En 2050, España tendrá 15 millones de personas mayores de 65 años, lo que significa que un 30% de la población estará en edad de jubilación. En América Latina las cifras se disparan. Los próximos 25 años las personas mayores de 65 años se duplicaran, llegando a superar los 138 millones, según datos del Observatorio Demográfico de la CEPAL.
Sobre esta última etapa vital y sobre cómo afrontarla hablamos con Vânia de la Fuente-Núñez. Es médico, antropóloga y experta en envejecimiento. Ha liderado la Campaña Mundial contra el Edadismo de la Organización Mundial de la Salud, es coautora del informe Mundial sobre el Edadismo de las Naciones Unidas y ha publicado el libro La Trampa de la Edad.
Cómo se afronta la jubilación?
No hay una única manera de vivirla, depende de las condiciones sociales, económicas y de salud. Para algunas personas representa una etapa llena de oportunidades, más tiempo para hobbies, para aprender cosas nuevas, para estrechar lazos familiares, pero para otras puede implicar bastantes desafíos, ya sea por salud o por aislamiento social.
¿Y la mayoría de la población cómo lo vive: como una oportunidad o como un desafío?
Varía mucho, pero sí que me gustaría destacar un aspecto crucial, la falta de planificación. Muchas personas evitan pensar en la vejez por los estigmas asociados a ella y esto les lleva a enfrentarla de forma improvisada. De alguna manera nos precipitamos en la vejez, no nos la planteamos hasta que ya no hay más remedio. Esto impide que la esperemos con la misma ilusión que esperamos otras etapas de la vida. Puede ser frustrante porque de repente si dedicas muchas horas al trabajo, puede faltar esta sensación de propósito.
¿Cómo debe ser esta planificación?
No hay que planificarla cuando estamos a punto de jubilarnos, debemos hacerlo con tiempo, igual que cuando tenemos 18 años, nos planteamos si vamos a seguir formándonos, debemos plantearnos la vejez. Esto va a permitir que a lo largo de nuestra vida vayamos invirtiendo tiempo en estrechar lazos sociales, en hobbies… para que no vivamos una situación en la que de repente, sobre todo si nos jubilamos al 100%, tengamos un espacio de tiempo que no sabemos con qué cubrir.
Hablas de planificación a los 18 años… Es muy pronto!
A lo mejor tu idea de lo que quieres hacer a los 70 es diferente a los 18 que a los 30 o a los 40. Pero es un ejercicio de reflexión continuada que no debería de empezar cuando tenemos 50 años.
¿Qué pasa con los que han dedicado su vida al trabajo?
Pues obviamente pueden tener dificultades, sobre todo si no hay esta reflexión previa. Actualmente el trabajo define a muchas personas quiénes son y esto puede llevar a un vacío existencial si no se realiza el ejercicio consciente de planificación desde edades más tempranas.
Dentro de esa planificación qué papel juegan los hobbies? ¿podemos adquirirlos a partir de los 60 años?
Si hemos descuidado nuestros hobbies a lo largo de toda nuestra etapa profesional, va a ser muy difícil que de repente pasemos del todo a la nada, pero sí que se pueden empezar cosas nuevas, mucha gente empieza a tocar un instrumento. Es importante no descuidar facetas de nuestra vida que pensamos que van a ser muy importantes. Por ejemplo, descuidar las relaciones personales. Si tenemos una visión de nuestra vejez en la que nos gustaría viajar con nuestras amistades, si las hemos descuidado durante toda nuestra etapa profesional, va a ser muy difícil, que de repente cojamos el teléfono y tengamos alguien que vaya a responder y decir: sí me voy de viaje contigo.
Al principio de la entrevista has hablado de estigmas asociados a la vejez. ¿Cuáles son?
Bueno, actualmente la imagen que proyecta la sociedad de la vejez es negativa… Todas las personas mayores, por el hecho de ser mayores, supuestamente son vulnerables, son dependientes, son frágiles, son pasivas. Mucha gente no se ve reconocida en eso. También ahí, planificar e imaginarnos de mayores nos va a permitir construir nuestra propia vejez y empoderarnos cuando llegue el momento, no dejar que sea la sociedad quien lo describa.
¿Existe la depresión del jubilado?
No, no es tan así. Sí que es verdad que hay personas que pueden experimentar dificultades emocionales pero no todas desarrollan depresión, ni mucho menos! Es un estereotipo más. Y lo que mencionaba, a lo mejor estas dificultades están relacionadas con una sensación de pérdida de propósito para aquéllos que han construido casi toda su identidad alrededor del rol profesional. Luego, si vuelvo a la importancia de la red social que tenemos podemos perder contacto con compañeros y esto puede llevar a una sensación de soledad no deseada. Y luego están factores económicos o problemas de salud que también podrían contribuir a estas dificultades.
¿Cuál es la mejor manera de referirnos a los jubilados: abuelos, abuelitos, gente mayor,....?
Ninguno de ellos. Definitivamente tenemos un problema con el lenguaje, es lo mismo que asumir, por ejemplo, que todas las mujeres son madres. Tenemos que evitar estas generalizaciones y cuidar las palabras que usamos, porque al final nuestro lenguaje ayuda a conformar la realidad que nos rodea. Ni todas las personas mayores son “nuestras”, por el término tan usado de “nuestros mayores”, ni todas las personas jubiladas son abuelos o abuelas, no tienen ese rol social necesariamente, ni todas las personas mayores son jubiladas, que era lo que mencionaba antes. Los términos que están más aceptados actualmente porque son neutros son: personas mayores, población mayor o jubilados, si lo están.