Miguel Ángel Rizaldos es uno de esos psicólogos clínicos cuyo currículum no puede sintetizarse en unas pocas líneas. Nacido en Aranjuez (Madrid) en 1967, estudió en la facultad de Psicología de la Universidad Complutense de la capital española.
Además de dedicarse en cuerpo y alma a la psicología clínica, tanto en su consulta presencial como online, Rizaldos encuentra tiempo para ejercer la docencia en distintos Másters y cursos, además de ser un asiduo de los medios de comunicación y un apasionado del running.
Entrevistamos a Miguel Ángel Rizaldos, psicólogo clínica con más de 25 años de experiencia
Por si esto fuera poco, es también uno de los psicólogos más activos y destacados en las redes sociales, donde aporta “su granito de arena” (tal como él lo expresa) a la divulgación de un sinfín de temas relacionados con la psicología clínica. Hoy hemos tenido el privilegio de compartir una charla con él.
¿Qué es lo que te llevó a ser psicólogo y, específicamente, psicólogo clínico?
Uf... Pues hace ya 30 años que me decidí por estudiar psicología. Recientemente celebré junto con mis compañeros de promoción el 25 aniversario de mi licenciatura en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Parece que fue ayer.
Fueron dos motivos los que me llevaron a cursar esta carrera: por una parte tenía amigos mayores que comenzaron a hacer la carrera antes de que yo lo hiciera, y por otra parte siempre me había atraído el conocer cómo funcionaba el comportamiento de las personas.
También estás trabajando para ofrecer cursos de formación sobre temas relacionados con la psicología y has impartido clases de Máster ¿Te veías dedicando parte de tu tiempo a la docencia cuando empezaste tu carrera como psicólogo?
Rotundamente no. Pero llega un momento en el que tienes la necesidad de transmitir toda tu experiencia. Creo que es mi obligación como profesional y como apasionado de la psicología. No hay mejor legado. Soy un entusiasta de la habilidades del terapeuta, considero que el oficio de psicólogo después de 25 años hay que transmitirlo y eso desafortunadamente no se aprende en la universidad.
Los psicólogos clínicos tenemos que tener y trabajar con herramientas y técnicas con base científica, pero además es necesario que tengamos el “arte” de hacerlo individual y adaptado a cada persona. Eso es algo que no se explica en los libros.
El medio en el que deben trabajar los psicólogos clínicos ha cambiado mucho en poco tiempo debido, sobre todo, a la aparición de Internet. ¿Crees que los profesionales de la salud mental están aprovechando bien el potencial que ofrece la red de redes? ¿Cuál es tu experiencia personal en este medio?
Creo que no todos están aprovechando internet, aunque cada vez hay más profesionales que se suman.
Para mí, desde hace más de 4 años las redes sociales e internet me ayudan a divulgar pautas generales que pueden ser de gran utilidad para muchas personas. Estoy firmemente convencido que es un deber como profesional de la salud en general y de la psicología en particular.
Con internet puedo tener en terapia una presencia más continua y contingente. Las personas agradecen enormemente y se sienten apoyadas aunque la relación no sea (ni nunca haya sido) presencial. También es importante porque de esta manera se facilita que la persona se “empodere”, es decir, que sea autónoma en su propio tratamiento y es ella quien trabaja en su mejora; algo que resulta fundamental en psicología.
Antes de nada hay que aclarar que la terapia online no es una terapia en sí, sino un modo de llegar a las personas que necesitan terapia. Se trata de aprovecharnos de las tecnologías de la comunicación y la información (TICs) como herramientas que nos puede hacer a los profesionales más accesibles.
Como en otros aspectos de la vida, no todo el mundo se sentirá cómodo, o lo verá posible. Es normal, hay algunas barreras culturales que todavía cuesta superar. También dependerá del caso para ver si es lo más oportuno o no poder optar por la terapia en línea. En psicología, como en la salud en general, no podemos estar al margen de los avances tecnológicos y debemos intentar integrarlos en nuestro día a día.
Por otra parte, se puede realizar desde tratamiento terapéutico hasta la resolución de pequeñas dudas aclaratorias, consultas sencillas o consejos psicológicos, que de otra manera no podrían tener lugar, ya que normalmente las personas no se plantean ir a una consulta de un psicólogo para que le resuelva una pequeña duda. Se trata, en resumidas cuentas, de ser profesionales más versátiles.
¿Qué crees que es lo que aportan a la sociedad los psicólogos clínicos, más allá de los servicios que ofrecen a cada uno de sus clientes de forma individual?
Soy un apasionado de la divulgación de la psicología y creo firmemente en la potencialidad de Internet como herramienta para llegar a más personas y hacer más accesible la psicología. Por ello, considero una obligación profesional divulgar contenidos en las redes sociales. También colaboro como psicólogo clínico en distintos medios de comunicación, creo en las ventajas y efectividad de la psicología para generar bienestar.
Últimamente se habla mucho sobre Psicología Positiva, una rama de la psicología que enfatiza la importancia de conceptos como el desarrollo personal y los objetivos de vida ligados a un significado. ¿Qué te parece el enfoque que propone?
La psicología positiva, junto con las terapias de conducta de tercera generación, suponen lo más innovador que ha ocurrido en los últimos años en el ámbito de la psicología. Han sido y son un punto de inflexión hacia un mayor desarrollo y efectividad de la psicología.
Sería trivializar considerar que aún teniendo dificultades me siento bien, que solo siendo positivo se solucionan lo problemas. Hay que actuar. Y esto implica voluntad, lucha, superación, sacrificio... Todo esto, inicialmente, nos puede suponer un gran obstáculo y nos causa rechazo porque nos cuesta esfuerzo. Tendemos a economizar energía. Deseamos soluciones sin trabajo. En la vida, la distancia entre el querer y el poder se acorta con el entrenamiento, con el esfuerzo, con la constancia. Es decir, no sólo pensando, sino también haciendo; como dirían nuestros antiguos: "uniendo el gesto a la palabra".
¿Crees que la gente es más hábil gestionando sus emociones que hace unos años? ¿Cómo valoras la influencia de la crisis sobre nuestra salud psicológica?
En el momento actual, y gracias al auge de la inteligencia emocional, creo que tenemos las estrategias para regular de un modo más óptimo nuestras emociones. Esto no quiere decir que llegue a todas las personas como debería. Es un aspecto, el de la inteligencia emocional, que cada vez se tiene más en cuenta en la formación de nuestros niños y niñas, aunque considero que estamos en los inicios de transmitir a las nuevas generaciones un manejo de las emociones que nos genere bienestar y salud. Los psicólogos estamos obligados a divulgar las estrategias que ya se han comprobado científicamente que son eficaces a la hora de generar bienestar emocional, cuestión que está íntimamente ligada a la salud.
La crisis ha puesto encima de la mesa la debilidad del estado del bienestar. No hace mucho estuve con mi médica de atención primaria y al preguntar por el porcentaje de sus pacientes que tenían problemas de ansiedad o depresión debido a la crisis, me dijo que alrededor del 80%. El problema es que no se está tratando adecuadamente.
Según los propios protocolos de la OMS, no se está combinado el tratamiento farmacológico con la atención psicológica. En España se están “empastillando” los problemas psicológicos. Es lamentable la inexistencia de psicólogos clínicos en la atención primaria en nuestro país, como los hay en los demás países europeos. Y los pocos psicólogos que hay en los servicios de salud mental están saturados y esto conlleva a una atención muy limitada.
Desde el punto de vista de un psicólogo con mucha experiencia a sus espaldas, ¿cuál es el mensaje que intentarías transmitirle a aquellos jóvenes que quieran dedicarse a la psicología?
La única cosa que les recordaría es que van a trabajar con personas, y ello conlleva que se vas a tener que implicar también como seres humanos.
Yo entiendo mi trabajo como psicólogo desde la coherencia y la pasión en esta profesión. También considero crucial fomentar la empatía con la persona con la que trabajo, mi paciente, para construir un entorno terapéutico y humano que le ayude a lograr sus objetivos. Si no estás dispuesto a ello, mejor dedícate a otra cosa. Yo considero que en este trabajo no se puede ser aséptico, y con falta de empatía desde ahí no se es efectivo. Las personas son mucho más que un diagnóstico y necesitan de tu implicación.
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