Cada vez que experimentamos una emoción, lo estamos haciendo influidos por la sociedad que nos rodea. Es algo que escapa a nuestro control y que, en sí, no tiene nada de malo. Simplemente, es imposible vivir la vida al margen de las ideas que la cultura en la que vivimos y las relaciones que mantenemos, y estos dos elementos afectan a nuestra manera de pensar y de sentir.
Sin embargo, una cosa es experimentar nuestro lado emocional a través de las influencias socioculturales, y otra es habituarse a que cómo nos sintamos dependa de cómo se sienten otros. Esto es algo que ocurre a partir de los procesos mentales propios de la empatía, pero que puede dar paso a una especie de “contagio emocional” que nos puede perjudicar cuando nos lleva a caer en emociones negativas constantemente y de manera injustificada.
En este artículo veremos algunos consejos acerca de cómo dejar de absorber las emociones de los demás, y de qué manera podemos modificar el modo en el que reaccionamos a los sentimientos de las otras personas para que estos no anulen nuestro propio criterio y nuestra personalidad.
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Cómo dejar de absorber las emociones de los demás
Para dejar de sufrir ese constante contagio emocional, sigue las pautas que encontrarás a continuación. Ten en cuenta, sin embargo, que cada caso es único, y debes encontrar la manera de adaptar estos consejos a tu caso concreto y tu modo de vida.
1. Cuidado con las relaciones de dependencia
Esta es una condición básica para no verse contagiado por las emociones de otros constantemente, pero la importancia de este consejo va mucho más allá. Cuando nos involucramos en relaciones de dependencia, tanto nuestros actos como nuestros sentimientos orbitan alrededor de otro, quien de manera consciente o inconsciente aprende a controlarnos llevándonos hacia el estado mental que más le interesa.
Así pues, ya sea en el ámbito de la amistad como en el de las relaciones de pareja, es importante controlar que todos estos vínculos emocionales sean simétricos y justos, sin que una parte domine a la otra, ya que de en caso de caer en la dependencia, nos convertimos prácticamente en una extensión del cuerpo del otro.
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2. Exponte a terceras opiniones
Para no absorber las emociones de otra persona todo el rato, hay que mantener un criterio propio acerca de lo que ocurre a nuestro alrededor. Por eso, incluso si nuestra relación con otra persona es sana, es necesario tener un trato frecuente con más personas. Cada individuo es un punto de vista, y el simple hecho de exponerse a explicaciones sobre la realidad que hasta cierto punto se contradicen entre sí, nos acercan más a una manera única de ver la vida.
3. Analiza qué tipo de emociones absorbes más
Probablemente, quien tiene una propensión a absorber emociones, la tiene con determinadas formas de sentirse, no con todas. Por ejemplo, en muchos casos será la tristeza la emoción que más nos afecte, pero en otros casos esta puede ser la ira unida a las ansias de venganza.
Detenerse a pensar esto nos será de ayuda a la hora de determinar en qué contextos y situaciones somos más vulnerables.
4. Aprende a adoptar una perspectiva distanciada
Este es otro consejo que puede servir para muchas otras cosas, y normalmente aporta ventajas cuando alguien pretende adoptar un punto de vista más neutral. Requiere de cierto esfuerzo y práctica, pero con el tiempo, se va ganando la capacidad de analizar más fríamente lo que ocurre.
Para ello, es bueno imaginarse literalmente viendo un hecho desde la distancia, como si formase parte de una simulación o de una historia que no transcurre en nuestro plano de la realidad. De esta manera, se rompe con la ilusión de que todo lo que ocurre en el mundo o cerca de nosotros tiene una importancia capital y es el centro del universo.
5. Ayuda a la otra persona
Hay quien puede pensar que la mejor manera de no contagiarse con las emociones negativas y el malestar del resto es, simplemente, cortar el contacto con quien nos las transmiten. Aunque puede ser un consejo útil en casos muy extremos, en la mayoría de los casos no es una buena idea, dando por supuesto que se trata de una relación sana en el resto de los aspectos.
¿Por qué no es recomendable? Porque desde este punto de vista se asume que el problema está de manera aislada en dos personas: una que emite y otra que recibe sin filtros. Pero lo que está ocurriendo justamente es todo lo contrario: hay un vínculo, una relación, que va más allá de la individualidad. Por eso, es mucho más aconsejable intentar ayudar al otro que huir de él.
Esta es una opción que mucha gente pasa por alto. Si absorbemos las emociones negativas de otro, también podemos ir a la raíz del problema ayudando a esa persona. No todo tiene que ver solo con cómo nos sentimos nosotros; en ocasiones, un poco de ayuda puede suponer una gran diferencia, beneficiando no a una sino a dos personas.