Las mujeres son percibidas como moralmente superiores a los hombres, según un estudio

La percepción social refuerza las diferencias de género mediante los estereotipos.

Las mujeres son percibidas como moralmente superiores a los hombres
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Durante siglos, la moralidad ha sido un terreno de debate en torno a las diferencias de género, con discursos y teorías que han oscilado entre la supuesta inferioridad y superioridad moral de las mujeres. En la actualidad, la psicología social ha documentado que las mujeres suelen ser percibidas como más empáticas, cuidadoras y menos propensas a la agresión que los hombres, rasgos tradicionalmente vinculados a la moralidad.

Esta percepción se ha observado en distintas culturas y contextos, sin embargo, hasta ahora faltaba una investigación sistemática que analizara si estas creencias se traducen en una percepción generalizada de superioridad moral femenina. Un reciente estudio multidisciplinar aborda esta cuestión, explorando cómo la sociedad asocia la bondad moral con el género femenino y cuáles son las implicaciones de este estereotipo.

Este artículo analiza los hallazgos de esa investigación, situándolos en el contexto de los debates actuales sobre género, estereotipos y moralidad.

Género y moralidad en la psicología social

La percepción de que las mujeres son moralmente superiores a los hombres no surge en el vacío, sino que se asienta sobre décadas de investigación en psicología social sobre los estereotipos de género. Un hito fundamental en este campo fue el denominado “efecto las mujeres son maravillosas”, acuñado por Alice Eagly y Antonio Mladinic en 1994. Estos autores desafiaron la creencia predominante de que los hombres eran vistos más positivamente, demostrando que, en realidad, la sociedad suele tener una visión más favorable de las mujeres, especialmente en lo que respecta a su carácter y calidez.

Este efecto ha sido replicado en diferentes contextos y culturas, aunque se atenúa en sociedades más igualitarias en cuestiones de género. Los estudios muestran que las mujeres son percibidas como más sensibles, compasivas y menos agresivas que los hombres, y que se las considera naturalmente aptas para roles de cuidado tanto en el hogar como en el trabajo. En contraste, los hombres son asociados con rasgos de agencia, como la asertividad, la toma de decisiones y el control.

Esta dicotomía entre comunión (atributos asociados a la empatía y el cuidado) y agencia (atributos ligados al poder y la independencia) es omnipresente y se refleja en diversos ámbitos, desde cartas de recomendación hasta anuncios de empleo. Además, constituye la base del sexismo benevolente: un conjunto de creencias según las cuales las mujeres, a diferencia de los hombres, son puras y buenas, y por tanto deben ser protegidas y asistidas.

Pero ¿cómo se relaciona esto con la moralidad? Los rasgos comunales, típicamente atribuidos a las mujeres, son también los que la psicología moral identifica como centrales para el comportamiento moral, como el cuidado y la justicia. Aunque existen diferentes teorías sobre qué constituye la moralidad, el eje del “cuidado/daño” es común a todas ellas, y la moralidad suele ocupar un lugar primario en la evaluación social de los demás, por encima de otros atributos como la calidez o la competencia.

Cómo fue el estudio?

El estudio analizado se propuso investigar de manera sistemática si las personas asocian la bondad moral con el género femenino. Para ello, los autores emplearon una batería de métodos experimentales y una muestra amplia: en total, participaron 5,376 personas a lo largo de los diferentes experimentos. La investigación se estructuró en cuatro estudios principales, cada uno abordando la relación entre género y moralidad desde un ángulo distinto.

En el primer estudio, se utilizó una técnica de correlación inversa para visualizar cómo las personas imaginan el rostro de una persona moralmente buena o mala; el objetivo era determinar si estas representaciones mentales tienen género. El segundo estudio empleó un novedoso paradigma de generación de perfiles, donde los participantes asignaban rasgos morales a perfiles de hombres y mujeres, tanto de manera espontánea como inducida. El tercer estudio analizó una base de datos de 1,864 comportamientos normados para examinar si las conductas consideradas moralmente buenas son vistas como más femeninas. Finalmente, el cuarto estudio exploró las consecuencias de estos estereotipos: se evaluó si una misma transgresión moral afecta más negativamente la percepción del carácter de una mujer que la de un hombre.

En conjunto, el diseño del estudio permitió a los investigadores analizar la asociación entre género y moralidad a nivel de imágenes mentales, rasgos atribuidos, comportamientos y juicios sociales, proporcionando así una visión integral y robusta del fenómeno.

Principales hallazgos: ser mujer se asocia a la superioridad moral

El estudio se compone de cuatro experimentos que, en conjunto, demuestran de manera robusta cómo la moralidad está fuertemente asociada al género femenino en la percepción social. Los resultados se pueden agrupar en cuatro grandes bloques:

1. La bondad moral tiene rostro de mujer

En el primer experimento, los investigadores utilizaron una técnica de correlación inversa para visualizar cómo las personas imaginan el rostro de una persona moralmente buena o mala. Los participantes debían elegir, entre pares de imágenes generadas a partir de un rostro base, cuál les parecía más propia de una persona “buena” o “mala”. Posteriormente, otro grupo evaluó el género de los rostros resultantes. El hallazgo fue contundente: la imagen promedio de una persona moralmente buena fue percibida como mucho más femenina, y el 99% de los participantes la identificó como una mujer. Por el contrario, la imagen de una persona moralmente mala fue vista como más masculina. Además, los rasgos asociados a la imagen “buena” incluían cuidado, justicia y cumplimiento de normas, todos tradicionalmente vinculados a la feminidad.

2. Las mujeres reciben más atributos morales

En los experimentos 2a y 2b, los participantes asignaban rasgos morales a perfiles de hombres y mujeres, tanto de manera espontánea como inducida. Cuando los participantes pensaban en una mujer, le atribuían sistemáticamente más rasgos morales positivos (como amabilidad, cooperación, cuidado y honestidad) que cuando pensaban en un hombre. Incluso cuando se les pedía que imaginaran a un hombre o a una mujer promedio o ideal, la tendencia se mantenía: las mujeres eran vistas como más morales, más cumplidoras y menos inclinadas a romper reglas. Esta diferencia se observó tanto en perfiles de personas reales como en personajes ficticios, aunque en estos últimos la brecha se redujo.

3. Los comportamientos moralmente buenos se consideran femeninos

El tercer estudio analizó una extensa base de datos de 1.864 comportamientos normados, evaluando en qué medida cada conducta era vista como moralmente relevante y si se asociaba más a hombres o a mujeres. El análisis estadístico mostró una correlación positiva significativa: cuanto más moralmente bueno se consideraba un comportamiento, más femenino era percibido. Esto se mantuvo incluso al controlar por otras variables como sociabilidad, inteligencia o frecuencia del comportamiento. Además, los comportamientos femeninos también eran vistos como más confiables, reforzando la asociación entre feminidad y moralidad.

###4. Mayor coste social para la transgresión moral femenina

El cuarto experimento exploró las consecuencias de estos estereotipos: ¿qué ocurre cuando una mujer y un hombre cometen la misma falta moral? Los participantes evaluaban primero la moralidad general de un hombre o una mujer promedio y, después, cómo cambiaba esa percepción tras conocer una transgresión concreta (por ejemplo, robar dinero). El resultado fue claro: aunque de partida las mujeres eran vistas como más morales, una sola transgresión provocaba una caída mucho mayor en la percepción de su carácter moral que en el caso de los hombres. Es decir, se penaliza más severamente a las mujeres por el mismo comportamiento inmoral, lo que sugiere que la expectativa de superioridad moral femenina conlleva también una mayor exigencia social y un mayor riesgo de sanción ante el incumplimiento de las normas.

Implicaciones sociales y paradojas

Los resultados del estudio no solo confirman la percepción extendida de que las mujeres son vistas como moralmente superiores a los hombres, sino que también abren una serie de interrogantes y paradojas sobre el impacto social de este estereotipo. Por un lado, la asociación entre feminidad y bondad moral puede parecer positiva, ya que otorga a las mujeres un estatus de mayor confianza y valoración social. Sin embargo, esta “superioridad moral” percibida encierra una doble cara: establece expectativas más altas para las mujeres y las somete a un escrutinio más riguroso cuando cometen una falta, como demostró el estudio al observar que una transgresión moral afecta más negativamente la reputación de una mujer que la de un hombre.

Esta dinámica se inscribe en una larga tradición de pensamiento occidental en la que la moralidad femenina ha sido objeto de debate y, a menudo, utilizada para justificar tanto la protección como la subordinación de las mujeres. Si bien la ética feminista ha reivindicado el valor de los intereses y experiencias de las mujeres, también ha alertado sobre el peligro de esencializar la “bondad” femenina y convertirla en un argumento para limitar su autonomía o reforzar roles tradicionales. Así, la paradoja es evidente: el mismo estereotipo que eleva la imagen moral de las mujeres puede convertirse en un obstáculo para su libertad y su reconocimiento como sujetos morales plenos y autónomos.

Además, este fenómeno plantea preguntas sobre la igualdad de género. Si la sociedad espera mayor moralidad de las mujeres y las sanciona con más dureza por el mismo comportamiento, se perpetúa una desigualdad normativa que puede tener consecuencias en ámbitos tan diversos como el laboral, el político o el personal. En definitiva, la percepción de superioridad moral femenina, lejos de ser un simple halago, revela las complejas y a veces contradictorias exigencias que pesan sobre las mujeres en nuestras sociedades.

Conclusiones

El estudio demuestra que, en la percepción social, las mujeres son vistas como moralmente superiores a los hombres, lo que conlleva tanto ventajas en confianza y valoración como desventajas, al ser juzgadas más severamente ante una transgresión. Esta percepción refuerza estereotipos de género y plantea retos para la igualdad real.

  • Wylie, J., Gantman, A., Mende-Siedlecki, P., Singer, H., Young, L., & Bloom, P. (2025). People think women are morally superior to men.

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Javi Soriano. (2025, mayo 6). Las mujeres son percibidas como moralmente superiores a los hombres, según un estudio. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/social/mujeres-son-percibidas-moralmente-superiores-a-hombres-segun-estudio

Psicólogo

Javi Soriano es graduado en Psicología por la Universidad de Valencia y está acabando un Máster en Investigación Psicosocial. Le interesa todo lo que tiene que ver con las personas y la sociedad, pero le encanta leer y escribir sobre temas relacionados con el género, la sexualidad y las minorías. Es una persona muy curiosa a la que le encantan los debates y aprender de los demás.

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