?’.

12. ¡Cantemos los buenos días!

Este juego tiene el objetivo de enseñar buenas maneras a los niños, ya desde tempranas edades. Los modales son algo que, cuanto antes logren adquirir, mucho mejor. Para enseñarles a saludar cuando entra en casa o en clase, y también a despedirse y pedir permiso para hablar, son fundamentales este tipo de actividades ya en su más temprana infancia.

Es por ello que esta canción es perfecta para que se acostumbren a dar los buenos días cuando entran en la guardería, haciendo que adquieran la rutina de ser educados y cordiales al entrar en un lugar, además de mostrar cariño y respeto por sus compañeros.

Durante los primeros días, el maestro o maestra puede encargarse de cantar la canción por completo, cerciorándose de que sus alumnos la repiten, pero cuando ya vea que se la han aprendido, para hacerlo más dinámico, puede hacer que sean ellos quienes la canten.

La canción es la que sigue:

Maestra o maestro: ¡Buenos días! Niños ¿Cómo estáis? Niños: Muy bien ¡Muy bien! Niños: Haremos lo posible por hacernos más amigos ¡Buenos días! Maestra ¿Cómo estás? Maestra: Muy bien

13. Mundo de colores

Este juego es básico para que todo niño y niña aprenda los nombres de los colores. Para ello necesitamos juguetes, pelotas y otros objetos varios, además de cartulinas, cestas y lápices de colores.

Se colocan las cartulinas sobre la mesa y los objetos varios desperdigados por la habitación. El maestro dice ‘¿qué es de color verde?’ y los niños tienen que buscar y pintar el objeto que sea de ese color y se encuentre en la habitación.

Además, deberán coger el objeto del color en cuestión y ponerlo en una de las cestas que se encontrarán en la mesa, cada una de las cuales tendrá pegada una cartulina de un color diferente.

14. Haciendo trabajar los cinco sentidos

Los niños de tan temprana edad deben aprender qué son los sentidos, y familiarizarse con cada uno de ellos y para qué les sirven. Esta actividad es un poco compleja, dado que se necesitará todo tipo de estímulo que implique activar los cinco sentidos más prototípicos: gusto, tacto, olfato, vista y oído.

De materiales se puede usar todo tipo de objeto: caramelos de diferentes sabores, frascos de diferentes olores, velas aromáticas, telas de diferentes colores, cartulinas con diferente rugosidad, instrumentos varios…

A cada sentido se le asigna una estación, que puede ser una mesa con un cartelito y los objetos asociados al sentido en cuestión: la estación del gusto, la estación del tacto…

A los niños se les pone vendas y se les hace pasar por cada una de las estaciones, manipulando todo tipo de estímulo para averiguar qué es y que emoción le evoca. Puede ser una sensación agradable, como un caramelo, o algo que no les gusta, como un limón.

Para la estación de la vista, queda claro que los ojos no deberán estar vendados. Verán las siluetas de diferentes objetos y tendrán que indicar qué son, o también pueden asociar un color con una cosa de la habitación.

15. Aprender los números con bolitas y paletas

Para fomentar las habilidades numéricas de los niños, podemos usar bolitas y paletas, un juego que les hará contar y adquiriran cierta familiarización con el cálculo. El material para hacer esta actividad son paletas de madera, plastilina y mesas. En la parte superior de las paletas pondremos un número del 1 al 10 y se las daremos a los niños.

Los niños tendrán que poner en las paletas la cantidad de bolas que indica el número que en ellas está escrito. Así aprenderán, de una forma más aplicada, la representación física de cada valor.

Una vez se hayan familiarizado con la primera decena, se puede intentar hacer con cifras más altas, pero sin olvidar que todavía son niños de edades comprendidas entre los 3 y 5 años.

16. Memory con números

Relacionado con la actividad anterior, tenemos un juego en el que se mejoran las capacidades mnemotécnicas y el contar números. Aprenden a cómo poner en práctica una capacidad cognitiva tan importante como lo es la memoria de forma divertida.

Para hacer esta actividad se necesitarán cartulinas de colores, tijeras, rotuladores y una mesa. Dividiremos la cartulina por la mitad, poniendo en la parte izquierda números de arriba a abajo.

En la parte derecha dibujaremos la cantidad de objetos que se correspondría al número de la fila del otro lado. Por ejemplo, un 4 en el lado izquierdo y en el lado derecho cuatro pelotas. Luego, se cortan cada pareja de número y objetos, hasta formar fichas de dos y tener el memory acabado. Los niños tendrán que destapar cada pareja de número y objetos, hasta formar las fichas de dos y completar la actividad. Si destapan dos fichas que no son, pasan al siguiente turno. El objetivo es conseguir destapar la máxima cantidad de parejas de fichas posibles.

17. Montar el cuerpo humano

Para que ya a tempranas edades se familiaricen con las partes del cuerpo humano tenemos esta interesante actividad.

El material necesario es cartón, tijeras y pegamento o algo que sirva para pegar. La idea es montar un cuerpo humano de dibujo, más o menos a tamaño real, en el que los niños colocarán diferentes partes. Estas partes deben ser acorde a su nivel de conocimiento, es decir, partes básicas como la boca, las orejas, la cabeza, los brazos…

Mientras arman cada parte, el coordinador de la actividad irá indicando para qué sirve cada parte o, para despertar el interés de los niños, preguntarse si saben para qué sirve y que se lo muestren al resto de sus compañeros.

18. La búsqueda del tesoro perdido

Este juego es similar al del escondite. Los niños siempre sienten curiosidad por descubrir cosas, y qué objeto más sorprendente para descubrir que un auténtico tesoro pirata.

El adulto deberá preparar, con rollos de papel higiénico, cajas, fichas de cartulina y objetos varios, el sarcófago de un tesoro que esconderá por algún lugar del aula o del patio. A lo largo del espacio el coordinador de la actividad colocará en unas cartulinas las instrucciones (preferiblemente en forma de dibujos más que por escrito) de donde se encuentra la siguiente cartulina.

Cada cartulina llevará a otra hasta llegar a donde se encuentra el tesoro perdido.

La clave de esto es que los niños aprendan a colaborar juntos, descifrando los jeroglíficos que el adulto ha dibujado en los papeles, para que, haciendo uso de su inteligencia y poniéndose de acuerdo en lo que significan, acaben logrando encontrar el tesoro.

19. Abecedario en fichas

Los niños de 3 a 5 años todavía no saben leer. Eso ya lo empezarán a dominar a partir de los 6 años, cuando hagan su primer año en la educación primaria. Sin embargo, deben familiarizarse con las letras del abecedario, y esta actividad es ideal para ello.

Como material, necesitamos cartulinas de diferentes colores, tijeras, rotuladores y lápices. La actividad debe hacerse en una habitación mesa. Se hacen fichas cortando las cartulinas y en cada una de ellas se colocan las letras del abecedario, mientras que en la otra mitad se colocan dibujos de animales, comida o cosas en general que empiecen por esa letra.

La gracia es que cada niño tiene su turno para coger una ficha, decir el nombre del animal o cosa que viene representado e intentar pensar por cuál letra empieza. Así tomarán consciencia fonológica de los sonidos de su idioma y las letras que los representan.

20. Soy una taza

Muy simple, pero a la vez muy dinámico. Se trata de cantar la retahíla de "soy una taza". Lo ideal de esta cancioncilla es que se puede hacer que los niños se muevan mientras la cantan, haciendo los gestos como si fueran una taza, haciendo figuras con su cuerpo.

Los niños pueden intentar coordinarse mientras imitan los gestos del maestro o adulto encargado de la actividad. Luego, cuando los han aprendido, se le pide a uno de ellos que intente dirigir al resto, y así sucesivamente... Simplemente debemos conocer la letra de la canción:

Soy una taza, una tetera, una cuchara, un tenedor.

Soy un cuchillo, un plato hondo, un plato llano, un cucharón.

Soy un salero, azucarero, la batidora, una olla exprés chu, chu, chu.

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Postgrado de Actualización de Psicopatología Clínica en la UB.

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