Cada vez más se habla de un modelo de cuidado que vincula el proceso de autodescubrimiento de los adultos y las infancias, con el amor, el respeto y la conexión. ¿Cómo lograrlo? Los expertos apuntan que es necesario abrir espacios de reflexión y aprendizaje que permitan una compresión profunda de lo que los menores realmente necesitan.
¿Qué entendemos por una crianza consciente?
El término nace en 2010, cuando Yvonne Laborda, terapeuta humanista, profesora y escritora, define esa manera de “criar con conciencia” que ella misma vive y promueve desde hace 30 años, para cambiar el paradigma de la educación y el cuidado. “Necesitamos un mundo libre de castigos, amenazas, gritos, ordenes, violencia, abuso. Necesitamos amarnos más y mejor. Necesitamos más padres, madres y docentes conscientes, que puedan compartir este conocimiento, este sentir, esta conexión y este amor incondicional”, expresa Laborda como una consigna de un movimiento mundial, que pone plena atención en la voz del menor, mientras transforma a quienes cuidan.
Este proceso comienza con el reconocimiento de los adultos sobre sus errores, sin culpabilizar a los hijos. Por otro lado, invita a sanar las heridas de la propia infancia, para comprender por qué resulta tan espontáneo un castigo o un grito. Hay que reconocer que “solemos hacer a los niños lo mismo que nos hicieron”, asegura la terapeuta. A este modelo llegan madres y padres por interés propio o por necesidad, muchas veces al ver que su crianza está fallando y la culpa o la frustración son una constante.
La presión social sobre el desarrollo de sus mellizos, fue lo que llevó a Freya Arau a buscar soporte para comprender cómo lidiar con las opiniones externas y el impacto en su propia vida. “Cuando le compartí a la psicóloga de mis hijos la preocupación que sentía, ella me habló de la crianza positiva y de cómo los ritmos de cada niño son respetables. Así que indagué y me gustó mucho la idea de dejarlos ser y asumirlos con su personalidad, sin exigirles que se comportaran como adultos. También me hice consciente de mí infancia. De esas etiquetas y juicios que me ponían y que no me gustaban. Por ejemplo, “no molestes” o “no llores””, comparte esta madre a Psicología y Mente.
Cuestionar el pasado a través de ejercicios como la escritura terapéutica –escribe Laborda en sus textos– contribuye a identificar los daños emocionales de todas las experiencias, para que se construya una mejor comprensión pensando de otro modo y acompañando a los hijos desde el respeto, el amor y la confianza.
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El primer paso es que el menor se sienta escuchado
“Lo que detecto en mis consultas es que hace falta esa conexión emocional entre los hijos, sus madres o padres. Está presencia es fundamental para comprender su lenguaje antes de corregir conductas. Es un pilar fundamental de la crianza respetuosa o consciente. Cuando el menor se siente escuchado, es más receptivo a dejarse guiar. Entonces, el tiempo que pasan los adultos con sus hijos es vital, porque es lo que van a recordar, no lo que les compran”, expresa a Psicología y Mente, Mimi Rivas, psicóloga y educadora de menores.
“En este mundo tan acelerado, mi invitación es a parar; a estar presentes, a dejarlo todo, incluido el teléfono, y prepararse para estar en sus actividades. Observándolos, jugando, hablando, paseando y, en definitiva, ir con ellos más despacio”, añade Laborda.
Es importante relacionarse con los niños de igual a igual, agrega Rivas. “Aceptar que los adultos podemos aprender de lo que nuestros hijos nos enseñan. Comprender mejor sus pensamientos y crear una relación recíproca, dejando de lado esos autoritarismos y hasta abusos de poder”.
Han pasado cinco años desde que Freya comenzó a aplicar este modelo y lo que ve en sus hijos, de 6 años, es una capacidad de expresión y seguridad, especialmente cuando alguna persona les hace comentarios o bromas irrespetuosas y, sin importar que sea un familiar, le manifiestan su desacuerdo. También se siente tranquila por la confianza construida, explica.
La razón, según la pediatra María de Lourdes Pérez, “es que esta metodología impacta en sus procesos conductuales. Permite que sean más fuertes física y mentalmente, más capaces de demostrar lo que sienten. Tienen seguridad para explorar su mundo. En los más pequeños, probar sabores y texturas diferentes en los alimentos, por ejemplo, favorece su sistema inmune y permite un desarrollo cognitivo a su máxima capacidad”, argumenta.
Freya está contenta de ver los efectos en su crecimiento, pero no deja de ser un desafío constante. “Todo el tiempo estoy cuestionándome esos hábitos de crianza que arrastro de mi pasado. Me pregunto si eso que quiero que hagan es por ellos o por mí. También en momentos en los que tengo afán resulta complejo. Evidentemente es más efectivo un grito o una amenaza, pero ahí está el reto, revisar cada día cómo lo estoy llevando”, reflexiona esta madre.
Otro desafío que identifica esta testimonio, es el mundo exterior “que te dice que hay que poner disciplina y malentiende este tipo de crianza». «Parece que soy negligente, porque no uso ese tipo de formas tradicionales. Estamos transformando los método de cuidado y hay que darle mayor difusión a este cambio de paradigma. Por eso decidí estudiarlo más, para asesorar a otras amigas que se acercan a contarme los problemas que viven con sus hijos”, comenta.
Consejos para aplicarla en casa
Según las bases de Laborda hay cuatro raíces en este modelo que identifican lo que el menor necesita verdaderamente. La primera es estar presentes por elección, recordándole lo que vale. La segunda es reflexionar sobre lo importancia de validar las emociones, como el arte de empatizar y comprender sin juzgarle. La tercera es nombrar la verdad de lo que le pasa, para liberarle de culpas y responsabilidades relacionadas con el comportamiento de los adultos. Y la cuarta es resaltar la intimidad emocional con la construcción de un espacio seguro, evitando experiencias hostiles y vacío emocional.
Freya resalta que el haber construido momentos de juego y reflexión con sus hijos desde muy pequeños ha contribuido a su manera de ver el mundo. Los cuentos que les inventaba antes de dormir para explicarles alguna situación que estuvieran sobrellevando, como la muerte de su perro o la falta de sueño, los ha transformado en libros que ahora desea publicar, esperando que ayude a otros tanto como a ella en su momento.
A nivel global, la agencia de las Naciones Unidas dedicada a las infancias (UNICEF) también promueve la crianza respetuosa. Según la organización, “cuenta con mejores probabilidades para ser efectiva, saludable, adecuada y suscita, no solo los aprendizajes necesarios, sino el bienestar psicológico”. Antes de concluir, Freya insiste en un punto fundamental y es que esta educación sí plantea límites y rutinas, bajo una forma explicativa, que da lugar al conocimiento, nutre el aprendizaje y elimina, por completo, esa idea “de que los niños son seres inferiores y que deben obedecer”.