Actualmente, la Psicología incluye una gran variedad de orientaciones teóricas. Comparables en cierto modo a las ideologías, los paradigmas psicológicos suponen directrices de análisis de la conducta que llevan a los psicólogos a trabajar de distintos modos.
El conductismo es una de las orientaciones más comunes entre los psicólogos, si bien hoy en día es más habitual que se practique en su vertiente cognitivo-conductual. Y aunque su lado más conocido sea el de los experimentos con animales que han realizado los conductistas, sus aportaciones van mucho más allá de esas investigaciones tan llamativas.
A continuación repasamos la historia del conductismo y sus características principales.
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¿Qué es el conductismo?
El conductismo es una corriente de la Psicología que se centra en el estudio de las leyes comunes que determinan el comportamiento humano y animal. En su origen, el conductismo tradicional deja de lado lo intrapsíquico para focalizarse en la conducta observable, es decir, prioriza lo objetivo por encima de lo subjetivo. Esto opone el conductismo a planteamientos previos como los psicodinámicos y los fenomenológicos. De hecho, desde la perspectiva conductista aquello que solemos entender como "mente" o "vida mental" es tan solo una abstracción de lo que realmente debería estudiar la psicología: los vínculos entre estímulos y respuesta en contextos determinados.
Es más, no son pocos los conductistas que ven el concepto de lo mental como algo innecesario, por plantear más preguntas de las que responde. Para ellos, lo psicológico se plasma siempre en fenómenos objetivables a través del análisis del comportamiento. Que sepamos interpretar correctamente esos comportamientos ya es otro tema.
Los conductistas tienden a concebir a los seres vivos como “tabulas rasas” cuya conducta está determinada sobre todo por sus aprendizajes del pasado, y no tanto por las predisposiciones biológicas. O sea, que las dinámicas de comportamiento estarían talladas por los refuerzos y castigos que reciban los indiviuos, más que por fenómenos neuropsicológicos definidos por los genes. El comportamiento, por tanto, no depende principalmente de fenómenos internos, como los instintos o los pensamientos (que no dejan de ser, por otra parte, conductas encubiertas) sino más bien del entorno, y no podemos separar ni la conducta ni el aprendizaje del contexto en que tienen lugar.
De hecho, aquellos procesos que ocurren en el sistema nervioso y que para muchos otros psicólogos son la causa de cómo actuamos, para los conductistas no son más que otro tipo de reacciones generadas a través de nuestra interacción con el entorno.
El conductismo y los experimentos con animales
Este desinterés por tener en cuenta la influencia de los genes explica en parte por qué muchos conductistas intentan entender al ser humano a través del estudio de los animales, y viceversa.
Porque para ellos, las reglas que definen el funcionamiento de la conducta obedecen a la misma lógica en los seres vivos en general, o al menos, en aquellos capaces de aprender mediante la experiencia. Algo que queda reflejado en las famosas "cajas de Skinner", en las que suele exponerse a animales de laboratorio a sistemas de refuerzo en un ambiente muy controlado.
El concepto de "enfermedad mental" visto por los conductistas
Los conductistas a menudo han sido vinculados al mundo de la psiquiatría por su utilización del método experimental para obtener conocimientos, pero esta asociación no es acertada, ya que en muchos aspectos, los conductistas se diferencian claramente de los psiquiatras. Una de estas diferencias es la oposición del conductismo al concepto de enfermedad mental.
Desde esta filosofía aplicada a la psicología, no pueden existir conductas patológicas, ya que estas son juzgadas siempre según su adecuación a un contexto. Mientras que las enfermedades deben tener causas biológicas relativamente bien aisladas y conocidas, los conductistas señalan que no hay suficiente evidencia a favor de la existencia de estos biomarcadores en el caso de los trastornos mentales. Por consiguiente, se oponen a la idea de que el tratamiento de problemas como las fobias o el TOC deba centrarse en psicofármacos.
Conceptos básicos del conductismo
A continuación definimos los principales términos de la teoría conductista.
1. Estímulo
Este término se refiere a cualquier señal, información o evento que produce una reacción (respuesta) de un organismo.
2. Respuesta
Cualquier conducta de un organismo que surge como reacción a un estímulo.
3. Condicionamiento
El condicionamiento es un tipo de aprendizaje derivado de la asociación entre estímulos y respuestas.
4. Refuerzo
Un refuerzo es cualquier consecuencia de una conducta que aumenta la probabilidad de que ésta vuelva a darse.
5. Castigo
Opuesto al refuerzo: consecuencia de una conducta que disminuye la probabilidad de que vuelva a darse.
Wundt: el nacimiento de la Psicología Experimental
Wilhelm Wundt (1832-1920), considerado por muchos “el padre de la Psicología”, sentó las bases de lo que acabaría siendo el conductismo. Creó el primer laboratorio de Psicología científica y utilizó de forma sistemática la estadística y el método experimental para extraer reglas generales sobre el funcionamiento de los procesos mentales y la naturaleza de la conciencia.
Los métodos de Wundt dependían en gran medida de la introspección o autoobservación, técnica en la que los sujetos experimentales proporcionan datos sobre su propia experiencia.
Watson: la Psicología vista desde el conductismo
John Broadus Watson (1878-1958) criticó el uso de la metodología introspectiva de Wundt y sus seguidores. En una conferencia en 1913 que se considera el nacimiento del conductismo, Watson afirmó que para ser verdaderamente científica la Psicología debía centrarse en la conducta manifiesta en lugar de en los estados mentales y conceptos como “conciencia” o “mente”, que no podían ser analizados de forma objetiva.
Watson también rechazaba la concepción dualista que separaba el cuerpo y la mente (o el alma) y planteaba que la conducta de las personas y la de los animales debía ser estudiada del mismo modo ya que, si se dejaba de lado el método introspectivo, no había una diferencia real entre ambas.
En un conocido y controvertido experimento Watson y su ayudante Rosalie Rayner consiguieron provocar una fobia a las ratas a un bebé de nueve meses (“el pequeño Albert”). Para ello emparejaron la presencia de la rata con sonidos fuertes. El caso del pequeño Albert demostró que la conducta humana no sólo es predecible sino también modificable.
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La caja negra
Para Watson los seres vivos somos “cajas negras” cuyo interior no es observable. Cuando los estímulos externos llegan a nosotros damos respuestas en consecuencia. Desde el punto de vista de los primeros conductistas, si bien se dan procesos intermedios dentro del organismo, al ser inobservables deben ser ignorados al analizar el comportamiento.
Sin embargo, a mediados del siglo XX los conductistas matizaron esto y, sin desdeñar la importanca de los procesos no onservables directamente que ocurren en el interior del cuerpo, señalaron que la psicología no necesita dar cuenta de ellos para aportar explicaciones sobre las lógicas que rigen la conducta. B. F. Skinner, por ejemplo, se caracterizó por dar a los procesos mentales exactamente el mismo estatus que la conducta observable, y por concebir el pensamiento como conducta verbal. De este autor hablaremos más adelante.
Algunos neoconductistas como Clark Hull y Edward Tolman sí incluyeron procesos intermedios (o variables intervinientes) en sus modelos. Hull incluía el impulso o motivación interna y el hábito, mientras que Tolman afirmaba que construimos representaciones mentales del espacio (mapas cognitivos).
Watson y el conductismo en general fueron influidos de forma clave por dos autores: Ivan Pavlov y Edward Thorndike.
Condicionamiento clásico: los perros de Pavlov
Ivan Petrovich Pavlov (1849-1936) era un fisiólogo ruso que se dio cuenta, mientras realizaba experimentos sobre secreción de saliva en perros, de que los animales salivaban de forma anticipada cuando veían u olían la comida, e incluso simplemente cuando se acercaban los encargados de darles de comer. Posteriormente consiguió que salivaran al oír el sonido de un metrónomo, de una campana, de un timbre o de una luz por asociar estos estímulos con la presencia de comida.
A partir de estos estudios Pavlov describió el condicionamiento clásico, un concepto fundamental en el conductismo, gracias al cual se desarrollaron las primeras intervenciones basadas en las técnicas de modificación de la conducta en seres humanos. Ahora bien, para entender cómo funciona el condicionamiento clásico primero hay que saber con qué estímulos se trabaja en él.
Un estímulo incondicionado (es decir, que no requiere aprendizaje para provocar una respuesta) provoca una respuesta incondicionada; en el caso de los perros, la comida causa salivación de forma espontánea. Si se empareja repetidamente el estímulo incondicionado (la comida) con un estímulo neutro (por ejemplo la campana), el estímulo neutro acabará produciendo la respuesta incondicionada (salivar) sin necesidad de que esté presente también el estímulo incondicionado.
Para Pavlov no es necesario el concepto de mente ya que conceptualiza las respuestas como reflejos que se dan después de la aparición de estímulos externos.
El experimento del pequeño Albert de Watson y Rayner es otro ejemplo de condicionamiento clásico. En este caso la rata es un estímulo neutro que se convierte en un estímulo condicionado que provoca la respuesta de miedo por asociación con el ruido fuerte (estímulo incondicionado).
Los animales en el conductismo
Los conductistas clásicos empleaban frecuentemente animales en sus estudios. Los animales son considerados equivalentes a las personas en cuanto a su conducta y los principios de aprendizaje extraídos de estos estudios se extrapolan en muchos casos a los seres humanos; eso sí, siempre procurando respetar una serie de presuposiciones epistemológicas que justifiquen esta extrapolación. No hay que olvidar que entre especies hay muchos aspectos del comportamiento que varían.
La observación sistemática de la conducta animal daría paso a la Etología y la Psicología Comparada. Konrad Lorenz y Niko Tinbergen son dos de los representantes más importantes de estas corrientes.
Condicionamiento instrumental: los gatos de Thorndike
Edward Lee Thorndike (1874-1949), contemporáneo de Pavlov, realizó diversos experimentos con animales para estudiar el aprendizaje. Introdujo gatos en “cajas-problema” para observar si conseguían escapar de ellas y de qué modo.
En las cajas había varios elementos con los que los gatos podían interactuar, como un botón o una anilla, y sólo el contacto con uno de estos objetos podía hacer que se abriera la puerta de la caja. Al principio los gatos conseguían salían de la caja por ensayo y error, pero a medida que se repetían los intentos cada vez escapaban con más facilidad.
A partir de estos resultados Thorndike formuló la ley del efecto, que afirma que si una conducta tiene un resultado satisfactorio es más probable que se repita, y que si el resultado es insatisfactorio esta probabilidad disminuye. Posteriormente formularía la ley del ejercicio, según la cual los aprendizajes y hábitos que se repiten se ven reforzados y los que no se repiten se debilitan.
Los estudios y las obras de Thorndike introdujeron el condicionamiento instrumental. Según este modelo el aprendizaje es consecuencia del reforzamiento o el debilitamiento de la asociación entre una conducta y sus consecuencias. Esto sirvió como base para formular propuestas más tarde, en el surgimiento del verdadero conductismo, tal y como veremos.
El conductismo radical de Skinner
Las propuestas de Thorndike fueron el antecedente de lo que conocemos como condicionamiento operante, pero este paradigma no se desarrolló de forma completa hasta la aparición de las obras de Burrhus Frederic Skinner (1904-1990).
Skinner **introdujo los conceptos de refuerzo positivo y negativo. Se denomina refuerzo positivo al hecho de premiar una conducta dando algo, mientras que el refuerzo negativo consiste en la retirada o la evitación de un evento desagradable. En ambos casos, la intención es la de aumentar la frecuencia e intensidad de aparición de una conducta determinada.
Skinner defendía lo que se conoce como conductismo radical, que mantiene que todo el comportamiento es resultado de asociaciones aprendidas entre estímulos y respuestas. Ojo: técnicamente, el conductismo radical no es un tipo de psicoterapia, ni una rama de la Psicología (como sí lo son la Psicología del Deporte o la Psicología Educativa, por ejemplo). Es algo más abstracto, que tiene que ver no con las técnicas utilizadas ni los problemas que aborda el psicólogo, sino con la conceptualización de la Psicología en sí. Para Skiner, el conductismo radical es, más bien, una filosofía desde la que entender el comportamiento y proponer objetivos de su análisis conductual. Por eso, se puede aplicar a todas las ramas de la Psicología.
El enfoque teórico y metodológico desarrollado por Skinner se conoce como análisis experimental de la conducta y ha sido especialmente eficaz en la educación de niños con discapacidad intelectual y del desarrollo. Ahora bien, Skinner estudiaba toda la conducta en general, no solo la conducta humana. Esto implica, por ejemplo, que su manera de entender la Psicología se basaba mucho en la experimentación con animales. Por ejemplo, entrenó unas palomas para que aprendieran a jugar a una especie de ping-pong.
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Desarrollo del conductismo: la revolución cognitiva
El conductismo entró en declive a partir de los años 50, coincidiendo con el auge de la psicología cognitiva. El cognitivismo es un modelo teórico que surgió como reacción al énfasis radical del conductismo en la conducta manifiesta, dejando de lado la cognición. La inclusión progresiva de variables intervinientes en los modelos conductistas favoreció en gran medida este cambio de paradigma, conocido como “revolución cognitiva”.
En la práctica psicosocial, las aportaciones y principios del conductismo y el cognitivismo acabarían confluyendo en lo que conocemos como terapia cognitivo-conductual, que se centra en encontrar los programas de tratamiento más avalados por la evidencia científica.
Las terapias de tercera generación desarrolladas en los últimos años recuperan parte de los principios del conductismo radical, reduciendo la influencia del cognitivismo. Algunos ejemplos son la Terapia de Aceptación y Compromiso, la Terapia de Activación Conductual para la depresión o la Terapia Dialéctica Conductual para el trastorno límite de la personalidad.
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