Almudena Grandes es una de las escritoras españolas más conocidas y aclamadas. Su prosa elegante y de carácter lírico la ha catapultado a la fama.
Las frases de Almudena Grandes expresan una gran sensibilidad hacia las historias cotidianas, hacia los diferentes matices que pueden teñir nuestra manera de experimentar las emociones, y hacia la manera en la que las relaciones nos cambian.
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Las mejores frases de Almudena Grandes
A continuación veremos una selección de fragmentos de texto, reflexiones y frases de esta escritora.
1. Aún no son cadáveres y están muertos de miedo…
Acerca de las paradojas de la existencia: respirar no es sinónimo de vivir.
2. Hay que ser muy valiente para pedir ayuda, ¿Sabes? Pero hay que ser todavía más valiente para aceptarla.
Acerca del lastre que puede ser para nosotros el orgullo.
3. La madre superiora lo repetía cada dos por tres, hay que arrancar las ramas antes de que lleguen a troncos.
Los malos hábitos deben ser atajados cuanto antes.
4. Omitir las verdades no es otra cosa que una variedad refinada de la mentira.
Moralmente, ocultar información a sabiendas es faltar a la verdad.
5. Sólo una historia española, de esas que lo echan todo a perder.
Una de las frases de Almudena Grandes que muestran su visión trágica del país.
6. El mismo amor que nos hacía leales, que nos hacía mejores, lo estaba echando todo a perder.
Dependiendo del contexto, las mismas emociones pueden resultar constructivas o destructivas.
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7. Pasaron muchas cosas aquélla noche, palabras, gestos, silencios que recordaría toda su vida.
Una muestra de la prosa estilizada de Almudena Grandes.
8. (...) Ese olor tan triste, a musgo y tierra mojada, que perfuma los edificios en construcción.
Acerca de una sensación muy concreta.
9. Qué raros son tus cuñados, ¿No? -Sí, es que son de Madrid. -Será eso.
Una muestra de su sentido del humor.
10. Había sido demasiado amor, tanto como el que yo podía dar, más del que me convenía. Fue demasiado amor. Y luego, nada.
Mirada retrospectiva hacia una elación.
11. Por eso, sólo podemos afirmar con certeza que el todo es igual a la suma de las partes cuando las partes se ignoran entre sí.
Otra reflexión sobre el modo en el que los conflictos y la indiferencia por el otro destruye el tejido social.
12. Un buen escritor puede escribir sobre cualquier cosa y puede hacer literatura de cualquier tema y un mal escritor no tiene esa capacidad.
Un consejo acerca de esta faceta artística.
13. El tiempo pondrá cada cosa en su sitio, yo me moriré y tú te arrepentirás de lo que me has dicho hace un momento, pero hasta entonces no estoy dispuesta a perderte...
Cuando las emociones quedan por encima del análisis racional y consciente de las cosas.
14. La tierra giraba sobre sí misma y alrededor del sol justo debajo de nuestros cuerpos desnudos y enlazados. Más allá estaba todo lo demás. Más allá estaba el invierno, el hielo, la condición resbaladiza y sucia de una nieve fea, terrosa, manchada de barro y deshecha sólo a medias por las pisadas de la gente, mucha gente inocente y culpable, leal y traidora, consciente o no de la herida que sus pasos iban abriendo en las heladas aceras del futuro de sus hijos, de sus nietos, un horizonte culpable, desolado, distinto del paisaje limpio y envuelto con astucia en un bonito papel de colores brillantes que alguna vez ellos creerían heredar.
Pasaje de descripción más centrada en las sensaciones que en lo material.
15. Al verle dormir a su lado, sólo podía pensar en una cosa; mañana quizás no lo tendré, mañana se habrá ido, mañana estaré sola en esta cama... Cada minuto pesaba, cada minuto importaba, cada minuto se dilataba hasta proyectarse en los límites de una eternidad pequeña, personal.
Acerca del miedo anticipado por la pérdida.
16. ¿Qué para qué sirve? Pues para comprender cómo suceden las cosas. ¿Te parece poco? Para intentar formular reglas que alivien la insoportable angustia de nuestra existencia en esta miserable brizna de la inabarcable inmensidad del universo que es el mundo.
Sobre las diferentes maneras en las que hacemos disminuir el grado de incertidumbre.
17. La amaba tanto que en aquel momento, mientras sentía que me quedaba sin suelo debajo de los pies y el vacío se cobraba en el centro de mi estómago un precio mucho más alto que el placer de todos los vértigos, la certeza de que nunca volvería a sentir asco ni vergüenza al recordar la luminosa desproporción de su cuerpo desnudo, lograba mantener una hebra de calor en mi corazón entumecido de frío.
Este fragmento de texto expresa un ejemplo de amor romántico tradicional, fundamentado en gran parte en lo incondicional del vínculo.
18. Qué salvajada, qué horror el exilio, y esta derrota horrible que no se acaba nunca, y destruye por fuera y hacia dentro, y borra los planos de las ciudades interiores, y pervierte las reglas del amor, y desborda los límites del odio para convertir lo bueno y lo malo en una sola cosa, fea, y fría, y ardiente, inmóvil, qué horror esta vida inmóvil, este río que no desemboca, que jamás encuentra un mar donde perderse.
Un texto con gran potencia expresiva por parte de esta escritora.
19. La alegría me había hecho fuerte, porque (...) me había enseñado que no existe trabajo, ni esfuerzo, ni culpa, ni problemas, ni pleitos, ni siquiera errores que no merezca la pena afrontar cuando la meta, al fin, es la alegría.
Sobre la fuerza que confiere el espíritu del trabajo duro.
20. Aunque los desiertos florezcan muy despacio, la hierba brota antes en el suelo que en la mirada de quienes lo contemplan, y por eso tiene que pasar el tiempo, mucho tiempo, para que alguien recuerde un buen día que las manzanas no crecen en la tierra, que las manzanas se caen necesariamente de los árboles.
Incluso donde solo parece haber destrucción reside la semilla de la creación.
21. Entonces sería ella quien lloraría, ella quien se desesperaría, ella quien aprendería a pagar por sí misma el verdadero precio de las cosas hermosas.
La dialéctica del sufrimiento en las relaciones: no siempre es la misma persona la que pierde más.
22. Seguía convencido de haberla visto allí por primera vez, Raquel Fernández Perea, sin trampas, sin adornos, sin excusas, acaso una belleza más bella que sus máscaras.
Almudena Grandes habla sobre una mirada íntima hacia la persona más allá de sus imposturas.
23. La diferencia del erotismo y la pornografía, aparte de la etimológica, tiene que ver con la actitud del receptor del mensaje, tiene que ver con la actitud del lector.
En los productos culturales no solo importa el producto en sí, sino también las expectativas y el rol de quien los consume.
24. La expectativa de felicidad es más intensa que la propia felicidad, pero el dolor de una derrota consumada supera siempre la intensidad prevista en sus peores cálculos.
Una asimetría trágica.
25. Desde pequeña siempre he querido ser escritora, yo no me recuerdo a mi misma queriendo ser otra cosa, porque desde pequeña lo que más me ha gustado en esta vida es leer.
Un apunte autobiográfico de esta artista.
26. Lo único que quería era hacerme viejo a su lado, ver su rostro al despertar todas las mañanas, ver su rostro un instante antes de dormirme cada noche, y morir antes que ella.
Almudena describe aquí unas aspiraciones románticas que resultan muy comunes.
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27. Creo que las primeras novelas siempre son extrañas porque cuando uno escribe su primer libro ni siquiera sabe si está escribiendo un libro o un texto que va a acabar en un cajón.
Acerca de la experiencia de escribir las primeras obras en el mundo de la literatura.
28. Había de todo, y todo valía mientras una excitación imprecisa, universal, corriera por las venas de los asistentes como un líquido brillante y espeso, capaz de hacer más brillante, más espesa su sangre.
La descripción de un contexto de libertinaje.
29. Para escribir antes ha habido que leer. Empezar a escribir es una consecuencia de haber leído mucho, es como atravesar el espejo, como cuando Alicia atraviesa el espejo. Leer y escribir son actos especulares.
Es necesario expandir el propio nivel cultural para tener algo que decir.
30. Habíamos sido felices caminando sobre una cuerda floja, habíamos florecido en una infección de contradicciones, nos habíamos encontrado en un laberinto de paradojas sin mirar nunca al suelo, sin mirar nunca al cielo, sin mirar.
Acerca de una situación en la que las sensaciones reinan y su intensidad oculta la necesidad de planificación.
31. Alguna imagen con las que me voy tropezando, casi sin querer, me avisa que tiene una historia detrás. Y lo que hago es darle vueltas a estas imágenes que prometen una historia hasta que logro encontrar una forma de abrirla, aunque no siempre ocurre.
Este fragmento nos habla sobre una manera muy personal de ver patrones en la información aparentemente simple o caótica.
32. Hay que escribir sobre lo que se conoce, sobre lo que uno tiene cerca y de lo que a uno le interesa. Luego lo que ocurre es el milagro de la comunicación, que se asienta en el principio de que todos los seres humanos somos básicamente parecidísimos.
Para transmitir de verdad hay que hablar sobre lo que tiene implicaciones emocionales para uno mismo.
33. Todos los seres humanos se parecen porque son criaturas vulgares, muy sencillas al fin y al cabo. Y entre las cosas que tienen en común, no está solamente el sexo.
La personalidad de cada individuo imprime diferencias muy relativas entre cada uno de nosotros.
34. Los humanos son seres que desean y la desesperación les arrebata su propia esencia, los deseca, los destripa, los arruina, los expulsa de sí mismos por el camino templado y engañoso que conduce al destino de las cosas, al cansancio de los vegetales polvorientos, de los minerales enterrados e inertes.
Una reflexión sobre la condición humana.
35. Todos teníamos miedo, los ricos y los pobres, los cultos y los incultos, todos, mucho miedo.
Existen situaciones en los que el temor no entiende de clases.
36. Los últimos días del verano todos se ponían muy tristes, tanto que Raquel sentía que ellos no volvían, sino que abandonaban, que se exiliaban de las buganvillas y de las adelfas, de los naranjos y de los olivos, del olor del mar y de los barcos del puerto, de las tapias encaladas y de las casas blancas, de las ventanas florecidas y la sombra de las parras, del oro del aceite, de la plata de las sardinas, de los sutiles misterios del azafrán y de la canela, de su propio idioma y del color, del sol, de la luz, del azul, porque para ellos volver no era regresar a casa, porque sólo se podía volver a España, aunque nadie se atreviera nunca a decir esa palabra.
Un fragmento narrativo lleno de expresividad.
37. Ha pasado mucho tiempo, me dirán, y tendrán razón, pero todos llevamos aún el polvo de la dictadura en los zapatos, ustedes también, aunque no lo sepan.
El poso psicológico que dejan ciertos traumas históricos tarda en marcharse.
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38. Es de los demás de los que hay que tener miedo, de los que te dejan adivinar hacia qué lado están mirando. Ésos son los que siempre miran en la dirección contraria a la que tú te imaginas.
La incertidumbre sobre las intenciones del resto puede constituir una fuente de miedo.
39. Todos nos dejamos engañar a la vez, y no porque seamos tontos, sino porque las buenas personas son fáciles de engañar.
No es posible saberlo todo, y por consiguiente, gestionamos nuestra ignorancia.
40. Educación, educación y educación, decían; era como un lema, una consigna repetida muchas veces, la fórmula mágica para arreglar el mundo, para cambiar las cosas, para hacer feliz a la gente. Lo habían perdido todo, habían salido adelante trabajando en puestos que estaban muy por debajo de sus capacidades, academias, panaderías, centralitas telefónicas, pero les quedaba eso. Siempre les quedó eso.
Un punto de vista puede llevar a reivindicar solo la educación, dejando inatendidas otras necesidades.
41. El miedo también excluye la dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia, y llega incluso a perjudicar la inteligencia, porque altera la percepción de la realidad y alarga las sombras de todas las cosas. Las personas cobardes tienen miedo hasta de sí mismas.
El temor elimina muchas virtudes humanas.
42. La belleza es un monstruo, una deidad sangrienta a la que hay que aplacar con constantes sacrificios.
La estética puede llegar a obsesionarnos.
43. Entonces pensó que el silencio pesa tal vez en quien calla más que la incertidumbre en quien no sabe.
El hecho de no poder expresarse puede ser más doloroso que sentir la ignorancia.
44. Porque existen hambres mucho peores que no tener nada que comer, intemperies mucho más crueles que carecer de un techo bajo el que cobijarse, pobrezas más asfixiantes que la vida en una casa sin puertas, sin baldosas ni lámparas. Ella no lo sabía, pero yo sí.
Una reflexión sobre el lado cruel de la vida.
45. Normalmente, cuando escribo una novela o una colección de cuentos, suelo partir de imágenes: ando por la calle y cada persona que no conozco la valoro como personaje; cada situación nueva, como argumento; cada lugar en el que no he estado, lo valoro como escenario.
Un comentario sobre el proceso creativo.
46. Es curioso como cuando alguien escribe una novela erótica todo el mundo supone que tiene una vida [sexual] tremendamente intensa y cuando alguien escribe novelas de asesinatos nadie supone que se ha cargado a su vecino, ni se supone que un escritor que escribe ciencia ficción haya tenido contactos en la tercera fase.
El sentido del humor aplicado al modo en el que percibimos la relación entre arte y artista.
47. Terminar una novela es algo dramático. Cuando más tardo en escribir los finales, más sufro. Lograr el final de una novela tiene algo de pulso, porque has podido con ella. Finalizarla es como si te desahuciaran de tu casa. Confieso que uno de los momentos más terribles de mi vida es el día siguiente de terminar una novela.
Otra de las frases de Almudena Grandes sobre cómo ha vivido la escritura.
48. Era demasiado amor. Demasiado grande, demasiado complicado, demasiado confuso, y arriesgado, y fecundo, y doloroso. Tanto como yo podía dar, más del que me convenía. Por eso se rompió. No se agotó, no se acabó, no se murió, sólo se rompió, se vino abajo como una torre demasiado alta, como una apuesta demasiado alta, como una esperanza demasiado alta.
Recapitulación de una historia amorosa.
49. No dijo nada, seguía sonriendo. Alargó la mano y giró la llave de contacto. El motor se puso en marcha. Los cristales estaban empañados. Fuera debía de estar helando, una cortina de vapor se escapaba del capó. Él volvió a reclinarse contra el asiento, me miró, y yo me di cuenta de que el mundo se estaba viniendo abajo, el mundo se me estaba viniendo abajo.
Fragmento de un pasaje lleno de sentimientos.
50. Me quedé sentada encima de sus rodillas. Me rodeó con sus brazos y me besó. El solo contacto de su lengua repercutió en todo mi cuerpo. Mi espalda se estremeció. Él es la razón de mi vida, pensé. Era un pensamiento viejo ya, trillado, formulado cientos de veces en su ausencia, rechazado violentamente en los últimos tiempos, por pobre, por mezquino y por patético.
Otro de los textos de Almudena Grandes basados en lo romántico.
51. La madurez en mi obra es que ahora cuando empiezo una novela la conozco al ciento por ciento. Tengo un cuaderno con la historia resuelta y la estructura cerrada, sé cuántos capítulos tiene, lo que pasa en cada uno e inclusive cuántas páginas va a tener y hasta ese momento no me siento a escribir. Pero luego hay una emoción inherente en la escritura, es una aventura y cuando te sientas escribir puede suceder, que lo que has decidido antes no te sirve para nada.
Un comentario sobre la evolución artística de la escritora.
52. El verbo creer es un verbo especial, el más ancho y el más estrecho de todos los verbos.
Una frase que invita a la reflexión acerca de las propias expectativas.
53. No hace tanto tiempo, en este mismo barrio, la felicidad era también una manera de resistir.
El retrato de una vida vinculada a lo local.
54. María Gracia también está sola. También ha estado casada, tampoco ha tenido hijos, también la ha abandonado su pareja, tampoco ha encontrado otra, también ha vivido mejor, tampoco ha vivido nunca peor que ahora.
Este texto muestra el estilo lírico en el que la escritora retrata a muchos de sus personajes.
55. Cuando empezaba a trabajar, ya estaba cansada, pero eso era una ventaja y no un inconveniente. La rutina de la casa, los niños, las reuniones de padres de alumnos, los disfraces de Navidad, de carnaval, de fin de curso, las citas con los tutores, el calendario de vacunaciones y todo lo demás, la agotaba de tal manera que los días laborables no se lo parecían tanto.
Una manera de darle la vuelta a las situaciones negativas de la vida.
56. Si fuera más joven no estaría tan preocupada, porque para crisis, las que he tenido que chuparme yo, hijo mío. Pero nosotros podíamos, nosotros éramos fuertes, estábamos acostumbrados a sufrir, a emigrar, a pelear.
Sobre una vida marcada por la lucha.
57. Pero los españoles, que durante muchos siglos supimos ser pobres con dignidad, nunca habíamos sabido ser dóciles.
Una mirada hacia la historia de España.
58. Como nada sale gratis, el coñac le ha asignado a otra raza. Ahora parece un piel roja, rojiza su cara en general, en particular sus pómulos, repletos de venillas rotas que se ramifican día tras día para conquistar ya la base de su nariz.
Una original descripción.
59. Porque la acción es enemiga de la reflexión y ya no podía pensar más.
Una manera de explicar el comportamiento de alguien a partir de una dualidad.
60. Estamos en un barrio del centro de Madrid. Su nombre no importa, porque podría ser cualquiera entre unos pocos barrios antiguos, con zonas venerables, otras más bien vetustas. Este no tiene muchos monumentos pero es de los bonitos, porque está vivo.
Hay una cualidad estética que va más allá de lo material.
61. sabía que no era exactamente así, aquello no era verdad, pero la verdad también desaparecía, y yo seguía pensando lo mismo, y era agradable, me sentía alguien, segura, en momentos como ése, era curioso.
El olvido puede llevarnos al autoengaño.
62. Y estaba sola, me sentía sola, incapaz de hablar, que es quizás la peor forma de la soledad.
Una reflexión sobre la soledad.
63. Ser una mujer es tener piel de mujer, dos cromosomas X y la capacidad de concebir y alimentar a las crías que engendra el macho de la especie. Y nada más, porque todo lo demás es cultura.
Acerca de la diferencias sexuales.
64. Hace treinta años los hijos heredaban la pobreza, pero también la dignidad de sus padres, una manera de ser pobres sin sentirse humillados, sin dejar de ser dignos ni de luchar por el futuro.
Un matiz sobre las diferentes maneras de experimentar la miseria.
65. La autocompasión es una droga muy dura.
Puede resultar adictiva.
66. La historia inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales.
La contradicción entre lo perpetuo y lo que tiene fecha de caducidad.