Risperidona: usos, efectos secundarios y precauciones

Un tipo de medicación usado para estabilizar a los pacientes con trastornos psicóticos.

Risperidona
Este medicamento es útil en algunos casos de esquizofrenia.

La gran variabilidad de trastornos psicóticos, así como de los síntomas y la gravedad que estos presentan, ha provocado la investigación y desarrollo de una gran cantidad de fármacos antipsicóticos diferentes.

La risperidona es una medicación antipsicótica de segunda generación administrada generalmente en esquizofrenia y en ciertos casos de trastorno bipolar. No obstante sus aplicaciones son muy variadas. A lo largo de este artículos hablaremos de estas aplicaciones y de las muchas más características que distinguen a este medicamento.

¿Qué es la risperidona?

La risperidona es un fármaco antipsicótico, comercializado en casi todo el mundo bajo el nombre de Risperdal, este medicamento pertenece a los antipsicóticos conocidos como de segunda generación y su aprobación data del año 1993.

Este compuesto químico, que se administra principalmente en casos de esquizofrenia, funciona como un potente bloqueador antagonista de la dopamina. De esta manera inhibe la actividad o funcionamiento de los receptores postsinápticos dopaminérgicos.

Además, la risperidona también ejerce un potente efecto sobre los niveles de serotonina. Concretamente, esta actúa como un antagonista del receptor de esta. Gracias a su forma de acción rápida y efectiva, la risperidona se ha constituido como uno de los fármacos de referencia a la hora de estabilizar a pacientes diagnosticados de esquizofrenia o de algún otro tipo de psicosis.

Mediante la administración de antipsicóticos de segunda generación como la risperidona, se consigue que los pacientes psicóticos puedan pensar con más claridad, menguar su nivel de excitación y, con la ayuda de otras terapias de naturaleza psicológica o psiquiátrica, integrarse mejor en su entorno y llevar una vida lo más normal posible.

¿En qué trastornos se utiliza?

Aunque este fármaco es comúnmente utilizado en enfermedades catalogadas como psicóticas, tradicionalmente, la risperidona se ha recomendado para el tratamiento de los síntomas propios de la esquizofrenia de adultos y jóvenes a partir de 13 años. Sus efectos sobre la química cerebral ayuda a tratar síntomas como pensamientos deformados o paranoides, disminuye la intensidad emocional y favorece un aumento del interés por la vida.

Otra de sus muchas aplicaciones está relacionada con el tratamiento de ciertos trastornos psicótico emocionales tales como los episodios de manía o los episodios mixtos en pacientes mayores de 10 años con trastorno bipolar. Estos episodios se caracterizan por presentar estados de ánimo anormalmente altos y en el caso de los episodios mixtos, unidos a sentimientos de tristeza profundos.

Además, la risperidona también puede ser utilizada para tratar los síntomas de agresividad comúnmente presentes, tanto en los trastornos anteriores, como en trastornos del espectro autista. Por lo tanto, es muy habitual que esta se administre en casos de menores entre 5 y 16 años con alguno de estos desórdenes.

¿Cómo se administra?

Actualmente, la risperidona se comercializa tanto en forma de tableta, tabletas solubles de rápida disolución y en forma de solución líquida, todas ellas para el consumo oral, siendo la dosis habitual de esta es de una o dos tomas al día.

No obstante, es necesario especificar que esto son solamente unas indicaciones genéricas y que el paciente deberá seguir siempre al pie de la letras las indicaciones del personal médico. Por lo que el paciente, nunca deberá alterar la dosis de medicación, ni por exceso ni por defecto. De lo contrario es posible que experimente graves efectos secundarios como confusión o alucinaciones muy graves.

Debido a los potentes efectos de la risperidona, es muy posible que el tratamiento se inicie de manera gradual, comenzando por dosis muy bajas de este medicamento y aumentándola según pasen las primeras semanas de tratamiento.

Finalmente, en aquellos pacientes que se encuentran en un estado más grave que les incapacite a la hora de gestionar o controlar su propia medicación, se puede llevar a cabo una administración intramuscular de este antipsicótico. Gracias a esta forma de tratamiento, el paciente solamente tendrá que acudir a su centro de salud cada dos semanas y se puede realizar un control más exhaustivo de la sintomatología del paciente.

¿Qué efectos secundarios tiene?

Al igual que el resto de medicación psiquiátrica, la risperidona puede acarrear una serie de efectos secundarios que, según con la intensidad y duración que se presenten, pueden llegar a resultar molestos e incluso dañinos para la salud general del paciente.

Estos efectos secundarios se dividen entre aquellos que no resultan graves, por lo cual no requieren de atención médica y aquellos más graves en los que sí será necesario acudir a la consulta del facultativo lo antes posible.

Sea cual sea el caso, si los efectos no deseados de la risperidona se alargan en el tiempo o tienden a agravarse, es altamente recomendable informar al médico correspondiente para que este ajuste la dosis o cambie la medicación.

1. Efectos secundarios no graves

Entre los efectos secundarios que no suponen un riesgo serio para la salud, encontramos los siguientes.

  • Alteraciones gastrointestinales como acidez, diarrea o estreñimiento, dolor estomacal.
  • Vértigos, sensación de mareo y dificultades para mantener el equilibrio.
  • Náuseas y/o vómitos.
  • Aumento del apetito y/o aumento de peso.
  • Sensación de ansiedad.
  • Nerviosismo y agitación.
  • Alteración del sueño en forma de problemas para conciliar y mantener el sueño o un aumento de la producción de sueños.
  • Aumento del tamaño de los senos.
  • Cambios en ciclo menstrual.
  • Problemas en el rendimiento sexual.
  • Dificultad para orinar.
  • Visión borrosa o problemas de visión.
  • Dolor muscular o articular.
  • Alteraciones cutáneas como cambios en la coloración de la piel.

2. Efectos secundarios graves

Si alguno de estos efectos secundarios aparece, el paciente no deberá de dejar la medicación por su cuenta pero debe informar de inmediato al médico pertinente.

  • Fiebre.
  • Caídas sin explicación.
  • Sensación de confusión.
  • Aumento de la rigidez muscular.
  • Alteraciones cardíacas como ritmos rápidos e irregulares.
  • Aumento de la sudoración.
  • Convulsiones.
  • Lentitud al caminar o arrastrar los pies.
  • Movimientos bruscos e incontrolables de cara o cuerpo.
  • Problemas para respirar o tragar.
  • Alteraciones cutáneas como urticarias, sarpullido o picores.
  • Erección persistente y dolorosa.

¿Qué precauciones se deben tomar con su consumo?

Antes de iniciar el tratamiento con risperidona, el paciente deberá informar de cualquier condición especial de salud en la que se encuentre. El motivo es que existen una serie de enfermedades o afecciones que pueden interferir con el tratamiento o verse agravadas por él. Entre estas enfermedades se encuentran:

  • Demencias.
  • Enfermedad de Parkinson.
  • Enfermedades cardíacas.
  • Hipotensión.
  • Trastornos epilépticos.
  • Fenilcetonuria.

Igualmente, el paciente debe de poner en conocimiento del médico si posee alguna alergia o de si se encuentra tomando alguna otra medicación, complemento vitamínico o complejos de hierbas naturales, ya que estos pueden ocasionar interferencias con la actuación de la risperidona y ocasionar graves perjuicios en el organismo.

Se ha demostrado que la risperidona puede ocasionar una serie de alteraciones en el feto y en el niño recién nacido, por lo que no es recomendable su administración en mujeres embarazadas o en periodo de lactancia.

Finalmente, debido a los efectos de sedación que ocasiona la risperidona, aquellos pacientes que en su rutina diaria se incluya la conducción o manejo de maquinaria pesada deberán prestar especial atención a estos síntomas y, en la medida de lo posible, cesar estas actividades durante el tratamiento.

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Isabel Rovira Salvador. (2018, marzo 9). Risperidona: usos, efectos secundarios y precauciones. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/psicofarmacologia/risperidona

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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