La ansiedad habla cuando no sabemos escucharnos

Más que eliminarla, la ansiedad necesita ser comprendida como una señal del cuerpo y la emoción.

La ansiedad habla cuando no sabemos escucharnos

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La ansiedad no siempre se presenta como un gran ataque de pánico. A veces es más sutil: una tensión en el pecho que no cede, una sensación de alerta constante, dificultad para dormir, o una mente que no se detiene nunca.

Muchas personas conviven con ella durante años sin saber exactamente qué es lo que sienten, pero intuyen que algo no está bien. Buscan explicaciones, estrategias, pastillas, alivio. Pero ¿y si lo que la ansiedad necesita no es ser silenciada, sino escuchada?

La ansiedad suele ser vista como una enemiga, como algo que hay que eliminar cuanto antes. Sin embargo, también puede entenderse como una señal de que algo dentro de nosotros, algo profundo, emocional, a veces antiguo, está pidiendo atención. No se trata sólo de “calmar la mente”, sino de comprender qué está tratando de decirnos esa inquietud que persiste.

La ansiedad como experiencia del vínculo

Muchas veces, lo que hoy se experimenta como ansiedad tuvo su origen en experiencias tempranas donde no fue posible sentirnos realmente seguros, vistos o validados. Esa sensación de inseguridad queda grabada en el cuerpo, más allá de lo que podamos recordar con palabras. Y aunque crezcamos, esa parte vulnerable sigue ahí, esperando ser reconocida. En la adultez, cualquier situación que active ese recuerdo emocional, por más sutil que sea, puede despertar esa vieja alarma, que se vive de forma incómoda en el cuerpo, sin razón aparente y la nombramos como “sentirse ansioso”.

Por eso, muchas estrategias que se enfocan solo en cambiar los pensamientos no logran llegar a la raíz del problema. Porque el origen no está únicamente en lo que pensamos, sino en cómo nos sentimos tanto en relación a nosotros mismos, con nuestro cuerpo y con el resto. Es una memoria emocional que el cuerpo conserva. Es por eso que la ansiedad no se resuelve diciéndonos simplemente que “todo está bien”. No basta con entender, hay que poder sentir desde un lugar distinto.

Por lo mismo, la relación con uno mismo se vuelve algo fundamental. La ansiedad se alivia cuando desarrollamos una forma de estar con nosotros mismos más compasiva, más presente, más segura. Cuando dejamos de tratarnos como un enemigo a controlar y empezamos a escucharnos como escucharíamos a alguien a quien le tenemos cariño y nos preocupamos por cómo se siente.

Muchas veces, es en un vínculo terapéutico, que podemos aprender a desarrollar esta nueva forma de estar con nosotros mismos. Donde alguien puede estar contigo sin exigencias, sin juicio, con una disponibilidad genuina. Ese tipo de relación puede abrir la puerta a algo nuevo: Una forma de estar contigo mismo que no sea desde el miedo ni el control, sino desde el cuidado.

La ansiedad como interrupción del aquí y ahora

También es clave recuperar el contacto con el presente. La ansiedad muchas veces se alimenta de la anticipación: De pensar una y otra vez en lo que podría salir mal, en lo que deberíamos hacer, en cómo evitar el error o el rechazo. Es un intento de protegernos de un futuro incierto, pero que nos desconecta del aquí y ahora.

Volver al presente, ya sea prestando atención al cuerpo, a la respiración o cualquier acto que nos traiga a lo que efectivamente está pasando y no a lo que podría pasar, es una práctica que puede interrumpir ese ciclo. Y no se trata de forzarse a “estar en calma”, sino de crear un espacio interno donde lo que sentimos pueda tener un lugar sin desbordarnos.

La ansiedad también puede ser una forma de evitar otras emociones más difíciles de nombrar. A veces está ahí para no sentir una tristeza profunda, un enojo contenido, una soledad que duele. En esos casos, no se trata de “sacar la ansiedad”, sino de abrir el espacio para sentir lo que hay debajo de ella. Esto puede ser incómodo y producir rechazo para evitar conectar con un miedo o una pena, pero también es una oportunidad. Porque cuando dejamos de luchar contra lo que sentimos y empezamos a sostenerlo con presencia, algo cambia. La emoción se mueve. El cuerpo se relaja. La mente se ordena.

No existen soluciones rápidas ni fórmulas mágicas. Pero sí hay alternativas. Formas de estar que implican escucharse con más honestidad, atender el cuerpo con más cuidado, mirar hacia dentro con menos juicio. Y muchas veces, hacerlo acompañado. La ansiedad no es un defecto, ni una falla personal. Es una señal. Y como toda señal, su propósito no es asustarnos, sino guiarnos. Tal vez no para volver a como estábamos antes, sino para llegar a una forma de vivir más honesta, más conectada, más propia.

Si estás viviendo con ansiedad, no estás solo ni tampoco eres débil. Es importante reconocer que hay muchísima gente que está pasando por lo mismo. Tampoco estás atrapado: Si bien, a ratos parece que nada va a cambiar y esta sensación será para siempre. Hay otras formas de estar contigo mismo y es posible experimentarlas.

Tal vez ha llegado el momento de dejar de pelear con lo que sientes y empezar a escucharlo con compasión. Aunque la ansiedad no desaparece por completo, puede dejar de dominar aspectos importantes de tu vida. A veces, lo más valiente que podemos hacer es pedir ayuda. Si algo de lo que has leído aquí resuena contigo, quizás valga la pena explorar cómo sería un espacio terapéutico.

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Alexander Schaeffer Ortúzar. (2025, julio 2). La ansiedad habla cuando no sabemos escucharnos. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicologia/ansiedad-habla-cuando-no-sabemos-escucharnos

Psicólogo clínico con formación psicodinámica y especialización en terapia Gestalt

Las Condes
Terapia online

Alexander Schaeffer Ortúzar es psicólogo clínico especializado en el trabajo con personas adultas que presentan ansiedad, depresión, trastornos de personalidad y dificultades relacionales. Su enfoque integrativo combina herramientas psicodinámicas, Gestalt, cognitivo-conductuales y del psicoanálisis relacional, adaptando cada proceso a la historia y contexto de quien consulta. Cuenta con formación en género y diversidad, además de experiencia en coaching y liderazgo organizacional. Con una trayectoria previa como ingeniero civil y cinturón negro en judo, Alexander aporta una mirada analítica, presencia corporal y disciplina al espacio terapéutico. Su trabajo se caracteriza por una escucha respetuosa, comprometida y orientada a generar cambios sostenibles.

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