La depresión es una de las alteraciones psicológicas más frecuentes en los países occidentales, y también una de las más complejas. Por ello, es complicado gestionar estos efectos en el estado de ánimo, tanto en los casos de depresión severa como en otros en los que hay síntomas depresivos de carácter más leve.
Afortunadamente, hay diferentes tipos de ayudas que pueden servir de apoyo a la hora de mejorar el estado de ánimo más allá de la consulta del psiquiatra o del psicólogo. El libro "Buenos días, alegría" es uno de esos recursos. En esta ocasión hablaremos con Jesús Matos, que además de ser el autor de esta obra, es Psicólogo General Sanitario y divulgador en salud mental.
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Entrevista a Jesús Matos, autor de "Buenos días, alegría"
Veamos cuáles son las ideas que llevaron a la creación de este interesante libro.
P. Hola, Jesús. ¿Cuáles eran los objetivos fundamentales que tenías en mente a la hora de escribir “Buenos días, alegría”?
R. La verdad es que cuando estaba escribiendo el libro, simplemente quería poder aportar a mis pacientes de aquel momento una guía paso a paso de las técnicas que estábamos siguiendo durante la terapia para que pudiesen recurrir a ellas siempre que las necesitasen.
Al principio ni siquiera me planteé que el texto que estaba escribiendo pudiese acabar siendo un libro. Era una mezcla entre un diario personal con lo que yo estaba haciendo semana a semana para superar un episodio difícil en el que me encontraba profundamente triste e insatisfecho y una guía paso a paso para interiorizar poco a poco las técnicas que han demostrado mayor eficacia en problemas depresivos.
Supongo que el objetivo que me movía en aquel momento era poder brindar los conocimientos necesarios sobre psicología y mi experiencia personal para que la persona que leyese el texto consiguiese poner en práctica todas las habilidades necesarias para gestionar con eficacia la tristeza sin haber pisado nunca el gabinete de un psicólogo antes.
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P. ¿Cuál crees que es la principal diferencia entre este libro y la idea que nos viene a la mente al pensar en los libros de autoayuda?
R. Tengo que confesar que cuando se clasificó el libro como “autoayuda” me enfadé un poco. Ya que la idea preconcebida que solemos tener los psicólogos sobre este tipo de libros es que son ineficaces y se suelen centrar en mensajes simples que el lector quiere oír y que al final no suponen un cambio sustancial.
Claro que solamente era un prejuicio, como en la vida, dentro de la sección de autoayuda hay de todo. Libros que tienen un gran rigor científico y que pueden ayudar muchísimo y libros que trasladan mensajes no solamente vacíos si no potencialmente peligrosos para la salud mental de los lectores.
La principal diferencia que yo he encontrado respecto a otros libros de autoayuda es que en Buenos días, alegría se propone un itinerario paso a paso para que la persona que lo vaya leyendo sepa exactamente qué es lo que tiene que hacer durante esa semana para ir adquiriendo las competencias necesarias para al final del programa poder regular la tristeza con eficacia.
Además, las técnicas que se van proponiendo son de primera elección según las guías de tratamiento para trastornos del estado de ánimo. Lo que quiere decir que han demostrado ser eficaces en miles de personas en todo el mundo.
Al final se trata de un libro diferente porque el planteamiento es simular una terapia de 12 sesiones con un psicólogo cognitivo conductual. Incluyendo las tareas para casa que suelo recomendar a mis clientes.
P. Parte del libro se basa en los principios de la reestructuración cognitiva, la parte de las terapias psicológicas que se centra en hace que nos cuestionemos nuestras creencias más dañinas. En tu experiencia, ¿cuáles son esas creencias contraproducentes que suelen abrazar los pacientes que se sienten tristes o deprimidos?
R. Normalmente cuando nos encontramos tristes demasiado tiempo, se produce un fenómeno que se llama la triada cognitiva, es decir, tener pensamientos negativos sobre el futuro, el entorno y nosotros mismos. Este proceso (entre otros) hace que la tristeza se mantenga en el tiempo.
Pero estos pensamientos solamente son la punta del iceberg. Es decir, están sustentados por una serie de creencias nucleares que hemos ido desarrollando durante toda nuestra vida. El problema es que cuando ocurre un acontecimiento estresante o nuestra emociones de ansiedad o tristeza nos desbordan, se activan lo que se llaman “esquemas cognitivos”, lo que hace que las creencias nucleares disfuncionales que todos tenemos, comiencen a tener más peso en nuestra vida.
Desde mi punto de vista, las creencias más comunes y más dañinas en episodios depresivos tienen que ver con la falta de valía o percepción de poca eficacia. Este tipo de creencias hace que sesguemos nuestra percepción para fijarnos en estímulos negativos, o incluso interpretemos como negativos estímulos neutros. Esto fenómeno hace que la tristeza se perpetúe. Trabajar con este tipo de sesgos es fundamental para el éxito de la intervención terapéutica.
P. “Buenos días, alegría” está planteado como un manual práctico que da pautas a seguir paso a paso. ¿Crees que esta clase de literatura resulta útil para llegar a personas que nunca se han planteado asistir a psicoterapia con un psicólogo?
R. La evidencia científica nos señala que sí que es útil. Es cierto que hay pocos estudios en intervenciones con biblioterapia, pero todos apuntan a que este tipo de intervención puede tener efectos positivos. La clave es que la biblioterapia es mucho menos costosa que los tratamientos de toda la vida.
Esto puede suponer un gran impacto, a lo mejor no en términos de recuperación de pacientes con episodios depresivos, pero sí en la prevención de estos problemas. No olvidemos que la OMS predice que en 2020 la depresión será la causa de incapacidad más común en el mundo.
Además, los psicólogos tenemos el hándicap de que casi nadie sabe exactamente lo que hacemos realmente en nuestras consultas.
Todos los profesionales de este sector nos hemos encontrado con personas que nos preguntan si damos consejos o decimos a la persona lo que tiene que hacer… Y nada más lejos de la realidad, lo que hacemos en detectar las variables que mantienen el malestar y entrenar al paciente para que sea capaz de modificarlas. Supongo que el libro puede ser una buena ventana a lo que ocurre dentro de un despacho de un psicólogo cognitivo conductual.
P. Debe de ser complicado resumir toda la información de interés que existe acerca de la depresión y la tristeza. ¿Qué criterio has seguido para elegir el tipo de información que incluirías en sus páginas?
R. La verdad es que sí que es difícil. No creo que el libro resuma toda la investigación que hay a cerca de la tristeza y la depresión, tampoco era esa su finalidad. A mí me apetecía que fuese algo muy útil y fácil de comprender para el lector. Un texto que pudiese trasladar a su día a día para que realmente supusiese un antes y un después.
El principal criterio de inclusión fue la evidencia científica, repasé todas aquellas técnicas que las guías de tratamiento más prestigiosas señalaban como “de primera elección” y seleccioné aquellas en las que estaba bien formado y empleaba habitualmente con mis pacientes. Después elaboré un plan de tratamiento que me autoapliqué a mi primero y después fui escribiendo poco a poco.
Si bien es cierto que el texto tiene dos tipos de técnicas, las que denomino “obligatorias” que son aquellas que, como decía, tiene sobrada evidencia en estudios de todo el mundo a la hora de mejorar la sintomatología depresiva, y otro conjunto de técnicas “optativas” que están más enfocadas al incremento del bienestar y aunque no cuentan con tantos estudios detrás que avalen su eficacia, sí que están demostrando funcionar.
P. Muchas veces se dice sobre la depresión que los científicos dedicados a estudiarla ponen demasiado énfasis en lo biológico y dejan de lado su componente ambiental o contextual, lo que nos vincula a nuestro entorno y al resto de las personas. ¿Estás de acuerdo?
R. Bueno, al final todo depende de la perspectiva con la que se estudie. Seguramente si medimos la cantidad de serotonina de los pacientes que sufren depresión nos encontremos con que sus niveles son más bajos que los de los pacientes sin este problema. Pero también tenemos que tener en cuenta que determinadas actividades, contextos o personas pueden influir en nuestros niveles de serotonina (Con otros neurotransmisores ocurre lo mismo).
La ciencia se impone, y el viejo debate de bilogía VS ambiente, está desfasado. Casi toda la comunidad científica entiende que hay una influencia de la genética, del ambiente y de la interacción de ambos.
Tenemos varios modelos psicológicos para explicar la depresión que tiene una fundamentación muy sólida. Pero siempre tenemos que tener en cuenta la parte puramente biológica, de lo contrario también estaremos cayendo nosotros en el reduccionismo.
En estos trastornos tan complicados que afectan a todas las áreas de la vida de la persona hay un sinfín de variables que tenemos que tener en cuenta y aplicar las técnicas necesarias para modificarlas si queremos tener éxito terapéutico.
Por ello tanto los antidepresivos como la terapia cognitivo conductual son intervenciones eficaces en problemas de depresión. Muchas veces la clave es recibir ambos tratamientos. Aunque lamentablemente, muy pocas personas acceden en nuestro país a estos tratamientos.
P. Finalmente, ¿cuáles son los principales mitos sobre la depresión que crees que hacen más daño, y cómo crees que podrían ser combatidos?
R. Yo creo que el mito que hace más daño es creer que la persona que sufre depresión está así porque quiere. Tenemos que tener en cuenta que nadie se levanta un día y decide estar triste la mayor parte del tiempo. Nadie quiere dejar de disfrutar de las actividades que le hacían feliz antes ni nadie quiere tener pensamientos de suicidio (entre otros síntomas).
Es cierto que tenemos influencia sobre nuestros estados emocionales. Si no, no tendría sentido la psicología clínica, pero el problema es que la mayoría de nosotros somos analfabetos emocionales y no disponemos de los recursos necesarios para hacer frente a estos problemas.
Es necesario que tanto los pacientes con depresión como sus seres queridos comprendan que no están así por elección propia. Solamente entendiendo que realmente la persona se siente incapaz de levantarse de la cama podremos apoyarlos. De lo contrario, seguiremos estigmatizando a todos aquellos que sufren problemas de salud mental y el problema irá a más.
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