“El Orden”: una mirada sistémica a las relaciones humanas

Existen tres pilares del orden que sostienen el equilibrio en cualquier relación.

tres pilares del orden en relaciones humanas

¿Cómo sientes que son tus relaciones en este momento? ¿Sientes que hay orden en ellas? ¿Hay vínculos que fluyen con naturalidad y otros que se repiten o se estancan sin razón aparente? ¿Te has preguntado qué lugar ocupas, o dejas de ocupar, dentro de tus relaciones familiares, de pareja o profesionales?

Este artículo explora cómo la mirada sistémica, a través de los Órdenes del Amor propuestos por Bert Hellinger, nos ayuda a comprender qué sostiene los vínculos humanos y qué puede estar detrás de relaciones que no fluyen, situaciones o conflictos que se repiten, o bloqueos que nos confrontan con lo no resuelto y nos invitan a mirar más allá de lo evidente.

El lenguaje oculto de los vínculos

Desde el enfoque sistémico, las relaciones humanas —ya sea en el ámbito familiar, de pareja o profesional— están atravesadas por dinámicas invisibles que influyen en cómo nos vinculamos.

Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares, observó que, para que estas relaciones puedan sostenerse en un vínculo saludable, el amor necesita de un cauce para poder fluir y ese cauce es el Orden. No un orden impuesto, sino uno que responde a unos principios que llamó Los Órdenes del Amor.

Estos órdenes no son reglas impuestas ni normas morales, sino comprensiones profundas extraídas de la observación fenomenológica. Cuando estos se respetan, las relaciones se vuelven más sólidas, auténticas y sanas. En cambio, cuando se alteran o se ignoran, surgen tensiones que tarde o temprano se manifiestan en forma de conflicto, bloqueo o desconexión.

Tres pilares del orden en los sistemas relacionales

Veamos ahora estos tres principios fundamentales que sostienen el equilibrio en cualquier sistema humano según Hellinger.

1. Pertenencia: Todos tienen un lugar

En todo sistema, ya sea familiar, social o laboral, cada miembro tiene el mismo derecho a formar parte y a ser reconocido como tal: todos tienen un lugar. La pertenencia implica inclusión, respeto y validación del otro tal como es, con su historia y su lugar.

Cuando alguien en un sistema no es reconocido o es excluido, ya sea por vergüenza, juicio o rechazo, el sistema lo percibe como una herida abierta. Esa ausencia del excluido tenderá a ser compensada, muchas veces de forma inconsciente, por otro miembro del sistema que ocupará el lugar de quien fue dejado fuera.

Por ejemplo, en una familia, una persona que se siente "la oveja negra" o muy distinta al resto, puede estar reflejando una exclusión anterior. En el ámbito laboral, si un integrante del equipo no es valorado o reconocido como parte, todo el grupo se resiente, afectando el clima y la cohesión grupal.

2. Jerarquía: Respetar el orden natural

Cada persona ocupa un lugar específico dentro del sistema al que pertenece. El tiempo y el orden de llegada marcan una jerarquía natural: quien llegó antes tiene prioridad sobre quien llega después.

El orden también tiene que ver con ocupar nuestro sitio, ocuparnos de lo nuestro sin cargar con lo que no nos toca o querer corregir lo que no fue. Este principio nos invita a reconocer y respetar el lugar, los procesos, la experiencia y el recorrido de los demás.

En la familia, esto se expresa claramente: los padres son anteriores a los hijos, y los hermanos mayores tienen precedencia sobre los menores. Si una hija, por ejemplo, asume el cuidado emocional de su madre, empieza a ocupar un rol que no le corresponde. Esta inversión del orden, aunque surja desde el amor ciego o la necesidad genera desequilibrio y tiene consecuencias en la vida adulta.

Algo similar ocurre en el entorno profesional. Si un trabajador asume funciones que no le competen, o se le otorgan responsabilidades sin un lugar claro dentro de la estructura, se produce confusión y malestar. Respetar la jerarquía no significa rigidez, sino más bien claridad: cada uno, en su sitio, con su función y su tiempo.

3. Equilibrio entre dar y recibir

En las relaciones horizontales, vínculos entre iguales como puede ser una pareja o una amistad, el intercambio sano implica un flujo equilibrado entre lo que damos y lo que recibimos. No se trata de llevar cuentas, sino de sentir que hay una dinámica positiva de intercambio natural donde ambos contribuyen y se nutren desde su lugar.

Cuando hay orden en este dar y recibir, las relaciones crecen y se fortalecen. En cambio, si uno da constantemente y el otro permanece en la recepción sin reciprocidad en el dar, el vínculo se descompensa y pierde fuerza. También cuando el dar y recibir es en negativo, ese intercambio dañino conduce a una escalada de conflictos.

Este principio también se manifiesta en el ámbito laboral. Si una persona entrega mucho más de lo que recibe, ya sea en esfuerzo, compromiso o dedicación, y no percibe que obtiene reconocimiento, proyección o una adecuada retribución, tarde o temprano aparecerá el agotamiento o la frustración. Y si alguien se acomoda solo a recibir sin implicarse ni comprometerse, el sistema también lo resiente.

En cambio, en las relaciones verticales, como entre padres e hijos, este equilibrio funciona de forma distinta. Los padres dan y los hijos reciben, y esa deuda simbólica se devuelve no a ellos, sino a la vida: a través de lo que contribuimos, aportamos o transmitimos.

Conclusiones

El orden en las relaciones no tiene que ver con rigidez, sino con una mirada inclusiva, con el respeto, el reconocimiento, el equilibrio y, sobre todo, con el amor. Cuando estos principios se alteran o se descuidan, la vida nos lo recuerda a través de relaciones que no fluyen o situaciones que se repiten.

Pero ¿Y si en lugar de ver esos conflictos como obstáculos, los miráramos como señales que nos invitan a poner en orden lo pendiente? Tal vez ahí comience el verdadero cambio: no solo en los vínculos con los demás, sino también en la relación con nosotros mismos. Porque al respetar el orden en lo externo, también vamos generando un mayor orden interno, liberando energía para enfocarnos con más claridad en nuestro propio camino y en aquello que queremos construir.

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Blanca Garcia Grau. (2025, mayo 5). “El Orden”: una mirada sistémica a las relaciones humanas. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/el-orden-una-mirada-sistemica-a-las-relaciones-humanas

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