La adolescencia es una etapa de la vida en la que resultan común las muestras de rebeldía y desafío a la autoridad de los padres y madres, y es por ello que en las casas en las que hay hijos o hijas en estas edades puede ser todo un reto fijar normas.
En este sentido, aquí daremos un repaso a varios errores comunes al poner límites a los adolescentes, viendo también una explicación sobre por qué conviene evitar estas situaciones al aplicar estrategias de crianza y educación en casa.
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7 errores de crianza habituales al establecer límites a los adolescentes
Está claro que nadie nace sabiendo cuáles son las mejores estrategias para criar a un hijo adolescente y este aspecto de la vida es demasiado complejo como para que no nos equivoquemos de vez en cuando; no hay nada malo en no ser exactamente un padre o madre ultra-eficiente y perfecto en todo lo que se hace ante los más jóvenes de la casa.
Ahora bien, debes tener en cuenta que el modo en el que las personas fijan límites y normas para regular el comportamiento de los hijos adolescentes es un aspecto clave de la crianza, y evitar caer en ciertos errores habituales puede tener un impacto muy positivo en la convivencia y en su desarrollo psicológico, incluso a corto y medio plazo. Veamos cuáles son.
1. Establecer normas muy abstractas
Este es posiblemente el error más común. Fijar normas excesivamente ambiguas y abstractas, como por ejemplo “pórtate bien con tu hermano”, tan solo deja margen de maniobra para que sigan produciéndose problemas, ya que no hay referencias acerca de cuáles son los límites de esa regla a cumplir y, ante la falta de información, cada uno adopta la interpretación que más le conviene.
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2. Establecer normas que en realidad son sermones
Las normas deben ser relativamente cortas y fáciles de expresar en pocas palabras, dado que, de lo contrario, se olvidan. Es importante distinguir entre la norma en sí y la explicación que la rodea, lo cual nos lleva al siguiente error común en el establecimiento de límites.
3. No explicar qué sentido tienen las normas
Las normas deben estar respaldadas por una argumentación acerca de por qué existen, porque de otro modo serán vistas simplemente como una imposición y una demostración de poder por parte de los adultos. Esto, a su vez, predispone al o la adolesente a rebelarse ante esos intentos de imponer reglas aparentemente arbitrarias.
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4. No explicar el porqué de los castigos
Los castigos, que nunca deben ser físicos ni basarse en la violencia, siempre tienen que ir acompañados de una explicación de su razón de ser; es decir, por qué lo que el o la adolescente se ha comportado mal y cuáles son las consecuencias de esas conductas inadecuadas. De ese modo, la otra persona entenderá más nuestro punto de vista.
5. No ser consecuentes
Una norma que no es aplicada, es en la práctica una norma que no existe. Por eso es fundamental que seamos realistas al pensar cuáles serán esas normas a cumplir, evitar hacerlas muy fáciles o muy difíciles, y que si se da lo segundo, terminaremos tirando la toalla al intentar aplicarlas por las molestias que genera tener que estar castigando o criticando el comportamiento del/la adolescente una y otra vez. Del mismo modo, el castigo no debe ser muy exagerado porque, entre otras cosas, en el momento de aplicarlo no nos sentiremos cómodos con ello y haremos como si nada hubiese ocurrido.
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6. No dar ejemplo
Aunque algunas normas solo tengan sentido al ser aplicadas a menores de edad, otras tienen sentido para todos los miembros de la familia; y es importante dar ejemplo en lo relativo a este último tipo de reglas a cumplir. Esto significa esforzarnos por no salirnos de esas pautas de conducta y, en caso de que alguna vez nos equivoquemos y las incumplamos, demostrar que somos conscientes de que hemos obrado mal. De este modo no evaluaremos esas normas y, a la vez, haremos que en la mente del o la adolescente cumplirlas vaya asociado a la idea de ser una persona madura, adulta.
7. Convertir las críticas en luchas
No debemos dar por sentado que cada vez que apliquemos las normas al ver algún incumplimiento va a tener lugar una lucha por ver quién tiene la razón. Nuestro rol en estas situaciones es más bien informar y dar apoyo ante el posible problema que ha generado ese mal comportamiento; las normas, una vez las hemos puesto, son algo ajeno a nosotros, y al comportarnos en consecuencia es importante adoptar una actitud constructiva y de crítica hacia las acciones, no hacia la persona.
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Tomas Santa Cecilia
Tomas Santa Cecilia
Psicologo Consultor: Master en Psicología Cognitivo Conductual
Mi nombre es Tomás Santa Cecilia y soy psicólogo especialista en la intervención desde el modelo cognitivo-conductual; atiendo a adultos, adolescentes y familias tanto de manera presencial en mi consulta situada en Madrid como a través de sesiones de videollamada.