El poder sanador del placer: el camino de regreso al cuerpo

Cómo el placer seguro se convierte en un camino de regulación, reparación y regreso al cuerpo.

El poder sanador del placer: el camino de regreso al cuerpo

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Durante generaciones hemos aprendido a arrancar del cuerpo. Nos acostumbramos a huir del sentir, como si dentro de nosotros hubiera algo peligroso, oscuro o difícil de sostener. Paradójicamente, aquello de lo que evitamos contactar es lo que más anhelamos: volver a sentirnos vivos desde adentro.

¿Qué tememos encontrar cuando entramos en el cuerpo? Memorias dormidas, dolores antiguos, emociones que nadie nos enseñó a habitar. Y desde ese miedo ancestral hemos construido una distancia protectora que, con el tiempo, se volvió desconexión. Sin embargo, existe otra puerta de entrada. Una que no duele. Una que no amenaza. Una que no exige. El placer.

El placer como vía de retorno al cuerpo

Imagina un gesto simple: la palma de tu mano siendo tocada suavemente por tu amado. Nada más. Solo ese punto de contacto. Solo esa sensación dulce, tibia, segura. Respiras ahí. En esa “deliciosura”, entras al cuerpo sin miedo. El cuerpo se abre desde la ternura, no desde la violencia. Y el placer —el genuino, el presente, el amoroso— es la llave.

El placer no es un lujo: es un mecanismo de regulación profunda. Cuando el cuerpo siente placer seguro se activa el sistema nervioso parasimpático, el estrés disminuye, la respiración se ablanda, la mente se aclara y el cuerpo confía. Y en ese estado, la vida comienza a circular nuevamente: qi, prana, energía sexual… Energías antiguas que reorganizan lo que el trauma fragmentó. Las células vibran, emiten luz, se ordenan.

La epigenética (a través de estudios de Yehuda, Meaney y Ressler) ha mostrado que el trauma deja marcas en la expresión del ADN y que esas marcas pueden modificarse por experiencias de amor y seguridad.

Cuando estas experiencias se vuelven parte de la vida cotidiana aparece el deseo de alimentarse mejor, el cuerpo pide movimiento, se sueltan adicciones, la mente se despeja, surge la sonrisa sin razón y se siente la vida latiendo de nuevo. No es fuerza de voluntad: es biología reorganizándose bajo nuevas experiencias de amor.

Redefinir el encuentro sexual

Es fundamental aclarar que encuentro sexual no es sinónimo de penetración ni de genitalidad. Durante décadas se redujo la sexualidad a un acto mecánico centrado en los genitales, y eso ha generado rechazo y tensión, especialmente en muchas mujeres. Cuando la sexualidad se vive desde exigencias, guiones rígidos y deberes, deja de ser un espacio seguro y se vuelve amenazante.

Sí, el encuentro sexual puede incluir la penetración y lo genital, pero no se reduce a eso. El encuentro sexual es presencia, energía, respiración, contacto, ternura, mirada, ritmo, piel, emoción y placer compartido. Puede haber encuentro sexual con ropa, sin desnudez, sin genitalidad, sin penetración… y aun así ser profundamente transformador. Cuando lo entendemos así, la sexualidad vuelve a ser lo que realmente es una fuente de vida, restauración y conexión con lo sagrado.

El sexo vivido desde presencia y vulnerabilidad segura puede convertirse en una de las experiencias más potentes de reescritura interna. Es un laboratorio vivo donde la luz toca zonas heridas, se transforman memorias antiguas y se generan nuevos códigos de existencia.

La energía sexual suaviza las estructuras rígidas del ego y del trauma, convirtiéndolas en fluidez; en vida. Es una alquimia: transformar lo pesado en luz, lo congelado en movimiento, la herida en camino.

Hacia una sexualidad que sana: mi enfoque

Trabajo la sexualidad en pareja desde esta comprensión profunda: el placer es un camino de salud, conciencia y creación. Mi mirada integra psicología, cuerpo, energía y vínculo. No busco “solucionar” la sexualidad, sino acompañar a las parejas a desarmar los guiones rígidos que limitan el encuentro, reconectar con la inocencia del placer, recuperar el ritmo propio y compartido, habitar el cuerpo con presencia, restaurar la confianza, y transformar el encuentro sexual en un espacio donde el amor circule y ordene. Aprender el arte de penetrar y ser penetrado. Para mí, la sexualidad es un camino de evolución, de volver a la vida, de permitir que el cuerpo recuerde su sabiduría y recupere su capacidad de sentir.

Volver al cuerpo a través del placer es un acto de amor, de valor y de honestidad profunda. El placer es la llave. La llave que abre la puerta hacia adentro, hacia la verdad del cuerpo, hacia Dios. Porque en ese gesto simple, en la palma de la mano, en la respiración compartida, en la presencia, comienza el camino de regreso a casa.

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Daniela Heyne Aros. (2025, diciembre 19). El poder sanador del placer: el camino de regreso al cuerpo. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/sexologia/poder-sanador-placer-camino-regreso-al-cuerpo

Psicóloga especialista en sexualidad

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Daniela Heyne Aros es psicóloga especialista en sexualidad. Atiende a mujeres, hombres y parejas que sienten insatisfacción en su sexualidad o manifiesten alguna desarmonía sexual o aquellos que desean profundizar en una sexualidad consciente, la cual trasciende la genitalidad, siendo un camino espiritual.

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